Rostros de papel

Capítulo #2 – Los ojos del lector

Todo el grupo estaba alterado. Diego no podía calmarse, por lo que su novia tuvo que intervenir. Nathan también estaba en shock, revisando su mano una y otra vez. Alisson, visiblemente espantada, miraba a Stefany con una mezcla de miedo y duda. 

—Any, ¿por qué tú no estás alterada como nosotros? Dime, por favor, si ya sabías que esto iba a pasar — preguntó Alisson. 

—Sí, ya había tratado de interactuar con él en la tienda de dulces, pero me pasó lo mismo que a Nat. Mi mano atravesó su espalda —confesó Stefany. 

Los chicos se quedaron estupefactos, incapaces de entender cómo Stefany podía mantener tanta compostura ante algo tan inexplicable. Era una experiencia surrealista, algo que jamás pensaron ver, y estaba ocurriendo frente a sus ojos. 

Los minutos pasaron y el grupo seguía observando a Alejandro, que tomaba lentamente sorbos de una taza de café que había aparecido de la nada. Ningún camarero se había acercado a tomar su pedido, y parecía que ningún otro comensal podía verlo. 

—¿Te puedo hacer una pregunta, por favor? —dijo Alisson a Stefany mientras sus miradas permanecían fijas en Alejandro. 

—Sí, claro —respondió Stefany. 

—¿Qué va a hacer ahora ese chico? ¿O solo va a seguir tomando café? 

—Sinceramente, no lo sé. Se supone que la protagonista de la novela debería aparecer en cualquier momento, pero no lo ha hecho —explicó Stefany, frunciendo el ceño con preocupación. 

Los cuatro amigos continuaron con sus propias conversaciones, intentando hablar de lo que les había ocurrido en los últimos días y compartiendo uno que otro chisme, pero no podían evitar lanzar rápidos vistazos a Alejandro de vez en cuando. Poco a poco, el grupo fue digiriendo la extraña situación. 

Sin embargo, las cosas se mantuvieron igual. Alejandro seguía tomando sorbos de esa interminable taza de café y la protagonista de la historia no daba indicios de aparecer. Poco a poco, los amigos comenzaron a retirarse. Primero fue Alisson, cuya madre la había llamado preguntando por ella, y Diego, como uña y mugre, no podía estar lejos de su querida novia. Por último, Nathan se tuvo que ir después de recibir algunos mensajes en su celular, no sin antes sugerirle a Stefany que también se marchara. 

—¿Segura que te vas a quedar esperando? —preguntó Nathan. 

—Sí, lo siento amor, pero quiero ver si esta vez aparece la protagonista de la historia. 

—Bueno, pero no te quedes mucho tiempo, Any. 

Media hora después de que sus amigos se hubieran ido, los demás comensales también comenzaron a marcharse, uno por uno, hasta que solo quedaron Stefany y Alejandro. 

—Señorita, le informo que ya mismo vamos a cerrar el establecimiento y usted es la única que sigue aquí. Gracias por su comprensión —dijo una de las camareras a Stefany amablemente. 

Decidida a marcharse del lugar, Stefany decidió revisar una última vez el libro antes de irse. 

—P-Pero ¿qué está sucediendo? —se cuestionó a sí misma al ver que las palabras del libro comenzaban a moverse desordenadamente delante de sus ojos. Después de unos segundos, las letras se detuvieron. 

—¿Qué carajos pasó? —se preguntó nuevamente al ver que el contenido de la página era diferente a como lo recordaba. Entonces decidió leer lo que ahora estaba escrito en él. 

“Luego de que Alejandro esperase por lo que para él era una eternidad, se dio cuenta de que aquella chica que había estado esperando desde el inicio se encontraba frente a sus ojos, sentada completamente sola y con su rostro metido en un libro. Entonces, sin darse cuenta, él ya estaba sonriendo de oreja a oreja hasta que aquella chica lo regresó a ver.” 

Stefany estaba estupefacta. El texto ahora decía algo completamente distinto, y especialmente el hecho de que había visto cómo las letras se movían por toda la hoja. Sin más que hacer, regresó la vista a Alejandro. Su sorpresa fue enorme al ver que él ya la estaba mirando, sonriendo de oreja a oreja, tal y como lo decía el libro. 

—Definitivamente me estoy volviendo loca —se repetía constantemente en su cabeza, una y otra vez, sin despegar su mirada de Alejandro, quien ya se había levantado de su asiento y, tras un gesto con su mano, la invitaba a salir con él fuera del restaurante. 

Stefany guardó apresuradamente el libro en su mochila, agradeció a la camarera y se marchó corriendo del restaurante, tratando de alcanzar a Alejandro, quien ya se había ido. 




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