Ya hace una semana que intentaron matar a mi madre, sentí tanto miedo de perderla, que al fin accedí a entrenar con Dylan y las chicas, pero con una única condición, no volvería a usar mi poder de luz.
Durante estos 7 días no he parado ni un minuto, por la mañana ayudaba a mi madre en casa, después me iba a la biblioteca a estudiar un rato y por la tarde, entrenaba mis poderes, con Kayla mi lado oráculo como comunicarme en sueños con los muertos. Después estuve con Amy y me enseño los poderes que tenían las hadas, cada uno era mejor que el otro, hablar mentalmente ya lo conocía, pero el otro poder era increíble, tele-transporte, me encantó, pero no lo conseguía hacer.
—Esto es una mierda, no lo consigo!—digo ya estresada, después de intentar tele-transportarme como unas cincuenta veces, no me explico como puedo ser tan torpe.
—Tranquila, yo tarde como un mes en conseguirlo, se necesita practica y paciencia—dice Amy.
—¿Enserio? Te sale tan natural que pensé que te había salido a la primera.—digo sorprendida.
—Que va!!! Estuve un tiempo agobiada, como estas tu.—me dice Amy riéndose a carcajadas.
—vale, tampoco hace falta que te rías de mi.—digo molesta.
—Perdona, no te enfades,¡anda!—dice poniéndome ojitos, cuando me lo hace no me dura el enfado, no puedo, es una de mis mejores amigas.
—si es que no puedo enfadarme contigo, ¡mi hadita!—le digo mientras la abrazo y seguimos con la clase. Después de una hora ya estaba reventada y decidimos seguir al día siguiente.
Después de la ducha, me puse a recoger el salón mientras se hacía la hora de la cena, estaba mucho mas tranquila desde que empecé a practicar mis dones y a luchar, pero sobretodo, porque no nos habían vuelto a atacar ni nada, eso era un alivio, pero sabía que no podíamos bajar la guardia, no con Cameron suelto y planeando a saber qué.
Estaba tan inmersa en mis pensamientos que no me di cuenta de que me estaban llamando al móvil, hasta que colgaron y Dylan apareció en el salón.
—Rubí,¿ estás bien? ¿No, has oído el teléfono?- me dijo de repente intranquilo.
—Si, estoy bien, es que estaba sumergida en mis pensamientos—le digo cogiendo el móvil para mirar quien me había llamado. En verdad eso me estaba ocurriendo desde el incidente con mi madre, me quedaba absorta en mis pensamientos y no me enteraba de nada.
—¿Otra vez? Me empiezas a preocupar.—me dice angustiado.
—Tranquilo, estoy bien, de verdad.—le digo mientras llamo a Kayla, ya que era suya la llamada de antes. Me dirijo a mi cuarto, después de comunicarle a Dylan que voy a llamarla, me gusta tener intimidad, porque no suele llamarme y cuando lo hace es por algo importante. Me siento en la cama y al segundo tono descuelga la llamada.
— Hola—
—Hola, dime, que antes no he oído el móvil.—
—¿Puedo ir ahora a tu casa?—
—¿Pasa algo?
—No, tranquila, es para hablar de un tema, que por teléfono no me gusta.
—Vale, aquí te espero, hasta ahora.—
—Hasta luego—
No necesito mas explicaciones para saber de que quería hablar, seguro había tenido una premonición, cuando le pasa siempre se preocupa y viene a mi casa. Le cuento a Dylan sobre la llamada y salgo a la entrada de casa a esperar a que llegue. Ya esta anocheciendo y se ve un cielo de varios tonos naranja, amarillo y rojo, es precioso, me encanta. Mi entrada tiene un pequeño patio, con una mesa de piedra y dos bancos en medio y a los lados un pequeño jardín, a mi madre le maravilla las plantas y flores, pero a mi lo que mas me gusta es el balancín que me coloco mi padre cuando era pequeña, tengo muy bonitos recuerdos con mis padres, es mi lugar favorito de la casa.
Enseguida veo a Kayla entrar por la puerta del patio y me acerco a saludarla.
—Hola, ¿cuéntame, que pasa?—le digo mientras la abrazo, la veo un poco demacrada como si no hubiera dormido en dias.
—Hola, vamos a sentarnos—dice mientras me coge del brazo para dirigirme hacia el balancín. Nos sentamos y empiezo a sentirme angustiada, no se, que querrá decir, pero, no pinta nada bien.
—Haber como empiezo…desde hace dos días tengo la sensación, de que nos están siguiendo, no he visto a nadie ni nada, mas bien es un presentimiento, pero estoy preocupada por ti.—dice intranquila. La verdad que yo también he tenido esa sensación, pero lo achacaba al trauma que sufrí.
—Es normal, tenemos mucha presión, podemos imaginarnos cosas…—le digo para quitar hierro al asunto.
—No es mi imaginación, sabes como soy, no me preocupo por cualquier cosa.—me dice cogiéndome de la mano.
—Tengo miedo que te pase algo, por eso he venido, tengo que enseñarte a utilizar un poder que no te he enseñado.—dice haciendo que me entre la curiosidad.
—Dime, ¿de que se trata?—
—Me he centrado en ayudarte a controlar el poder de los sueños, pero no, el de ver que a ocurrido cuando tocas un objeto o lugar.—
—¿De verdad? ¿Y como funciona?—digo emocionada.
—solo tienes que coger un objeto o tocar un lugar, concentrar todas tus fuerzas en el y poco a poco te vendrán imágenes de lo que ha pasado en las ultimas veinticuatro horas, por lo menos es el tiempo máximo que he podido ver.—
—Que guay! Déjame que lo intente ahora.—digo encantada, cada vez me acostumbro mas a este mundo de magia y poco a poco voy perdiendo el miedo.
—Si, mira, toca el banco donde estamos y concéntrate solo en el, no pienses en nada mas, con todas tus fuerzas y cuando notes como una electricidad, di en voz alta “muéstrame” y si lo has hecho bien, enseguida lo veras.—dice mientras toco el banco y al segundo noto esa electricidad de la que me estaba hablando, es una sensación intensa pero agradable, digo la palabra y entonces lo veo la imagen de como el gato negro de los vecinos se sube al banco y se tumba a dormir, se siente a gusto y tranquilo, relajado.
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Editado: 19.12.2024