Rosemary

Capitulo1

Rosemary

Me despierto, miro el reloj de la pared y son las 4 de la mañana, veo al techo, y encuentro una mancha roja, casi parecida a la mancha roja de mi anterior habitación, aquella hermosa mancha que me recordaba lo miserable que era la vida, la pinte cuando descubrí la cruda verdad, me levanto y bajo a la sala para beber agua, sin embargo, lo único que me encuentro es otra gran mancha roja en el piso, aun en estado líquido, decido rodearlo, abro la refrigeradora, pero no encuentro nada de agua, solo hay una botella de leche, uvas y un pedazo de queso, imagino que esta familia era muy pobre como para comprarse una comida más decente. Decido beber la leche, me como el pedazo de queso y me llevo las uvas que encontré, salgo de aquella casucha, no sin antes prenderle fuego, después de todo, era una mejor opción que estar limpiando los rastros de sangre y ocultando los cuerpos, cosa que no me fastidiaba, pero este día tenía una reunión muy importante, a la cual debía llegar a tiempo.

Seguro se preguntarán, ¿a qué se refiere con cuerpos y rastros de sangre?, bueno, realmente no hay mucho que contar, pero les contare desde el inicio, para que tengan una mejor idea de quién soy yo en realidad. Bueno, comenzare por mi familia, no tengo mucho que contar de ellos, mi mamá salía a trabajar muy temprano y regresaba muy tarde por la noche, no conocía a mi padre, cada vez que le preguntaba a mi madre sobre él, ella se enojaba y me mandaba a mi habitación, la verdad es que solo pregunte dos o tres veces por él, realmente no me importaba tanto, pero lo que realmente me atormentaba era el no saber a qué se dedicaba mi mamá, siempre que le pedía que me llevara a su trabajo me decía que no era un buen lugar para mí. Yo no iba a la escuela, vivíamos en un hermoso barrio, tenía varios vecinos, la verdad es que no me llevaba bien con ninguno de ellos, sobre todo con Alexandra, una niña de mi edad, de cabello rubio, ojos azules y piel blanca, no una como la mía, la suya era un poco más trigueña, todos en el barrio me consideraban alguien rara, por mi cabello negro, mi piel pálida y mis ojos oscuros que no demostraban ninguna emoción, algunos de los niños incluso me tenían miedo, las mujeres mayores del barrio me despreciaban, algunas incluso llegaban a insultarme y agredirme cuando salía de casa, los hombres solo me ignoraban, como si yo no existiera, debido a ello no salía mucho y me quedaba encerrada, me quedaba todo el día en casa, algunas veces mi madre me dejaba algo en el refrigeradora, en ocasiones era una comida bien preparada, pero en otras oportunidades me quedaba sin nada, así que tenía que encontrar una forma de alimentarme, cerca de casa había un bosque, estaba cercado por una red inalámbrica, siempre lo contemplaba desde la ventana de la cocina, entonces pensé, “porque no pruebo suerte en el bosque”, a la edad de seis años, mientras estaba recorriendo aquella cerca encontré un pequeño agujero, por el cual se podía pasar al otro lado, decidí meterme por aquel agujero, luego de atravesarlo me encontraba frente a frente con aquel hermoso bosque que había estado contemplado desde hace mucho, se diría que una niña de tan corta edad como yo solo pensaría en jugar y hacer travesuras como cualquier niño de mi edad, pero yo ya había descubierto la cruel realidad en la que vivíamos, decidí internarme en el bosque, cualquiera lo hubiera pensado dos veces o al menos hubiera ideado alguna forma por la cual regresar y no perderse, después de todo, era un lugar desconocido al que nunca nadie se había atrevido a visitar, tal vez sea por aquellas aterradoras leyendas que circulaban de aquel tenebroso lugar, pero a mí no me importaba nada de eso, solo fue un impulso, y cuando me di cuenta estaba caminando sin rumbo, encontré unas bayas de un color rojizo, no sabía si eran comestibles, pero decidí guardármelas para después averiguar si me las podía comer, mire al cielo y note que ya estába atardeciendo, así que decidí volver, no sabía el camino de regreso, así que solo camine sin rumbo otra vez, al final logre llegar a la cerca, no sabría cómo explicarlo, pero en ningún momento me sentí asustada, confundida o con miedo, era como si conociera aquel bosque desde siempre, me era familiar. Al llegar a la cerca y cruzarla mire hacia atrás y contemple nuevamente el bosque, luego regrese a mi casa, entre y subí a mi habitación, me recosté en la cama y me quede dormida, al despertarme ya era otro día, baje abajo y solo encontré la nota de mi mamá en la que me decía que había comida en la refrigeradora, la revise y encontré pollo frito, papas hervidas, algunas frutas, leche para la cena y algo de carne de pescado frita, yo ya sabía manejar la cocina así que no había problema en comer la comida fría, comí parte del pollo, también algunas papas, salí de casa y me dirigí al bosque, esta vez, decidí llevar las bayas que encontré el día de ayer, camine otra vez sin rumbo, hasta que logre divisar una pequeña cabaña, de aspecto humilde y antiguo, entre, y mire a mi alrededor, note que era una cabaña de cazadores, sin embargo, no contaba con que aún estaba alguien viviendo ahí, decidí husmear entre las cosas que estaban ahí, encontré varios artículos de caza, animales disecados y cabezas de venados, osos, búhos, entre otros animales, colgados en la pared, como si fueran algún tipo de trofeo, mientras rebuscaba encontré unos diarios de campo, decidí leerlos, aprendí a leer a una muy temprana edad, porque más antes, cuando mi abuela aún estaba viva me enseñó a leer, ya que siempre se quedaba en casa, de entre los diarios había uno de plantas, así que decidí empezar por ahí, llegue a una página en la que se encontraban las mismas bayas que yo había encontrado, decidí corroborar si no eran las únicas parecidas, revise en todas las páginas del diario y no encontré otra igual, en esa página describía como era exactamente la baya, y para mi sorpresa era comestible, me las comí de un solo bocado y otras las deje al lado de la ventana para que se disecaran, al ver que ya era casi de noche decidí irme del lugar, llegue a casa y otra vez subí a mi cuarto, me quede dormida, al despertar me di cuenta de que mi madre había traído un pastel, me dejo una nota, y en ella decía que era mi cumpleaños, y que disfrutara aquel exquisito pastel, mi cumpleaños, ya hasta lo había olvidado, me decidí ir otra vez a la cabaña y seguir leyendo aquellos diarios de campo. Así pasaron los años, cumplí doce el nueve de abril de aquel año, siempre iba a visitar aquella cabaña, era mi escondite secreto, ahí podía estar todo el día, me había leído todos los diarios, había aprendido a manejar varias armas, pues en esos diarios había mucha información, aprendí a cazar y a sustentarme del bosque, ya no necesitaba que mi madre me dejara tanta comida, así que por las noches al llegar a casa alistaba todo lo que había cazado y preparaba una rica comida, le dejaba una nota a mi mamá diciéndole que disfrutara de su recompensa, después de todo, fue la única persona con la que realmente tenía un lazo muy fuerte de amor, amor, ahora me pregunto si esa palabra realmente existe. Seguramente mi madre se preguntaba de donde sacaba esa comida, pero cada vez que lo hacía lo único que le respondía era, “tu solo disfruta”, eso era más que suficiente para dejarla ahí pensando, en ocasiones me sentaba junto a ella y comíamos las dos, luego nos íbamos a dormir, cierto día, al llegar a la cabaña encontré algo diferente, todo estaba desordenado, los diarios estaban tirados, los trofeos estaban botados por doquier, en ese momento no le preste mucha atención, así que decidí ordenar todo, pensé que algún animal del bosque había entrado y desordeno el lugar, pero había algo que no cuadraba, la puerta estaba cerrada y al revisarla no encontré rastros de rasguños, tampoco pudo haberla empujado y entrar, ya que la cerré bastante bien, tampoco pudó haber entrado por la ventana, estaban selladas con madera, entonces escuche abrirse la puerta, decidí esconderme debajo de una mesa, detrás de algunas bolsas viejas, fue entonces cuando escuche unos pasos, luego, vi unas botas llenas de barro, era un hombre, tiro un ciervo al piso y empezó a despellejarlo, fue cuando decidió ir al ático, entonces salí de mi escondite, lo primero que pensé fue en escapar, me dirigí hacia la puerta, pero entonces vi a otro hombre, de aspecto robusto que me miraba con ojos de fuego, quede inmóvil por un momento, ese hombre extendió su brazo y vi que tenía un mazo bien grande, estaba a punto de golpearme cuando logre esquivarlo y salir por debajo suyo, entonces lanzó un grito y me empezó a perseguir, luego vi que el otro hombre estaba detrás suyo, me estaban persiguiendo, iban a matarme, llegue hasta el río y decidí ir contra la corriente, los había dejado muy atrás, llegue a una cueva, en ella encontré varios restos humanos en descomposición, algunos eran recientes, el olor era insoportable, logre ver algunos cuerpos mutilados, y de entre todos ellos encontré el de una de las señoras del barrio, era la mamá de Alexandra, escuche desde mi ventana que la estaban buscando, creo que llevaba unos diez días de desaparecida, yo la encontré, decían que si la encontraban se daría una gran recompensa, si les llevaba el cuerpo, ¿me darían algo por haberla encontrado?, entonces escuche nuevamente la voz de aquel hombre, mire por todos lados, intentando encontrar algo con lo que defenderme, como es que llegue a esa situación, pase varios años en esa cabaña, nunca pensé que alguien vivía allí, me empiezo a preguntar si realmente estuve sola todo este tiempo, o estaba siendo vigilada en secreto.




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