"Rutina de Besos"

Capítulo 3

4 años y medio después

Desperté con un dolor intenso en mi cara y me percaté de que me había caído de la cama entre sueños. Solté un gruñido y me incorporé, subí de nuevo a la cama con la intención de dormir un poco más.

No tuve tiempo ni de cerrar los ojos cuando escuché unos golpes provenientes de mi ventana.

Restregué mis ojos y miré en la dirección de dónde provenía aquel molesto sonido, donde pude observar el rostro de Lucas pegado de los cristales mirándome con cara de cachorro perdido.

—No puede ser...

Me levanté a regañadientes y abrí la ventana con pereza. Nada más abrirla, sentí una presión repentina en mis labios debido a la sorpresa, tropecé y caí al suelo llevándome a Lucas en el proceso.

El pelinegro me besaba como si no lo hubiera hecho en mucho tiempo, me estaba dejando sin aire y debía detenerlo. Le mordí la lengua y pude liberarme.

—Podrías entrar como una persona decente, por la puerta, y no ahogarme nada más verme —le repliqué algo molesto.

—Lo siento. Mamá dijo que no me dejaría salir hasta que me vistiera y comiera, así que tuve que tomar medidas drásticas. —Hasta ese momento no me había percatado que estaba en "pijamas", la cual consistía en una camisa ancha y su bóxer.

—Estás loco, es muy temprano. Planeaba dormir más, ahora no podré hacerlo. —Hice un pequeño puchero.

—¡Oh, vamos! No seas perezoso, ¡arriba! Volveré a casa y cuando esté listo vendré a buscarte y más vale que tú también lo estés.

Dicho esto, se escabulló por mi ventana de nuevo hasta su habitación.

Suspiré y me metí al baño, cepillé mis dientes y me di una rápida ducha.

—Cariño, ¿ya te levantaste? —escuché a mi madre

—¡Sí!

Terminé de vestirme y fui al comedor.

—Deberías peinarte de vez en cuando —dijo mi madre al verme.

—¿Para qué? Así está bien.

—Una chica no se fijará en ti si estás así de despeinado.

Tampoco me importa mucho...

Comí mi cereal y apenas tuve tiempo de poner el plato vacío en el fregadero, antes de que Lucas apareciera y prácticamente me arrastrara para ir al instituto.

Puedo caminar solo, pensé para mis adentros al ver que aún no soltaba mi mano, pero al darme cuenta que tenía una gran sonrisa en el rostro le resté importancia.

—¿Qué clase te toca primero? —preguntó de pronto.

—Física —le contesté.

—¡Ugh! A mí, literatura. Te busco a la hora de receso, espérame en el salón.

—De acuerdo. —respondí asintiendo.

Finalmente llegamos al instituto, solté su mano y me iba a dirigir a mi salón cuando sentí un jalón en mi brazo.

—Espera, falta algo —me dice Lucas, por lo que lo miré con confusión mientras me arrastraba detrás de unos árboles.

—¿Qué falta? —pregunté.

De un momento a otro, sentí que me empujaba contra un muro que se encontraba allí y cubría mi boca con la suya, para después, con su lengua, presionar mis labios hasta que los abrí para que pudiera introducirla y explorar mi boca con calma. Me dejé llevar y rodeé su cuello con mis brazos. Sintiendo el sabor característico del caramelo y algo de miel.

Uno de los dulces favoritos de Lucas.

Solo reaccioné cuando sentí cómo apretaba mis nalgas de forma juguetona.

—¿Qué-qué estás haciendo? —farfullé agitado y sonrojado.

—¿Besarte? —cuestionó con cara de inocente.

—Tocaste mi trasero.

—Oh, vamos, te he visto hasta desnudo, solo quería jugar un poco. —Sonrió coqueto y me dio un beso en la frente con cariño. — ¿Te molesta? —preguntó entonces, un tanto preocupado.

—Solo me sorprendió. —Pasé una mano por mi cabello tratando de peinarlo un poco y jalé su mano para salir de aquel rincón, ya había sonado la campana.

Entré al salón y el profesor me sonrió saludándome. Era muy bueno en esa materia, por lo cual le agradaba bastante.

—¡Eli! —Observé a Kevin saludarme desde el asiento contiguo al mío.

—Hola, Kevin. —Le sonreí y me senté a su lado.

—¿Por qué tardaron tanto? —El plural se debía a que era costumbre que llegara al instituto acompañado de Lucas.

—Larga historia...

La clase comenzó y como siempre no tuve dificultades en entender lo que el profesor explicaba.

Kevin me contó, entre susurros, acerca de su nuevo amor platónico, su nombre era Sabrina. Estaba en el salón de Lucas y Luis, era algo rellenita, cabello corto y castaño claro, además de unos bonitos ojos verdes, muy adorable. Kevin aseguró que iba a hacer todo lo posible por conquistarla. Le sonreí y le palmeé la espalda dándole ánimos.

Lo único malo de todo esto era que el castaño se "enamoraba" con facilidad, trataba de conquistar a la chica pero cuando no lo conseguía se desilusionaba y a la semana ya se enamoraba de nuevo.

Sus relaciones no duraban mucho, lo cual era un misterio, ya que mi amigo era bastante agradable y una buena persona, además de que poseía cierto atractivo.

Sonó la campana del receso y salí junto a Kevin. Luis y Lucas, ya nos esperaban en la puerta.

Nos sentamos juntos en una mesa, como era costumbre. Los cuatro éramos bastantes conocidos, Lucas, Luis y Kevin por su físico y su carisma, este último más que todo por sus incontables relaciones, y yo, bueno... Yo era simpático y el inteligente, aunque algunos decían que era odioso, pero solo con aquellos que no me agradaban.

—Bien, Kevin, ¿Quién es la afortunada o debería decir desdichada de esta semana? —preguntó Luis simulando ser un periodista con un micrófono.

—Ja, ja, ja, muy gracioso. Es la adorable de Sabrina. ¡Es tan dulce! ¡Me encanta! —dijo esto último con un suspiro.

—¡Aw! Ya quiero ver al par de tortolitos —comentó Lucas divertido.

Mi carne está bastante buena...

—Oye, Eli... ¿Tú qué piensas?

—Que espero que duren más de una semana y rompan un récord —respondí y seguí devorando mi carne.




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