Rose

Magazi

Me había aprendido cada palabra de esa carpeta, cada expresión, vinculo o recuerdo que pudiera llegar a ser relevante para ocultar mi identidad.

Llevaba un equipaje bastante ligero, Anik había viajado solo con un collar, una bolsa que solía tener comida y un par de dagas escondidas entre la ropa. Afortunadamente se trata de mi arma preferida y puedo manejarlas a la perfección.

-¿Estas lista? –Me pregunto el general, quien al estar encargado de la misión tuvo que acompañarme hasta la frontera.

Me tome un segundo para completar mi trasformación, los ojos rojos y el cabello negro hacían resaltar mi piel blanca, había conseguido las argollas plateadas para las orejas y decidí estilizar un poco mi figura. Aunque en la celda no se notara, Anik era una chica muy bonita.

-Completamente, ya lo practicamos varias veces, no se arrepentirá de elegirme señor... -Conteste decidida.

-Eso espero, recuerde: uno de sus compañeros en forma de ave pasara todas las noches a buscar la información recolectada por el balcón de su habitación –Suspiro y puso una de sus manos sobre mi hombro derecho acompañada de una mirada severa –Necesito que seas consiente de lo importante que es esto y de las medidas que podría tomar el rey si fracasas, el infierno esta mejor sin tu presencia, no lo arruines.

Asentí y le sonreí con falsa confianza, era evidente que la gente de Neraka no conocía otra despedida que no fueran amenazas.

O besos inesperados...

El camino hasta Magazi era bastante largo y el territorio neutral mucho más tenebroso de lo que recordaba de sus misiones, el terreno era sinuoso e irregular y en el abundaban frondosas arboledas y animales salvajes: monos, serpientes, aves de caza y por todos lados bichos de lo más impresionantes.

Mientras más me acercaba a mi destino, mas criaturas encontraba, tuve que transformarme más de una vez para que no me vieran pero pude apreciar de cerca las enormes alas de un ángel y el pelaje café de un licántropo. Si estuviera dentro de mis posibilidades, me quedaría a aprender más sobre ellos.

Luego de unas cuantas horas de camino las enormes murallas se hicieron visibles a la distancia indicando que era hora de completar mi disfraz.

Despeinada, golpeada, la ropa desgastada, ojeras y labios secos, jadeando y arrastrando los pies como si mis músculos estuvieran hechos de plomo llegue a la enorme puerta en el centro del territorio vampiro.

Los golpes retumbaban en el extraño metal alertando a los guardias que salieron en mi búsqueda al verme caer al suelo casi inconsciente.

-Identificación.

Vocifero uno de ellos, no parecía tener dudas de mi sangre vampírica.

-Anik... Anik A'ida –Formule a duras penas, como si mi voz me lastimara la garganta.

Se miraron entre ellos con asombro, no podían creer lo que escuchaban: la hija de la condesa había regresado. Al darse cuenta de la magnitud de la situación, su actitud cambio rotundamente volviéndose completamente protectores y serviciales.

-Señorita A'ida no se preocupe, la llevaremos a la mansión para que se reencuentre con su madre.

Uno de ellos me levanto del suelo tomándome en sus brazos mientras el otro corría a abrir las pesadas puertas dándome la oportunidad de hacer una entrada triunfal al nuevo territorio, como una princesa cargada por un caballero de brillante armadura.

En el camino, mientras fingía estar a punto de desmayarme, pude ver con bastante claridad lo que era Magazi: casas altas y finas, colores azules y violetas a donde que se vea, todos los habitantes parecían vestirse elegantes en comparación a Neraka donde la vestimenta era más cómoda que bonita.

Por alguna razón parecía... romántico, quizás porque la luna llena se reflejaba en las calles de piedra que íbamos caminando. Era un poco irónico pensar que si los vampiros toleraran el sol serían la más fuerte de las razas.

Llegamos a la puerta de una enorme mansión, el guardia me bajo aun ayudándome a mantenerme en pie mientras tocaba la puerta, solo me apoye en el fingiendo una enorme falta de fuerza y energía. No fue una sorpresa ver que el que abría la puerta era un señor de traje muy serio, aparentemente un empleado.

-Llame a su ama, avísele que su hija ha vuelto a casa.

-¡Anik! –Desde el oscuro pasillo de la casa salió una mujer igual a mí solo que tenía un par de líneas de expresión en la cara que no llegaban a ser arrugas- ¡Hija mía!

Me abrazo sin dudarlo y le correspondí el gesto con fuerza soltando un par de lágrimas sobre su hombro.

-Mama... lo siento tanto... -quebré mi voz y me aferre a ella como si fuera lo más preciado del mundo.

-¡Anik!

Una voz se asomó desde detrás de ella, un chico flaco y alto, morocho y despeinado que parecía que no había dormido mucho últimamente.

Me hubiera encantado saber que ese chico iba a ser mi perdición...

 



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En el texto hay: fantasia, demonios, guerra

Editado: 31.08.2023

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