Un crujido metálico retumbó detrás de ellos. Yinzo y Yanaki apenas alcanzaron a girar la cabeza cuando el portal, que segundos antes chisporroteaba con energía azulada, se colapsó sobre sí mismo con un destello sordo. El círculo mágico se deshizo, dejando solo un salón oscuro y un silencio incómodo.
—Genial… atrapados —murmuró Yanaki, soltando un suspiro mientras giraba su anillo negro con nerviosismo.
—Bueno, al menos no estamos muertos… todavía —respondió Yinzo, intentando mantener el humor mientras ajustaba su anillo blanco.
Frente a ellos se alzaban las puertas de un laboratorio desconocido, con paredes cubiertas de pantallas rotas y tuberías oxidadas. El suelo bajo sus pies crujía con cada paso, y la única iluminación venía de unas luces débiles flotando sobre cabezales de maquinaria inactiva.
Avanzaron lentamente hasta una sala central donde sobresalían vitrinas de seguridad, muchas vacías y otras destruidas. Sin embargo, en una esquina, dos estuches de vidrio aún estaban intactos, brillando con un resplandor tenue.
—¿Eso son… armas? —Yanaki se adelantó con cautela.
Yinzo inspeccionó los estuches: dentro descansaban dos pistolas de diseño elegante, parecidas a unas G18, pero sus superficies estaban cubiertas por grabados mágicos que resplandecían. Una destellaba en tonos rojos, otra en azul.
En el aire apareció un anuncio flotante:
> Sistema Armamental Mágico – Modo Vinculación Inicial
Seleccionando portadores compatibles…
Vinculación Completa. Habilidad base desbloqueada.
Ambos sintieron una descarga recorrer sus cuerpos mientras los estuches se abrían por sí solos. Yinzo tomó la pistola azul, notando cómo el arma se adaptaba a su mano. Yanaki empuñó la roja, su maná vibrando como si la reconociera.
Una segunda notificación surgió:
> Arma Vinculada: Clase Básica M-Proto
— Habilidad Desbloqueada: Disparo de Carga Elemental
— Nota: Evoluciones disponibles según crecimiento del porta
dor.
Yanaki silbó, impresionado.
—Hermano… oficialmente dejamos de ser estudiantes comunes.
Yinzo giró la pistola, probando su peso.
—Y oficialmente empezamos a sobrevivir en este lugar.
Un sonido seco interrumpió sus pensamientos. Desde una de las puertas secundarias se escuchó un golpe, luego otro… hasta que una figura deformada emergió: un Kinamal.
Yanaki sonrió, preparándose para disparar.
—Hora de estrenar estas bellezas.
Sin más opción, ambos apuntaron sus armas y dieron el primer paso en el nuevo mundo.