Espinas de cristal.
“Hay espinas que no sangran,pero se
siente al respirar.
Y hay cristales que no cortan la piel,
pero desgarran el alma.”
Ha regresado la madrugada. Debe levantarse aunque esté muy cansada. Ha sido obligada a tener losmismos horarios que los vampiros.
Mira la flor que le dio Nérel… ahora está marchita.
Ella sabe que una flor no se seca de un día para otro.
Siente un punzón en el pecho, algún dolor… o tristeza.
“Tal vez algo pase hoy, y no pueda detenerlo.”
No es la primera vez que tiene ese sentimiento, y muchas veces ha intentado evitar el desastre…
pero es inevitable.
Ya no es la misma. Hace unos días, algo dentro de ella se ha endurecido.
Mizuki camina por la biblioteca buscando información útil sobre los vampiros.
Se da cuenta de que es mentira eso del ajo, o que el sol los quema.
Aunque lo de la estaca es algo cierto, solo si es de plata, no de madera.
Y debe ir directo al corazón.
Al parecer, los vampiros son casi inmortales.
“Matar a un vampiro… es como darle el regalo más grande y cálido.
Entonces… ¿los malos tratos se consideran afecto?” —dijo Mizuki.
Descubre que, una vez cada 30 años, se hacen convocatorias para mayormente chicas de entre 14 y 17 años, asignándolas a familias de vampiros dentro de la institución. No solo a vampiros puros.
Pero los vampiros no del todo puros pierden privilegios.
“¿Así que solo soy un trozo de carne? ¿Un alimento?”
Sus ojos se abrieron de par en par.
Sabía que ya estaba en el agujero, y no iba a salir.
Justo en ese momento, escuchó murmullos y carcajadas en la biblioteca.
Era una voz ya conocida.
Vio a Nérel en uno de los estantes.
Y pensó, por un momento:
“Tal vez yo solo sea una fuente de gusto… pero ¿será posible que haya un refugio en él?”
Y justo lo vio conversar con otra chica.
Riendo. Como siempre, seductor.
Vio cómo le daba una rosa del mismo color…
y cómo le decía palabras similares a las que ya le había dicho a ella:
> “Solo tú pareces real…”
“Si te asfixian, huye…”
Mizuki no reacciona con lágrimas, sino con un silencio absoluto.
El brillo que alguna vez tuvo esperanza en sus ojos… solo era falso, entonces.
No fue una ruptura amorosa.
Fue decepción.
Fue fuertemente aplastada con ese frío de no poder tener ese trato especial.
Esa “soledad” no quería ser llamativa o conocida.
Solo quería alguien a quien darle ese trato especial…
Que a las demás personas no.
Y que también le dieran ese trato a ella.
Uno que dejara claro que era única… e importante.
> “Al final, solo soy algo que se consume.
Y me consumen.”
Ella se aleja sin ser vista.
Pero Nérel sintió su presencia.
Sabe que ella lo ha visto.
Comenzó el distanciamiento.
Mizuki no asiste a algunas clases. Y en las que va, es muy cortante.
Adrien la nota distante y más fría.
Se acercó y le preguntó:
Adrien: “Fue Nérel, ¿no? Ya te ha mostrado sus espinas y te han hecho sangrar. Déjalo a un lado.
Yo no te haré derramar ni una sola gota de sangre.”
Mizuki: "…" —no dijo nada.
Hubo un silencio incómodo, hasta que respondió:
Mizuki: “¿Qué más da estar contigo o con él?
Ambos solo me quieren por el mismo propósito.
Y es solo interés.
No finjas ser alguien bueno, cuando solo eres una versión de diferente tono a él.”
Adrien: “Si realmente eso te disgusta…
Estoy dispuesto a pasar hambre con tal de no lastimarte.
¿Acaso ya no crees en las Rosas Azules?”
Mizuki: “Deja de ser tan molesto.”
Mizuki se queda sola en el salón.
No está esperando a Nérel.
Pero sabe que lo confrontará.
Porque, aunque solo sea un objeto en ese lugar,
ella tiene un puesto, y no va a permitir que la vean como su entretenimiento.
Un chico entra sin decir nada.
Ni siquiera la mira.
Le entrega un libro y se va.
Está completamente en blanco.
Pero hay dos páginas.
Una de ellas dice:
> “No confíes en los que traen rosas…
Las espinas son lo más sincero de ellas.”
Y en la otra, una flor de loto, aplastada y marchita.
Él se alejó.
Pero ella siente que, entre más personas conoce, peor le va.
Así que, en vez de tener esperanza por una nueva persona amable…
entra en la realidad de que solo la ven como el producto de una tienda.
Como el agua que ella bebe… solo para no deshidratarse.
“La rosa no lloró al ser sustituida.
No se marchitó por celos,
sino porque comprendió
que nunca fue la única flor del jardín.
Que el tono azul no era una belleza rara ni una piedra preciosa,
era un defecto que no debía estar ahí.
Un cuerpo ahogado… quiere ser acaramelado.”