Capítulo 15

Habían pasado tres horas después del mediodía cuando Ava por fin regresó a la Casa Matriz. Aunque quería terminar de poner bajo tierra al resto de los cazadores, Patrick le ordenó volver para continuar con el resto de sus deberes. En otro momento, con la ira cegadora ardiendo en su interior, habría protestando frente a él, ahora sin embargo... Simplemente obedeció.

«Es tan fuerte que atraviesa las paredes»

Ava no quería volver a ser esa criatura rabiosa que Trent tuvo que disciplinar de forma pasiva, no si iba a recuperar la paz para Nora y su familia. Ava era dueña de sus instintos, era ella la que tenía el control.

—Ava, te estaba buscando.

Levantando la mirada ante el llamado sonriente de Dimael, Ava se detuvo del otro lado de la fuente decorativa en la parte frontal de la casa. Dima iba saliendo, paró en el primer escalón. Estaba vestido con prendas ligeras, un delgado suéter verde oliva, vaqueros marrón oscuro y botas viejas, llevaba además, una mochila negra colgada a la espalda. Demasiado liviano de ropa para cualquiera que lo viera. El clima podía ser bastante irregular al final del invierno y era probable que la temperatura continuase en puntos bajos hasta la mitad de marzo e incluso hasta principios de abril.

Pero Dimael tenía varias ventajas en esta temporada, Ava ya había dejado de ordenarle al leopardo de las nieves que se pusiera abrigo, de todos modos no obedecería.

—¿Ha sucedido algo? —Ava preguntó yendo hacia él.

Dimael le ofreció una sonrisa tranquilizadora, de esas que extendía sus labios en una línea delgada y entrecerraba sus ojos.

—No, todo está bien —aseguró—. No te preocupes. Vengo por otros asuntos importantes.

Quitándose la mochila, la abrió y del interior sacó un contenedor térmico negro. Ava esbozó media sonrisa, sabiendo lo que había ahí dentro.

—Te has saltado el almuerzo —Dima le recordó—. Así que Alex me ha encomendado acercarte un poco de comida donde sea que estés.

Ava no tenía mucha hambre, pero recibió el cuenco con sopa de vegetales y el trozo de pan tibio.

—Comerás mejor si te sientas —dijo Dima, y se sentó también al borde del escalón.

Él también tenía algo para comer, con el propósito de acompañarla, pensó ella, aunque no era un almuerzo específico sino que, solo era una cesta de galletas de nuez con cobertura de chocolate amargo. Dimael era el único en toda la coalición que tenía el beneficio de acceso completo a las provisiones de Alexander, pero esto solo era en invierno ya que Dimael tenía una condición que lo diferenciaba del resto.

El invierno era el hogar de un leopardo de las nieves, su capacidad de regular su temperatura corporal era mejor que la de cualquier otro tipo de cambiante, pero eso conllevaba un enorme gasto de energía, energía que debían reponer constantemente a través de la comida. Una solución más sencilla era utilizar ropa térmica como cualquier otro cambiante, pero Dimael no huía del frío, su orgullo por lo que era no se lo permitía.

De la misma forma que un lobo no se ocultaba de la noche, o un león no evadía la brillante luz del sol.

Así que Dimael gozaba de abundantes reservas de comida durante seis meses al año para reponer sus fuerzas. Alexander estaba contento ayudando de esa forma.

—Habías dicho otros asuntos —dijo Ava después de un mordisco al pan y una cucharada de sopa—. Habla.

—Sí. —Dimael terminó una galleta, luego empezó otra y dijo entre bocados—. Tiene que ver con los tigres nuevos.

Ava se tensó. Tras haberle pedido en la mañana que recogiera toda la información posible de la familia, Ava esperaba datos útiles.

—Del más grande al más pequeño, todos son normales.

Bien, eso no ayudaba.

—¿Solo eso? —Ava se esforzó para bajar el trozo de pan, estaba perdiendo sus ganas de comer cualquier cosa—. ¿Ningún rasgo particular?

—Hm, no, nada. Pelaje normal, tamaño normal. —Dimael estiró los pies hasta que sus talones llegaron al tercer escalón—. Con parámetros físicos tan comunes un cazador debería haber pasado de ellos luego del primer ataque. Si entre ellos hubiera uno con las características de tus hermanos... —Un ligero encogimiento—. Con eso tal vez, se podría relacionar la cacería masiva como método.

Con su tigresa acercándose para gruñir a la idea de sus hermanos siendo el objetivo de los cazadores, Ava descartó los atributos físicos como el motivo de la cacería.

—En ese caso, los buscaban para trabajos específicos.

Algo incluso más cruel que despojarlos de sus vidas y sus pelajes.

La expresión de Dimael se oscureció ligeramente conforme giraba una galleta entre los dedos. Se sentía tan extraño mirarlo, su rostro huesudo pero con lineas fuertes, su cabello tan corto que apenas sobresalía de la piel, Ava se había acostumbrado a ver largas cabelleras de todos los colores y estilos, todas y cada una cuidada con orgullo y dedicación.

La de Marshall llegaba por debajo de los hombros...

—¿Obtuvieron algo útil? —Dimael preguntó, girando un poco hacia ella, sus fosas nasales extendidas.

Había capturado el leve olor a sangre seca de las pequeñas gotas que había olvidado en su ropa. No todos estarían de acuerdo con sus métodos de interrogación, pero no conocía tanto a Dimael para saber si su conducta violenta terminaría por repelerlo.

Pero el hombre volvió a sonreír con despreocupación y Ava volvió a preguntarse cuanto de ella era legible para los demás.

—Tranquila, no me afecta un poco de sangre. De donde vengo las personas se hicieron fuertes para pelear contra cualquier clase de adversidad, eso incluye muchos intrusos.

Dimael no solía hablar sobre su vida en el clan Ice Daggers, así que por curiosidad, ella guardó silencio y esperó, mientras el leopardo de las nieves fijaba su mirada en la estatua de la fuente.

—Mi alfa era tranquilo y calculador la mayoría del tiempo, pero hubo ocasiones en que se cruzó con algunos idiotas que no respetaron la propiedad privada. —Una leve sonrisa nostálgica y luego continuó—. Los hizo pedazos, pero no los mató, dejó que huyeran. Supongo que ese es su pequeño lado piadoso.