Roses

Capítulo 1

[...Abrió los ojos llevándo su mano al agitado pecho, suspiró entrecortadamente regulando su respiración, su mirada vago por la habitación en busca de lo que parecía ser su única preocupación, y sus ojos brillaron al verlas con claridad, las rosas...]

Las pesadillas incrementaron con el pasar del tiempo, cada noche temía cerrar sus ojos, sabía lo que ocurriría y aún así no podía evitar que la emoción invadiera su dormido cuerpo al verla nuevamente en el umbral de la puerta. 
Llevó a su nariz una de las tantas rosas que decoraban su habitación, 

-comienzas a marchitarte- dijo mientras acariciaba uno de sus pétalos, saber de quién hablaba era difícil de suponer, quizás la pálida flor tenía más vida que ella. 

... 

Caminaba silenciosamente por las calles cubiertas de hojas las sonoras carcajadas de Sirio eran mi canción favorita, tomó mi mano sin dejar de dar pequeños saltos haciendo crujir las hojas debajo de sus zapatos, el viento se colaba entre su rojizo cabello.
Sus movimientos cesaron cuando finalmente correspondi su agarre, era la primera vez que lo hacía después de infinitos intentos de su parte. -Me gusta cuando tomas mi manita, se siente bien aquí- dijo Sirio señalando su pecho -Me gustaría que nunca la soltaras, incluso cuando seamos viejitas y las arrugas decoren nuestros rostros- sonreí ante sus palabras mientras me acercaba a ella dejando un pequeño beso en su mejilla -prometo nunca, nunca, nunca soltarte- dije animadamente -¿nunca?- preguntó casi inaudible, moví mi cabeza en negación, y sentí sus pequeños brazos rodearme mientras dejaba besitos en mi rostro 

-Nunca- dijo bajando la mirada, -nunca podré soltarte- miró la cicatriz en su mano producto de una de las tantas promesas que había hecho,

 -prometimos tantas cosas, no pudimos con el ayer y aún así espero nuestro mañana- 

...

-Cuentame Vega, ¿cómo te sentiste la última semana?- una nueva sesión era abierta en la pequeña habitación que conocía de memoria

 -bien- dijo sin importancia, recorriendo por milésima vez los cuadros que decoraban la Blanca pared

 -¿hay algo que deba saber?- preguntó la chica con su clásico tono de superioridad 

-...Sirio...volví a soñar con Sirio- soltó mientras apretaba sus manos contra su pecho, un largo suspiro vino acompañado de lo que ya era cotidiano escuchar

-Vega...ya hablamos de esto, debes supera..-


-no- respondió firme -no puedo olvidarla, no quiero hacerlo- 


-Ella no volverá- dijo finalmente la mujer -sabes que no lo hará y de igual forma insistes- las palabras le dolían, desmoronaban todo aquello que con esfuerzo había construido, sus ojos se cristalizaron, rompiendo su corazón 

-ella está en nuestra casa, la veo cada noche- contaba con ilusión -me espera en la puerta, necesito ir a buscarla- dijo entrecortadamente con lágrimas empapando sus mejillas -no puedo soltarla si ella no lo hace primero- 

...

La consulta había finalizado, sus manos sostenían variados frascos de medicinas junto a una nota que indicaba su próxima visita, 

-al demonio- dijo cambiando el rumbo de sus pasos, dirigiéndose al lugar que solía frecuentar en sus sueños, tiró los recipientes y la pequeña nota de papel, deshaciéndose allí de todo aquello que algún día le dolió 





 




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