Planeta Clyser, año 4078, Lamppost
Albert
Mi vida era tranquila en Lamppost, la metrópoli de las luces o el faro del universo como se la conoce en todo el sistema solar, mi día a día consistía en levantarme darme un baño pedirle a mi IA que me leyera las noticias destacadas de aquel día, intentar cocinar algo y terminar pidiéndole a mi robot que me preparara algo, salir y pasear en los centros comerciales más grandes de la metrópoli, ir a bares, ocasionalmente viajaba a la Luna más cercana para salir un poco de la rutina, pero al final cada día terminaba en casa, solo y sin ideas de que hacer.
Si se preguntan de dónde provenían mis ingresos pues déjenme contarles que eso nunca fue un problema para mí pues mi padre era uno de los más prestigiosos ingenieros en la Confederación de Avances Armamentísticos Interplanetario mejor llamado como el C.A.A.I. así que el Dinero nunca fue un problema para mí, aunque dicho estilo de vida tenía un alto costo, yo solo conocía a mi padre por el internet o por los medios que casi siempre hablaban de él por haber llevado la carrera armamentística a un nivel inimaginable, pues gracias a esos avances nuestro planeta se coronó como el rey indiscutible por encima de todos, Clyser era el planeta con mayor numero de colonias con la mejor calidad de vida y la mejor flota de naves de ofensiva, la mayor parte de mi vida siempre la pasaba con mi madre la cuál me repetía siempre como era mi padre, me contaba como era el antes de que entrara a la C.A.A.I., una persona agradable e inteligente que se dedicaba a crear inventos en el taller donde trabajaba arreglando robots de servicio.
Es por ella y solo por ella que aún recuerdo que mi padre existía en verdad y que no solo era quién llenaba mis cuentas con dinero, pero un día pasó algo inesperado, una flota del planeta Barb-aresh que hasta ahora se había caracterizado por nunca intervenir en ningún conflicto armado atacó de repente la zona en la que vivía, era un misterio el cómo habían logrado aparecer dentro del planeta de forma tan repentina pues la teletransportación era algo que ni Clyser con sus mejores avances había podido lograr, era algo inaudito que un planeta tan sub desarrollado como ese pudiera siquiera ser capaz de tener una flota de armada.
Pedimos a los guardias que custodiaban nuestra familia que nos llevaran a un lugar seguro, pero la invasión ya estaba comenzada antes de que nos dirigiéramos a la planta baja, de repente de las ventanas irrumpieron estos asquerosos invasores con un aspecto tan pulcro como un molde de robot con disparos más precisos que el bisturí de cualquier cirujano en todo Clyser, tomé a mi madre de la mano y corrí llevándola al ascensor pensando que así podría salvarla pero un rayo de energía la hirió en la pierna causando que callera y se golpeara la cabeza dejándola inconsciente, al cerrarse las puertas en un desesperado intento por reanimar a mi madre abrí el botiquín que se encontraba allí en caso de emergencias pero no lo logré, tomé la botella de alcohol del kit y le inserté una tira de vendaje que sirviera de mecha para tener algo con que defenderme en caso de que nos estuvieran esperando, para mi fortuna y la de mi madre el hangar en el que salimos se encontraba libre de intrusos por lo que cargué a mi madre hasta la nave sin ninguna dificultad, todo parecía ir bien al salir del edificio pues casi todos los intrusos se encontraban dentro de los edificios y las naves grandes de la flota no habían comenzado a disparar, casi saliendo del área de la metrópoli fuimos alcanzados por una de sus naves de combate que se disponía a derribarnos a toda costa, nos encontrábamos en plena desventaja pues la nave que conducía no poseía un sistema de defensa avanzado sino un pequeño escudo en caso de colisión aérea u algún pequeño rasguño al estacionar la nave, intenté esquivar los ataques del enemigo pero fue en vano cuando disparó plasma inducido directo al propulsor principal, antes de que nos impactáramos recibimos otro disparo que según el atacante no dejó rastro de vida.
Mis recuerdos después de ese último impacto siguen borrosos y son casi nulos, apenas y logro saber cómo fue que me rescataron, o al menos lo que quedaba de mi ser, al despertar noté que me encontraba en un laboratorio con una enorme ventana que dejaba ver el espacio exterior, desde allí se podía ver que el ataque repentino tuvo un impacto devastador en Clyser pues ya no brillaba por sus luces llamativas sino por sus ciudades en llamas y los láser de las naves en batalla, intenté moverme pero no sentía mis extremidades tan solo podía mover mis ojos, un investigador se acercó a mí, pude ver su credencial pero antes de que terminara de leer su nombre me dijo…
(Investigador). – pero que te han hecho mi pequeño Albert, mira como has terminado.
Al escuchar esas palabras y ver su mirada de tristeza supe que aquel no era un investigador cualquiera sino que ese era mi padre y que no me encontraba en un hospital sino en la sede de la C.A.A.I. ….