"Rutina de Besos"

Capítulo 17

La cabeza me daba vueltas, y sentía calor por todo el cuerpo, pero estaba feliz. Fue un buen día.

Confirme que le gusto a Lucas, y ahora todos sabían de nuestra relación... ¡Y lo aceptaban!

Me hubiera gustado hablar un poco más con él sobre nosotros, y lo que haríamos de ahora en más

¿Seríamos novios?

De cualquier forma, ya habría tiempo para esas cosas.

— ¡Cinthyaaa, estoy feliz! ¿Tú no?

—Eli, ¿por qué tu cabeza está tan chiquita? ¡Te ves gracioso! ¡Hay que inflarla! —balbuceo, mirándome confusa. Tomó mi cabeza con ambas manos y empezó a soplar tratando de "inflar" mi cabeza.

La miré divertido y comencé a reír, tratando de apartarme y que su saliva no me salpicara. Cinthya empezó a reír también, retorciéndose en su asiento como una lombriz.

—Oigan, ustedes dos atrás, ¿están bien? —preguntó el conductor de repente.

Asentí con dificultad y levanté el pulgar con una sonrisa.

Escuché algo parecido al motor de una moto y volteé hacia mi derecha. Había un hombre manejando una muy cerca de nosotros, parecía no tener control de la misma.

— ¡¿A éste imbécil qué le pasa?! ¡Que se despegue! —farfulló el conductor molesto y trató de alejarnos del hombre acelerando un poco.

Más adelante había un cruce y pude ver cómo la moto aceleró solo para perder el equilibrio más adelante y que su conductor cayera de ella.

— ¡Mierda!

Con una maniobra rápida, pudimos esquivar la moto y evitar atropellar al hombre. Sentí el apretón de Cinthya en mi brazo y la miré, su rostro pálido y asustado.

Sin embargo, el conductor al distraerse con la moto no pudo ver el camión que pasaba en ese preciso momento y trató de frenar.

El pánico abarcó mi mente rápidamente, tomé la mano de Cinthya y solo alcancé a cubrirla con mi cuerpo, con el único pensamiento de que tenía que protegerla. Y cerré los ojos, recordando una sonrisa brillante y hermosa antes de chocar.

~Lucas~

Entré por las puertas de aquel hospital corriendo como si mi vida dependiera de ello y, en realidad, sí dependía de ello.

Mi madre me seguía lo más rápido que podía, mientras llamaba a la mamá de Elián. En cuanto localicé a una enfermera, le pregunté rápidamente por el nombre de ambos.

— ¿Familiar?

—Mi novio y mi prima —dije rápidamente sin pensar.

La mujer asintió y me hizo señas de que la siguiera, lo cual hice de inmediato.

—Ambos están aún en quirófano, espere aquí a que salgan los doctores. Cualquier cosa que necesite me avisa —me indicó la señora amablemente.

— ¿Sabe qué sucedió?

—Al parecer fue un accidente, perdieron el control y chocaron contra un camión. El conductor quedó gravemente herido y no sabemos si podrá sobrevivir, el chico sufrió graves heridas en su cabeza y en las extremidades inferiores, y la chica en brazos y piernas. Con permiso. —Dicho esto, la mujer se alejó dejándome paralizado y sin aliento.

Me dejé caer en una de las sillas y tomé mi cabeza entre mis manos. Empecé a rezarles a todos los dioses que existieran, no soportaría perder a ninguno de los dos, ambos son parte importante de mi mundo, no puedo perderlos.

— ¡Lucas! —Mi madre venía corriendo en mi dirección.

—Mamá, ¿hablaste con Verónica? —Ella negó lentamente.

—Debe estar dormida, tiene el sueño pesado. Con el susto no se me ocurrió tocar su puerta. Cuando vea las llamadas perdidas, nos llamará de vuelta. ¿Qué te han dicho?

—Siguen allí —señalé con mi mano débilmente hacia la puerta del fondo.

—Tranquilo, cariño. Ambos son fuertes y jóvenes, solo podemos esperar y pedir que todo salga bien —asentí levemente.

—Eso espero, mamá. De verdad, lo espero.

Lo último que escuché por parte de Eli fue un "te quiero" y me desesperaba que existiera la posibilidad de no escuchar esa palabra salir de sus labios nunca más.

Debí irme con ellos, aunque si esto estaba destinado a pasar no hubiera significado nada.

No sé cuánto tiempo pasó desde que llegamos aquí, pero mis manos no dejaban de temblar descontroladamente y la ansiedad me estaba matando.

¡Mierda! ¿Por qué tardan tanto?

Pude ver el sol asomándose por una de las ventanas y suspiré. Mi madre sobaba de vez en cuando mi espalda, mientras trataba de contener las lágrimas que empezaban a caer por su rostro.

Levanté la cabeza al escuchar las puertas abrirse y pude ver cómo un hombre de mediana edad se acercaba a nosotros con aspecto cansado.

— ¿Cómo están? —pregunté rápidamente.

—Afortunadamente, fuera de peligro. —Solté un suspiro aliviado, y sentí mis piernas flaquear —. Sin embargo, el joven sufrió graves heridas en sus extremidades inferiores, perdió mucha sangre y recibió un fuerte golpe en su cabeza... No podemos asegurar la total recuperación de sus piernas.

Tragué saliva.

—Eso quiere decir que...

—Puede sufrir una parálisis en estas, temporal o permanente. Lo sabremos cuando tengamos los resultados de sus exámenes — sentenció el hombre mirándome directamente.

Escuché un sollozo de mi madre y sentí mi corazón encogerse.

¡Por favor, no!

— ¿Y Cinthya? —pregunté rogando que estuviera mejor.

—No sufrió daños mayores, sus piernas también fueron afectadas y no podrá moverlas por unas dos o tres semanas, los exámenes determinarán el tiempo. Deberá hacer rehabilitación, sus brazos sufrieron algunas heridas pero, dentro de lo que cabe, ella está bien.

Asentimos a las palabras del doctor. Inmensamente agradecidos por lo que había hecho.

—Por ahora, hay que esperar a que despierten para saber más. Los llevaremos a cuidados intensivos, les avisaré cuando puedan verlos.

—Muchísimas gracias, doctor. Por salvarlos —le dijo mi madre, sonriendo entre lágrimas. Una vez dicho esto, el hombre asintió levemente y se retiró dejándonos el peso de las noticias.




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