ᴍᴇ ᴅᴜᴇʟᴇs

ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 6 ᴛᴀɴᴛᴏ ᴛɪᴇᴍᴘᴏ

Dos días más tarde y con demasiada información en mi cabeza volví a casa.

Valentino no se despegó nunca de mi lado y yo se lo agradecí todo el tiempo.

A pesar de mi situación vulnerable, aprovechamos los largos días en el hospital para hablar, conocernos, compartir nuestras experiencias. Fue lo mejor de todo. Por fin y con mi corazón ardiendo de dolor, pude contarle mi historia. Cuando terminé de hablar, me abrazó fuerte y estuvimos así mucho tiempo.

Lloramos. Me consoló y me juró que él estaba ahí para mí, que nunca más iba a estar en peligro.

Le conté absolutamente todo.

Le conté sobre Samuel...

Y todo lo que me hizo.

En mi último año de secundaria lo conocí. Era amigo de mi mejor amiga, Mora.
Las dos éramos inseparables, incondicionales, hacíamos todo juntas. Estudiábamos, pero también descubrimos cosas prohibidas juntas, así fue como fumamos nuestro primer cigarrillo de marihuana, salimos de fiesta en la madrugada y nos juntamos con chicos mayores. Así conocí a Samuel.

Mora me convenció de ir a una fiesta en la casa de una chica universitaria, cuyos padres estaban de viaje en Europa. Nunca debí aceptar, pero era tentador y fuí. Mora me insistió mucho porque Lucas, el chico que le gustaba iba a estar ahí. Ellos ya habían salido varias veces, habían tenido sexo y se atraían demasiado.

Acepté. Uno de los errores más grandes que cometí.

Al entrar en la casa, todo era un descontrol, gente borracha bailando descontrolados, chicos y chicas besándose por los rincones, ví también algunas parejas de chicas. En la cocina había gente amontonada mirando como unos chicos jugaban una especie de juego, que no entendí, pero tomar alcohol en grandes cantidades era parte del juego.

Entre toda esa gente, Mora vió a Lucas, asique la perdí.

Decidí recorrer un poco el lugar, no conocía a nadie. Uno de los dos participantes del juego, que aparentemente era muy popular, ganó y salió de la cocina. Venía caminando en mi dirección, mientras todos coreaban su nombre. Así supe que se llamaba Samuel.

Me vió y se acercó. Me dijo al oído:

—Tu amiga está muy ocupada ¿me acompañas a tomar aire?—algo me dijo que no era problemático, de igual modo lo seguí. Se veía muy bien, tenía un físico alucinante, alto, cabello castaño claro, con un corte moderno, ojos azules y una linda sonrisa. Pensé que nada podía salir mal si lo acompañaba. Nos sentamos en un banco del parque de la casa, me miró y dijo:

—¿Clara verdad?

—Si, así es. Por los gritos que escuché eres Samuel.—me miró como si lo hiciera en cámara lenta y sonrió. Ohhh su sonrisa...

—¿Eres amiga de Mora?

—Así es, desde hace tiempo.

—¿Estás sola?—su pregunta me sorprendió, vaya que era directo.

—Si, vine con ella, pero al verlo a Lucas desapareció. No conozco a nadie aquí.

—Pues, me conoces a mí. ¿Quieres ir a dar un paseo?—emmm a dar un paseo con un extraño... Un sexy extraño... ¿Por qué no?

—Está bien.—dije tímidamente, nos paramos y comenzamos a caminar. No sabía bien de qué hablar, asique hablamos de música, de bandas, cosas banales. Llegamos a una plaza, Samuel siguió caminando hasta un juego infantil de madera grande que había en un costado. Lo seguí.

—Qué hermosa noche...—dije eso y lo siguiente que sentí fue su agarre fuerte, me besó descaradamente, yo le correspondí el beso. Pero comenzó a manosearme con fuerza y me sentí incómoda. Lo frené. No quería soltarme y seguía haciéndolo a pesar de que yo me resistía.

—¡Hey! ¿Cuál es tu problema?

—Disculpa, no me pude resistir.

—No me gustó lo que haz hecho. Me voy.

—Disculpame, disculpame. Empezaré de nuevo. Soy un bruto.

Y por algún retorcido juego del destino, le creí. Y ahí empezó la tortura en la que se convirtió mi vida.

Como una gran idiota, caí en su juego, me sedujo, me enamoré.

Durante algún tiempo, todo estuvo bien.
Pero empezaron los celos, las llamadas a cualquier hora, el control de qué hacía y con quién estaba, una cachetada, ruegos para que lo perdone...

Mi vida junto a él era una pesadilla, Mora me insistió en que dé aviso a la policía, lo hice, pero faltaban pruebas y no me creyeron, pensaron que era una pelea de novios.

Cuando mi amiga me llevó al hospital luego de la paliza que me dió por salir a tomar un café con mi primo David, tomaron mi denuncia por maltrato en serio. Lo ubicaron y lo llevaron a la jefatura para interrogarlo. Situación que lo enfadó mucho. Pero lo dejaron salir por ser el hijo de uno de los senadores de la ciudad.

Y llegó el día... El día que me arruinó la vida, el que me mató y me hizo sentir la miseria más dolorosa, el día que perdí todo...

Mora quiso quedarse a dormir conmigo en mi casa, mis padres habían ido a una reunión familiar y yo no quise asistir. Volverían tarde.

Estábamos en el living, mirando una película mientras comíamos palomitas y de golpe se fue la luz. Nos sobresaltamos, fuí a la cocina por una linterna, para ver cuál era el problema y al volver al living se me heló la sangre. Samuel tenía a Mora agarrada de espalda y le había colocado un cuchillo en el cuello.

—Ayy Clari, no debiste denunciarme. Mi padre se enojó conmigo y quiere mandarme a otro lugar, pero no te odio, te daré otra oportunidad de volver conmigo.

—Ni lo sueñes. Deja a mi amiga...

—Shhhhh... Ella estará bien, es fuerte.—dijo hundiendo un poco el cuchillo, vi la sangre correr por su cuello y manchar el pijama.

—Esto es conmigo, dejala, haré lo que me pidas.—era una situación difícil, no sabía cómo ayudarla y que ninguna saliera herida.

—Perfecto.—dijo eso y enterró el cuchillo en el cuello de Mora, ella gritó y cayó al piso, quedó inmóvil. Me desesperé, corrí para ayudarla, Samuel me agarró del pelo, tomó mis brazos con fuerza, los ató con una cuerda que sacó de su bolsillo, me arrastró escaleras arriba hacia mi habitación, me tiró en mi cama. Yo gemia del dolor, de la brusquedad con la que hacía todos los movimientos. Lloraba, desconsolada.



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En el texto hay: basada en hechos reales

Editado: 16.04.2022

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