El día del partido llegó y Lucas se encontraba lo suficientemente nervioso como para haber chocado cinco veces con una de las columnas.
—Lucas, debes calmarte. Nada harás si entras a jugar así —le dije ya cansado de escuchar sus pequeños quejidos cada vez que se golpeaba.
—No puedo evitarlo, es mi primer juego oficial, mucha gente irá —suspiré.
Estábamos en su casa, trataba de calmarlo, pero resultaba inútil y casi era tiempo de que nos fuéramos.
—Oigan, chicos, Robert ya está aquí. ¡Vámonos! —indicó Cinthya y pude ver cómo la expresión de Lucas cambiaba a una de absoluto pánico.
Me acerque rápidamente y sostuve su rostro para que me mirara a los ojos: — Escúchame, todo estará bien. Te he visto jugar y lo haces muy bien, así relájate y vámonos. ¿Está bien?
Lucas asintió y antes de que pudiera alejarme, me agarró de la muñeca y con una sonrisa entre nerviosa y tierna, me pidió un beso.
— ¡De ninguna manera! Todos están afuera
—Por favor, siento que si lo haces estaré más tranquilo
No pudiendo con su expresión, miré a ambos lados rápidamente y bese la comisura de su boca rápidamente.
—Confórmate con eso por ahora. Vamos —finalmente me siguió afuera y nos subimos al auto.
Mi madre dijo que llegaría con Trina, mientras nosotros iríamos con el papá de Lucas, Lily y su esposa Katherine.
Tal vez sonara mal, pero me alegra que su padre regrese a su ciudad mañana, ya me robó lo suficiente a Lucas.
—Hola chicos, ¿Cómo han estado? —nos saludó Katherine con una sonrisa apenas nos sentamos.
La madrastra de Lucas me caía bien. Trataba de agradar a todos, y siempre cuidaba que estuviéramos cómodos. Le sonreí de vuelta.
—Emocionados, ¿cierto Lucas? —volteé hacia el pelinegro y su rostro se tornó un poco pálido. Parece que el beso ya perdió su efecto.
Sin querer solté una risita, disimuladamente tomé su mano y la apreté. Él enseguida volteó a verme, cerró los ojos y finalmente se relajó en el asiento.
~Kevin~
— ¡Te dije que ya voy! ¡No me apresures! —respondí enojado por teléfono.
Dylan me vino a buscar para irnos juntos al partido de Lucas, pero no encontraba mi billetera y me tenía harto llamando cada cinco minutos para apresurarme.
—Está bien, está bien... Esperaré aquí —dije colgando.
¡Mierda! ¿Dónde estás, puta billetera?
Revisé una vez más debajo de la cama, muebles y demás cosas. Decidí revisar en el baño de la sala y ¡bingo!, estaba encima de la tapa del inodoro. La tomé rápidamente y salí de casa al fin.
Dylan me esperaba en la entrada cruzado de brazos, al salir me miró con una ceja alzada.
—No te enojes, pero... ¿Qué te tomo tanto tiempo? Ni que fueras mujer. —Esto último lo susurró, pero aun así pude oírlo.
—Eso no tiene nada que ver, Dylan —Rodé los ojos—. Mi billetera estaba desaparecida, es todo, vámonos.
Él asintió y empezamos a caminar uno al lado del otro. De vez en cuando rozaba mis dedos, como si quiera entrelazar nuestras manos.
Esta era una de las cosas que había cambiado entre nosotros desde aquella primera cita. El chico comenzó a comportarse de forma más "coqueta", recordándome constantemente aquella confesión.
Toques casuales, que podrían pasar desapercibidos para cualquiera, pero que a mí me erizan la piel. Cosas como rozar nuestras manos cuando caminábamos juntos, o acariciar mi cuello de repente. Revolver mis cabellos o rozar sutilmente mi cintura cuando pasaba por mi lado, son gestos que daban a entender que nuestra relación había cambiado.
Pero las dudas seguían ahí... ¿Por qué un chico como Dylan estaría interesado en mí? No soy feo, y puedo ser una persona agradable, pero más allá de eso... ¿Qué?
—Oye, Dylan —le llamé, con un repentino ataque de valentía y curiosidad —. ¿Por qué te gusto? —pregunté, sintiéndome tímido enseguida.
¿Cómo pregunto algo así?
—No hay una razón —respondió al cabo de unos segundos —Solo... Te miro y pienso: "este chico me gusta" eso es todo —sonrió como si acabara de decir lo más normal del mundo.
Cómo si no fuera consciente de lo mucho que había acelerado mi corazón con esas palabras.
—Y este gustar implica todo. Sigo queriendo comerte la boca... Entre otras cosas, como por ejemplo tu...
—Ya entendí —le detuve antes de que pudiera soltar otra cosa.
¡Que honesto, Dios!
— ¿Sigues queriendo ir despacio?
—Sí, yo... Lamento si te llego a aburrir —comenté mirando al suelo. Sé lo que es estar detrás de una persona, y que esta no sea sincera con sus sentimientos.
Sin embargo, no me imagino comenzando algo con él, al menos no aún.
—No lo haces, no pienses en eso —detuvo sus pasos y se paró frente a mi tomándome de los hombros. Levanté la mirada, y me encontré con la suya, observándome con una sonrisa reconfortante —. Sé que te atraigo, y eso es suficiente por ahora. Esperaré, y mientras... puedo seguir conociéndote
Asentí varias veces, sintiéndome mucho más seguro.
Me soltó y seguimos caminando, pero esta vez, sintiendo un poco de vergüenza acerqué mis dedos y dejé que estos se engancharan con los suyos, recibiendo un cálido apretón en respuesta.
Cuando llegamos a la cancha, ya había mucha gente y casi nada de asientos vacíos, así que afiance mi agarre en la mano de Dylan y lo jalé rápidamente hacia unos que aún estaban desocupados.
Nos sentamos justo a tiempo y coloqué mi pierna sobre el asiento que estaba junto a mí, reservándolo para Luis. Una chica nos miró molesta, al parecer se lo habíamos robado; le sonreí a modo de disculpa y llevé mi mirada al frente.
Escuché una tos falsa.
—Kev, aunque me gusta lo que estás haciendo, no creo que tú estés consciente sobre ello. —Miré al castaño extrañado y su mirada estaba posada en nuestras manos, aún juntas, y lo peor, muy cerca de su entrepierna.