Tercer Capítulo

Rubí salió nuevamente a disipar su mente y visitó su lugar favorito, coincidentemente Armando por segunda vez la encontró, pero esta vez sin su padre y al mirar que era la misma chica que vio por  primera vez le llamó la atención y sorprendido por su belleza y la melancolía evidente que emanaba su actitud pensó que algo le ocurría, lo que hizo que él titubee y no sepa con qué pretexto acercarse y mantener una conversación, al imaginarse que había la posibilidad de no volverla a ver, decidió acercarse con la excusa de consultarle sobre la existencia de un sitio para rentar mientras durara su permanencia de trabajo en las minas de Buenos Aires. Al inicio a Rubí le incomodó la manera en cómo se acercó aquel desconocido, ya que, los golpes de la vida la habían hecho desconfiada, pero al escuchar su voz apacible y la educación de su expresión sintió algo que nunca había sentido en su vida un cosquilleo inexplicable en su estómago y pensó que algún alimento que se sirvió le había caído mal, por decir lo menos.        

Aquel chico al tener más edad que ella se encontró cautivado, motivándolo así a conseguir un lugar para alojarse y entablar una conversación amena, situación que fue aprovechada para pretenderla como su nueva conquista, es así que la visitaba cuatro veces a la semana con cualquier pretexto de pedir su ayuda, aprovechando de esos momentos para ser cada vez más cercano a sus problemas y enamorarla. 

La adolescente al ver que aquel desconocido que ahora era su vecino tenía las respuestas a todas sus interrogantes y sus necesidades afectivas, fue sintiendo que nacía un sentimiento inexplicable en su interior y un deseo de estar cada vez más cerca de quién llenaba con sus acciones y palabras el vacío que sentía al no tener a su madre y pasar solo con su padre que a pesar de todo ella le admiraba, pero lamentablemente él no podía brindarle lo que ella más anhelaba que era afecto, cariño, comprensión y tiempo para compartir.