Sigo pensando en lo que pasó con Matthew, después de ese día, verlo a la cara me resulta un poco vergonzoso. Muy en el fondo sabía la respuesta a la interrogante de: ¿quién me gusta?. Desde ese momento en el que su mirada se torno intensa, mis pensamientos no han dejado de darle vuelta a su persona. Realmente me gusta la manera en que me trata, me gusta mucho el como me mira y también su sonrisa tan prolija.
Estábamos en receso, luego de aquí nos toca una clase con la profesora Lucrecia, nuevamente sobre mi uniforme vestía el suéter celeste de Matthew. Creo que robar su suéter durante todo el día, se ha vuelto una de mis actividades favoritas. Es tan suave al tacto y huele tanto a él, no sé con que palabras podría describir exactamente su olor, pero si tuviera que decir una, seria que huele a cítricos, es un olor atrayente. Además de vestir su sueter, ahora el lanyard con el diseño de una caricatura en donde siempre lleva sus llaves, descansa alrededor de mi cuello, y siento que de alguna manera, me une a él.
En estos días, se ha vuelto una costumbre que por la mañana el sol brille con fuerza, pero después del mediodía, las nubes se tornen grises y la lluvia caiga sobre las calles. Tengo la mala manía de olvidar siempre mi paraguas, así que llevo una bolsa de plástico en la mochila para evitar que mis cuadernos se mojen.
-Jos, dame de tu fresco- escucho a mi lado. Alan toma de manera descarada mi fresco y se lo bebe; es algo normal en él.
-No era para que te lo tomaras todo- le digo, haciendo un puchero, aunque solo es teatro, pues ya estaba aburrida de ese fresco y lo traía solo para que mamá no me regañara.
-Disculpa- me dice, con una mirada que claramente dice "no lo siento en absoluto". Yo solo ruedo los ojos y sonrío. Escucho otras voces y giro el rostro; Matthew y Dereck se acercan y se sientan junto a nosotros.
-¿Ya terminaron la práctica de examen?- les pregunto, abriendo un paquete de galletas que mi madre había puesto en mi lonchera.
-Lo de las funciones, sí, la última parte todavía no- responde Dereck. Dirijo mi mirada a Matthew, esperando su respuesta.
-Sí, yo lo terminé el mismo día que nos la dieron. Estaba fácil- dice, sonriendo. Me quedo mirando fijamente su sonrisa y, cuando él me mira a los ojos, aparto la vista de inmediato.
(...)
Estábamos casi en la salida cuando Sharon se acerca a mí con una sonrisa de oreja a oreja. Me toma del brazo y me hace detenerme. Miro a los chicos y les hago una seña para que se adelanten.
-Jos, de verdad estoy muy feliz. En el receso estuve con Kendall, ya sabes cuánto me gusta, pero eso no es todo, me dijo que yo también le gustaba y me pidió ser su novia- dice Sharon, con las mejillas ligeramente sonrosadas y una felicidad que se nota a kilómetros.
-¡Oh, Dios! ¡Felicidades, Sha!- le digo, abrazándola- Me alegra mucho que sea así. De verdad, espero que él cuide de ese lindo corazón tuyo, porque, además de ser una muñeca hermosa, eres una persona muy noble- le digo, mirándola a los ojos y poniéndome una mano en el pecho.
Cuando coloco mi mano en el pecho, me doy cuenta de que todavía tenía el lanyard de Matthew, y él ya no se veía por la entrada del colegio. Miro a Sharon con los ojos abiertos por la sorpresa.
-¿Jos?- me dice, preocupada.
-Matthew se ha ido, y yo tengo las llaves de su casa- le digo, haciendo un mohín mientras tomo su mano y camino rápidamente hacia la salida, con la esperanza de que no se haya montado al autobús y me dé tiempo de alcanzarlo.
Al salir del colegio, diviso a Dereck charlando con Alan, pero Matthew ya no está, y la preocupación se asienta en mi pecho.
-Chicos, ¿hace cuánto se fue Matthew?- pregunto desesperada.
-Un poco antes de que ustedes llegaran. ¿Por qué?- pregunta Dereck, con una expresión de incertidumbre, al igual que Alan.
-Pues...— les digo, levantando las llaves frente a sus ojos. Ambos abren los ojos, sorprendidos.
-Voy a llamarlo. Ustedes suban a la parada a ver si todavía está ahí- dice Alan, sacando su celular.
Sigo tomada de la mano de Sharon, y ambas empezamos a caminar velozmente hacia la parada de Matthew, rezando para que haya contestado la llamada de Alan y que no se haya ido todavía.
Cuando llego a la parada, uno de los autobuses estaba saliendo. Corrí tan rápido que me quedé sin aliento, así que me detengo frente al bus y, poniendo mis manos sobre las rodillas, tomo aire. Al agacharme, diviso unos zapatos negros justo frente a mí. Alzo la vista y veo un suéter celeste: es Matthew.
-Pensé que te habías ido- le digo, enderezándome.
-Estuve a punto de subirme al bus, pero recibí la llamada de Alan, así que no lo hice- me dice, mirándome a los ojos, logrando ponerme nerviosa.
-Yo... ammm, perdón, olvidé por completo entregarte el lanyard- le digo, quitándomelo del cuello para ponerlo en sus manos.
-No te preocupes, a mí también se me olvidó- me dice, sonriendo. Me acerco y le doy un pequeño abrazo, que él corresponde de inmediato. Cuando nos separamos, me sonríe de nuevo y saluda a Sharon con la mano antes de subir al autobús que teníamos a nuestras espaldas.
Por un momento, me quedo estática, con el corazón acelerado y una sonrisa tonta en el rostro. Bajo la mirada para que mi cabello cubra el sonrojo en mis mejillas y luego camino hacia Sharon, que me observa expectante.
-¿Te gusta Matthew?- me pregunta directamente, dejándome sorprendida.
-Yo... no lo sé todavía- le respondo, mirando a un lado y haciéndome la tonta.
-Oh, claro que te gusta, se te nota demasiado, amiga- dice riendo y haciendo una cara graciosa.
-No es así, no mientas- le digo, aún cubriéndome el rostro con mi cabello.
-Claro que es así, nena- dice riendo aún más. Solo puedo fruncir el ceño y hacerle un mohín.
-No, no, pero no importa. Ya va a llover y tu parada está lejos, así que voy a bajar- le digo, dándole un abrazo.