ᴍᴇ ᴅᴜᴇʟᴇs

ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 2 ᴅᴀᴍᴇ ᴏᴛʀᴀ

Llegué a casa agotada. Después de cuatro clases con diferentes grupos de alumnos, la directora Delgado y sus reglas, la verdad fue un primer día largo.

Estaba terminando el verano, las noches todavía eran cálidas, asique decidí ir hasta el centro, a comer algo y relajarme.

Tomé un baño tibio, fui a mi clóset, elegí una falda corta de jean, una playera ajustada negra con las mangas arremangadas, recogí mi largo cabello en una especie de rodete improvisado, me maquillé un poco, más que nada para disimular las ojeras del cansancio que tenía y eran muy evidentes, me puse unos aretes de argollas plateados que me había regalado mi prima Tami para mi último cumpleaños, me perfumé, tomé un abrigo y salí.

Se sentía muy agradable caminar por las lindas calles del barrio, sintiendo la suave brisa en mi rostro. Llegué enseguida al centro, vivo realmente cerca.

Miré algunas vidrieras, compré unas deliciosas velas, las amo y ya tenía pensado dónde las iba a colocar.

Llegué a una esquina, la música que se escuchaba era realmente atractiva, era uno de los tantos pubs de la ciudad, tenía referencias de que la comida era deliciosa y el ambiente agradable.

Entré. Había bastante gente, pero como yo estaba sola, podía acomodarme en cualquier sitio. Decidí sentarme en la barra.

Miré para los alrededores, no conocía a nadie y en eso escucho una voz alegre:
—Hola extraña, ¿Qué te puedo ofrecer?— miré a la chica, era muy agradable, alta, delgada, pelo negro lacio hasta los hombros, maquillada y con los labios muy rojos, en el inferior tenía un piercing, varios tatuajes en sus brazos y unos ojos celestes realmente impactantes.

—Ohhh ¿Tanto se me nota?

—Llevas un cartel led en la frente que dice :No soy de acá...— y las dos reimos divertidas.

—Me llamo Clara, un gusto.— le estreché la mano.

—Soy Vera, un gusto también. ¿Te traigo una cerveza para celebrar?

—No tengo mucho que celebrar, pero si, acepto.

—No creo que una chica tan bonita y educada como tú no tenga nada que celebrar...—respondió Vera trayéndome un vaso de helada cerveza.

—Las apariencias engañan, pero bueno, seguro cada quien anda con su rollo a cuestas, seguramente tú tengas los propios.—comenté dando un sorbo al vaso y observando como la amable camarera me observaba curiosamente.

—Esta ciudad es chica, estoy segura que en breve encontrarás motivos y si no los encuentras, yo estoy dispuesta a ayudarte.—citó y se fue hacia el otro lado de la barra a atender a los clientes.

Lo que Vera me dijo, me dejó pensando bastante.
Necesito vivir una vida normal, ¿pero normal cómo? No conozco ese sentimiento, lo que si conozco es el engaño, haber visto a la cara a mi verdugo, rogar por algo tan necesario como lo es respirar y la libertad, esa que perdí de una manera escandalosa, ese deseo de libertad era el que me trajo hasta acá y me estaba dando otra oportunidad, no la puedo arruinar, quizás sea la última.

—Siempre tan pensativa, eres más intelectual de lo que pensé...—a mi lado mirándome con esos profundos ojos, estaba el dueño de la sonrisa más hermosa que he visto.

—No te creas, estoy sólo respirando.

—Respirando...—repitió mis palabras al momento que ocupaba el asiento a mi lado. Le hizo señas a Vera y le señaló mi vaso. Ella levantó su pulgar.

—Yo cuando quiero respirar, salgo a correr, voy al bosque, me reúno con mis amigos. Tú vienes a Connor, el bar preferido del pueblo, no te entiendo Clara...— decía serio. Algo me decía que iba a entenderme muy bien con éste chico.

Vera venía con su cerveza. Miró a Valentino y apuntándolo con su dedo le dijo:
—Mira Casanova, trata bien a mi amiga, ella no está acá para que la cazes, es buena gente.— él levantó sus brazos como si en vez de un dedo lo hubiese apuntado con un arma. Yo los observaba incrédula. Me atreví a preguntar:
—¿Qué quieres decir con eso?

—Que el tipo se roba los corazones de las chicas de la ciudad, eso. ¿Vas a comportarte con Clara, verdad Valo?— replicó Vera y lo miró sería.

—¿Valo?—pregunté mirando a los dos sin comprender.

—Pues, así me llaman. Una mezcla de mi nombre y mi apellido. Valentino Lorentte, veintisiete años, soltero, amistoso...—decía al momento que sonreía y dejaba ver su perfecta dentadura. Y ahí estaba yo, luciendo como tonta, cayendo en los encantos de éste chico bonito.

Él se dió cuenta de que yo lo miraba fijamente, se puso serio y se sentó de costado para tenerme enfrentada.

—Clara, estamos bromeando. Vera y yo somos hermanos. Éste bar pertenece a nuestra familia, mis padres lo crearon hace muchos años y ahora nosotros lo manejamos. Eres bienvenida acá, todas las veces que quieras venir, a relajarte, a comer o tomar lo que gustes. Espero no haberte ofendido. De igual modo, ella es muy molesta.—dijo  con voz profunda y sintiéndose apenado.

Vera se trepó al mostrador y lo golpeó en la cabeza, se dirigió a mí.

—Es un imbécil, pero si, es mi hermano. Igualmente te confieso que nunca lo ví dirigirse a nadie tan serio, debes caerle muy bien. Te propongo algo ¿quieres acompañarme a una fiesta mañana?

—¿Yo? ¿Una fiesta?.— Valo la miró intrigado y volvió la mirada sobre mí, esperando oir mi respuesta.

—Si, como eres la nueva en la ciudad, quiero presentarte a mis amigos. Quiero que conversemos y nos conozcamos un poco. ¿Qué opinas?

Por un instante analicé su propuesta, estaba sola en ésta nueva ciudad, los hermanos eran las únicas personas que conocía, necesitaba rodearme de gente nueva, culminé pensando que era una buena idea.

—Está bien. Te acompañaré. Es una gran idea. Muchas gracias por la invitación.

Pedí algo de cenar y noté que Valentino quedó serio por el resto de la noche. A ver, recién lo conozco, no tengo que darle explicaciones, tampoco tengo sentimientos hacia él que me lleven a pensar que se molestó. Pero mi carácter detectivesco me pedía información.



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En el texto hay: basada en hechos reales

Editado: 16.04.2022

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