Neraka era... impactante...
Parecía haber sido construida a base del calor del infierno y mis pocos conocimientos del mundo humano, generando así una desastrosa armonía. .
Desde la entrada se podía ver absolutamente todo ya que el terreno se ubicaba de manera ascendente con el castillo del rey en la cima y justo debajo de este, la nobleza. Los que se encontraban en la base tampoco sufrían su posición, para nada, en su mayoría se veían familias felices con sus niños que decidían no ser soldados y vivían sus vidas como herreros, mineros e incluso granjeros, dando así su aporte al reino.
Abel caminaba a mi lado con la misma actitud dominante que había mostrado cuando lo conocí, aparentemente era lo que le gustaba mostrar en público, quizás para ocultar ese alma caritativa y bondadosa que mostraba cuando no había nadie para juzgarlo.
Pareciera que fue ayer que cruzaba las puertas del castillo de Satán...
Luego de un silencioso paseo por las calles, Abel se detuvo en seco con la vista fija en un edificio.
-Llegamos...
Susurro como si le doliera mientras mi vista se depositaba en el nuevo destino.
-¿Dónde estamos?
-Esta es la academia "Kriger". Aquí terminaras tus estudios para poder servir al reino.
Mientras a mí me dominaba el miedo y la emoción, el parecía mucho más triste de lo que imagine que estaría. Pero antes de que pudiera preguntar, el contesto mis dudas.
-Este es el adiós.- Declaro con voz firme. Él sabía que nunca volvería a verme.
-¿Adiós? ¿No vendrás conmigo? –Pregunte
Baje un poco la mirada, no sabía que decir. Habíamos pasado poco más de dos años trabajando juntos y no esperaba separarme de él tan pronto.
Sujeto mi mentón con decisión y junto sus labios con los míos.
No tuve tiempo de apartarme, ni siquiera de cerrar los ojos... tampoco estaba segura de querer apartarlo.
-Lo lamento... –Susurro al separarse con una sonrisa triste. Seguro había notado mi desconcierto- No podía irme sin al menos intentarlo...
Estaba completamente muda ¿Cómo se supone que tenía que reaccionar a eso? No podía besarme, dejarme con un millón de preguntas ¡y simplemente desaparecer!
Pero lo hizo...
Cuando me di cuenta ya estaba de regreso al infierno y no tuve el valor suficiente para detener su paso...
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Me tomo un poco de tiempo procesar lo sucedido, no puedo explicar realmente cuanto pero lo suficiente como para reencontrar mi rumbo hacia la academia. Desde afuera parecía un enorme salón recubierto en metal y ni bien me acerque lo suficiente a la puerta pude oír quejas de dolor provenientes del interior.
-Me avisaron que vendrías, tu nombre es Rose ¿Verdad?
La voz a mis espaldas tenía un cuerpo bastante envejecido, unos ojos negros como la noche y unos cuernos que impresionarían a cualquiera: "los cuernos crecen con el control de tu habilidad, simbolizan el poder" había dicho Abel y ahora le encontraba sentido
-Sí, señor...
-General Patton –Me corrigió estrechando mi mano con firmeza, era de esas personas que con solo una mirada generaban respeto– Abel me aviso que vendrías, se puede ver a simple vista que eres un alma rescatada del infierno. No es normal encontrar muchas como tú en este lugar...
-Sí, lo soy –Afirme con decisión, intentando no sentirme intimidada mientras analizaba fríamente mi apariencia- He entrenado muy duro para este día.
-Eso espero, aquí nada será fácil y menos cuando eres diferente...
Abrió la pesada puerta del lugar y me hizo pasar por un largo pasillo repleto de puertas, no podía dejar de observar absolutamente todo a mí alrededor. La curiosidad es adictiva.
-Estas son las oficinas de los altos mandos –Comento al verme tan inquieta, luego señalo una bifurcación en los pasillos –Por ahí están los dormitorios, baños, cocina, todo lo que necesitan los reclutas para vivir.
Para mi sorpresa giramos para el lado opuesto llegando a una gran puerta que el abrió de par en par dejando ver una un grupo de casi cien demonios que al verlo lo saludaron con respeto y formaron a su alrededor.
-Este será tu nuevo hogar Rose, y esta...- Señaló con una sonrisa a la formación de reclutas- Sera tu nueva familia...