Rubí, la Elegida ( Trilogia La Elegida, libro 1)

Capítulo 14. LA HUIDA

 

Estaba emocionada por verle, pero, a la vez estaba aterrada, no sabía cómo íbamos a salir de esta situación.


 

—Tranquila, te juro, que te voy a sacar de aquí, haz todo lo que te diga, vale?—dice Dylan con esa voz tranquilizadora.


 

—De Acuerdo, pero tenemos que tener cuidado, está gente está chalada.—digo preocupada y me da un pequeño mareo.


 

—Estas bien? Puedes andar?—pregunta intranquilo.


 

—Si, solo me ha dado un pequeño mareo, estoy lista, vamonos!!—digo para que no se preocupe, pero no es verdad, no estoy nada bien y noto que se me escapan las fuerzas.


 

Me coge de la mano y salimos de allí rápidamente, pero con precaución, tenemos que tener mucho cuidado de no toparnos con nadie, si no, estaremos perdidos o eso creía yo, porque cuando llegamos al ascensor para subir y poder salir del edificio, nos encontramos con dos personas que parecen científicos como el doctor Smith y por lo extraño que parezca, no nos descubren, si no, lo saludan a Dylan como si fuera el mismísimo Smith.


 

—Buenas tardes señor—


 

—Buenas tardes— dice Dylan con mucha autoridad. Subimos al ascensor y en cuanto se cierran las puertas, suelto todo el aire que había retenido y vuelvo a respirar, todavía no me creo que estemos saliendo.


 

—Dylan, que acaba de pasar? Porque no nos han detenido?—le digo incrédula de lo que acaba de pasar.


 

—Tranquila, luego te lo explico, ahora salgamos de aquí —susurra mientras se abren las puertas otra vez y salimos rápidamente. Pero cuando estamos a punto de salir por la puerta principal, empieza a sonar una alarma y aparecen unos guardias para intentar detenernos.


 

—Rápido, que no escapen— oigo que dice Smith a los guardias. Intentamos salir, pero las puertas no se abren, nos giramos a esperar para luchar.


 

—Que vamos a hacer?— le pregunto a Dylan preocupada.


 

—Tranquila, tengo un plan.—me dice Dylan demasiado relajado.


 

En cuanto escapamos del edificio empezamos a correr, pero yo estoy tan débil que tropiezo con mis propios pies y caigo al suelo de cruces.


 

—Rubí!! — dice mientras se agacha y me coge en brazos.


 

—Lo siento, no me quedan fuerzas para seguir—digo apenada bajando la mirada. Él me mira y me levanta la barbilla.


 

—Nunca bajes la cabeza, no sé por lo que abras pasado, pero yo siempre te protegeré, aunque tenga que dar mi vida.—dice mientras me lleva al coche y me mete dentro. En cuanto me tumbo estoy tan agotada que mi cuerpo y mente ya no pueden más y me quedo dormida rápidamente.


 

Abro los ojos, pero me pesan los párpados y me cuesta mucho tenerlos abiertos, me levanto de sopetón, con el corazón a mil y lágrimas en los ojos, me siento asustada, aterrada, pero poco a poco empiezo a tranquilizarme al ver que ya no estoy en ese espantoso lugar, si no en casa de mi madre, debe de haberme traído Dylan después de sacarme de allí.


 

Miro a mi alrededor, pero no lo veo, intento ponerme de pie despacio, para no marearme y salgo de la habitación, empiezo a oír voces, me saturo un poco, después de estar un día entero sin que funcionara mis poderes y por lo débil que estoy. Cada vez las oigo más claras, están en la cocina, mi madre, las chicas y Dylan, hablando sobre mi estado y como pueden ayudarme.


 

—Tendríamos que llamar a un médico para que la examinara o llevarla al hospital.—oigo decir a mi madre.


 

—No, no sería prudente, ahora que ha despertado sus poderes no sería seguro, yo puedo curar sus heridas.—contesta preocupado Dylan.


 

—Estoy de acuerdo, pero tenemos que tener mucho cuidado, no sólo porque Cameron sigue hay fuera, si no, porque está organización va detrás de ella y es muy peligrosa, ha saber que le hicieron.—dice Amy inquieta.


 

Entonces empiezan a discutir todos sobre que deben hacer, yo al oír tanto barullo, me empieza a doler la cabeza, entro a la sala para pedir un poco de silencio.


 

—parar ya!!! Haaa!!!—grito desesperada por el dolor que me provoca sus voces.


 

—Que te pasa Rubí, estás bien?—pregunta mi madre preocupada acercándose a mi.


 

—No se, he empezado a escuchar vuestras voces y me ha dado un dolor tremendo de cabeza, es insoportable!!!—digo aún medio chillando. Pero entonces se acerca a mi Dylan y me abraza y en cuanto lo hace desaparece todo dolor y desesperación, me queda en armonía.


 

—Que has hecho Dylan? Ya no me duele nada y me siento en calma.—digo extrañada pero aliviada.


 

—Tranquila, es mi curación, cuando toco a alguien puedo curarla físicamente y mentalmente, claro, siempre que no esté muy malherido—explica Dylan mientras se separa de mi y me mira.


 

—En serio? Entonces yo también podría hacerlo?— pregunto intrigada.


 

—Si, claro, si entrenas podrás hacer lo mismo que yo, porque también eres parte ángel.—dice afirmando lo que ya pensaba. Desde que he abrazado a Dylan tengo las ideas mucho más claras, así que, cuando pase unos días empezaré a entrenar, aunque me de miedo mis poderes, más miedo me da volver a pasar por ese sufrimiento o aún peor, que le pase algo a alguien que quiero, no puedo permitirlo.


 

—Mama, chicas, Dylan, escucharme, acabo de decidir que voy a entrenar mis poderes, no quiero volver a pasar por lo que pasé, ni que nadie salga lastimado.—digo secando las lágrimas. Todos se quedan mirando y empiezan a reír de alegría.


 

—Me alegro cariño!!—dice mi madre.


 

—Por fin, ya era hora.—dice como no, Kayla. Amy y Natalie se miran, cogen a Kayla, vienen hacia mi corriendo y me abrazan, yo empiezo a reír, que haría yo sin estás locas.




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