Rose

Vuelo

Nunca pensé que controlar mi habilidad podría ser tan difícil.

Fue casi un año intentando dominar todas las emociones que podían descontrolar mi don, no fue fácil, pero la compañía de Abel hacían los momentos de frustración y cansancio un poco más llevaderos.

Nos habíamos hecho mucho más cercanos en este tiempo, tanto que casi podía decir que nos habíamos convertido en amigos.

-¡Rose! ¡Vamos! ¡Una vez más! –Grito Abel desde la banca que señalaba el comienzo del circuito que había preparado para mí. Estaba sentado luciendo una de esas sonrisas que ya se habían vuelto comunes para mí, superioridad con una pizca de burla era la receta secreta de mis risas espontaneas.

Me coloque en la línea de salida que se encontraba en la arena de combate y me quite los zapatos para así trasformar mis pies en patas para mejor impulso. Con el tiempo me había acostumbrado a usar parcialmente mi don, ocupando solo algunas partes de animales e incluso combinándolas entre sí.

-¿Lista? –Pregunto poniéndose de pie con los brazos cruzados colocándose a mi lado para analizar mis movimientos- ¡Ya!

Escuche el grito que significaba que el tiempo había empezado a correr y yo debía hacer lo mismo. Arranque a toda velocidad a través de las distintas secciones de arquería, lucha con espadas y enfrentamientos cuerpo a cuerpo para entrar en un espeso bosque de árboles secos donde sin dudarlo trasforme mi cuerpo completo, reduciendo mi tamaño para generar una copia exacta a un chimpancé.

Con mi nueva apariencia de menos de un metro de altura, un pelaje que se camuflaba con la madera y pulgares oponibles en los pies, escalar los arboles era algo realmente fácil gracias a la agilidad del pequeño animal.

De árbol en árbol fui saltando a toda velocidad, la idea de la tarea era ser prácticamente invisible y que mejor manera de hacerlo que pasando a plena vista.

Un estrecho rio de aguas negras pasaba por el medio del bosque y aunque amaba mi trasformación en sirena, un simple pez vela era un poco más disimulado e igual de veloz. Salte al agua y me trasforme para empezar a recorrer el camino con la corriente en contra.

Nadar es una de esas actividades que parecen simples pero no lo son, para una transformación completa hay que hacer un profundo cambio, no solo agregar aletas si no aprender a respirar por las branquias.

La primera vez que lo intente casi me convierto en el primer pez que se ahogó.

No sé exactamente qué tan largo fue el recorrido, cuando me encontré con la represa de piedra supe que era la hora de emerger pero cuando salí me encontré con un camino empinado y rocoso en lugar del pastizal seco que solía recorrer en forma de una preciosa yegua blanca.

-¿Creíste que te lo haría tan fácil? –Escuche la voz de Abel en mi cabeza y solté una risita, su telepatía se había vuelto bastante familiar con el paso de los meses. Era una conexión fuerte y clara aunque solo era unidireccional.

-Cambiaste el flujo del agua... -Respondí en voz alta aunque sabía que no podía escucharme

-Y caíste de una manera tan fácil...

Juro que pude sentir su risita malvada en mi cabeza y eso solo me motivo a seguir, un pequeño obstaculo no iba a detener mi carrera contra el tiempo.

-No vas a detenerme haciendo trampa...

Me tome un segundo para analizar el terreno y notar que la bandera se encontraba en el mismo lugar de siempre: en la cima de las montañas. Elegí usar la forma de uno de los animales favoritos de Satán, una cabra, y saltar de roca en roca por el terreno hasta llegar a la base de la enorme montaña que nunca había podido superar ya que conllevaba la transformación más difícil de todas.

-Puedo hacerlo... yo sé que puedo hacerlo....

Visualización, concentración, proyección...

De un momento a otro las patas se trasformaron en garras de rapiña y desde los poros de mi piel salieron plumas blancas y marrones, nunca había logrado una trasformación completa en ave pero ya era hora de lograrlo de una vez.

Emprendí vuelo con la rapidez que solo un águila podía alcanzar y me sorprendí de lo hermoso que se sentía estar tan alto.

Algunos demonios nacen con la virtud de poseer alas similares a las de un murcielago, nacen con el propósito de ser soldados y en su mayoría tienen un don natural con la arquería y un desempeño ejemplar en el campo de batalla. En su caso descubrir su habilidad es algo bastante simple.

En tan solo unos segundos ya me encontraba sobrevolando la cima y con mi pico tome la bandera. No quería aterrizar todavía por lo que me mantuve en el aire disfrutando de la brisa un poco más.

-Deja de perder el tiempo...

Escuche su voz en mi cabeza y sonreí, aunque el pico no me dejara mostrarlo abiertamente. Emprendi el regreso pero algo me desvió de mi camino.

Los alaridos provenientes del primer círculo, el más extenso de todos. Nunca había visto el verdadero infierno tan de cerca, solo había escuchado hablar de el los demás demonios, además de diversas amenazas de parte de Abel sobre vivir allí si fracasaba.

Era...realmente horrible...

-No deberías estar viendo eso... -esta vez la voz de Abel sonó más lejana, estaba justo debajo mío, mirándome con lastima.

-Son demasiados... ¿hay tanta maldad en el mundo? –Pregunte luego de llegar al suelo y volver a mi forma humana.

-"Maldad" es un término meramente humano, así como el juicio al que son sometidos.

Me mantuve en silencio unos segundos, admirando el caótico paisaje que adornaba el horizonte.

-Ellos mismos pusieron las reglas del juego –continuo hablando con frialdad- y ahora están pagando el precio...

-¿El precio por ser malas personas? – Pregunte

-No, el precio por jugar a ser dioses y querer decidir lo que está bien o está mal



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En el texto hay: fantasia, demonios, guerra

Editado: 31.08.2023

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