—Ese sería el plan Clara. Espero que cualquier duda que surja, no tengas miedo de decírmelo, estoy aquí para responder todo lo que necesites.— el doctor Rojas hablaba muy serio, pero comprensivo a la vez. Le estaba dando a una joven paciente de veintisiete años el cronograma de su tratamiento para el cáncer.
—Hay una parte que no me queda muy clara doctor. Los primeros tres meses de quimioterapia serán con dos sesiones por mes, una por semana y quince días de descanso ¿es correcto?
—Si, es correcto Clara. Tú Valentino ¿lo comprendes? Porque si ella no se encuentra en buenas condiciones físicas, tendrás que ser tú quien la acompañe y estés alerta.
—Si doctor. Comprendo todo, de igual manera voy a tener el archivo siempre conmigo, para que no se nos pase nada. Voy a velar por la salud de Clara y asegurarme de que esté bien y cómoda.— mi amor, lo miraba como una tonta enamorada, tan serio, prestando atención a todo lo que el doctor decía. Lo amo tanto, mi niño bello... Pero la voz del doctor me despertó de mi soñar despierta.
—¿Te lo había dicho, verdad?
—Huy doctor, disculpe. No escuché bien.
—Comienzas mañana a primera hora.— no estaba lista para eso, oh no. Val me miró compasivo y apretó mis manos regalándome su hermosa sonrisa.
—Vas a estar bien bonita, lo estarás.— le devolví la sonrisa, aunque sin verme sabía que la mía no era tan agradable como la de él.
—Otra cosa que quiero decirte es que las dos primeras sesiones de quimioterapia van a ser con hospitalización. Tendrás que quedarte internada por veinticuatro horas. Necesitamos monitorear como tu cuerpo reacciona a las drogas.— dijo eso y me miró serio. Sabía que lo iba a cuestionar.
—Oh, doctor. ¿Es necesario?
El asintió. Valentino también.
—En cuanto a tu tratamiento ginecológico paleativo, la doctora Nancy dejó ésto para tí. Son anticonceptivos de espectro alto, que van a recubrir tus ovarios y protegerlos lo más posible del impacto de la quimio. De paso, estás protegida para que compartan libremente su intimidad chicos.— me entregó las cajas y le guiñó el ojo a Valentino. Los dos compartían unas sonrisas cómplices.
Me gustó la idea. No había nada más que quisiera que poder tener hijos a futuro.
Nos fuimos del consultorio, tomados de la mano. Yo estaba callada. Caminamos en dirección a mi departamento.
—Amor, estarás bien. Yo estoy aquí para tí. Cuando menos lo pienses, estarás terminando todo ésto. Ven, quiero llevarte a cenar a un lugar muy bonito.
—Tú haces que mis días tengan sentido. Gracias por estar junto a mí. Te amo...— al escucharme dejó de caminar, me abrazó fuerte, me besó con dulzura, las tímidas estrellas que se estaban asomando brillaban fuerte, el clima era agradable, éramos dos enamorados demostrándonos nuestro amor, la noche no podía ser mejor... Pero lo iba a ser.
Al llegar al departamento, Val me pidió:
—Ponte un atuendo elegante, quiero que todos vean que la mujer más hermosa de éste mundo es la mía.— me hizo sonrojar. Pero obedecí, abrí mi clóset, busqué un vestido celeste oscuro escotado, largo, con una abertura en la pierna que llegaba hasta el piso. Tacones altos, brillosos, me maquillé muy sexy, recogí mi cabello, coloqué mi fragancia favorita y salí. Como por arte de magia, él estaba vestido elegante, con un traje gris oscuro muy moderno, camisa negra y zapatos negros impecables. Parecía un príncipe. Nos miramos y admiramos lo bien que nos veíamos.
—Caballero se ve demasiado sexy.
—Princesa te ves increíble. ¿Vamos?— y me ofreció su brazo dándome una mirada profunda y sensual. Rodeé su brazo con el mío y salimos. Al llegar al lado de su auto, se apuró a abrir la puerta, me senté y por un fugaz momento pensé en lo afortunada que soy de tenerlo. Subió, abrochamos los cinturones y al poner el vehículo en marcha, me miró sonriendo y me dijo de manera sensual:
—Amor, la noche recién empieza, vamos a pasarla increíble. Relájate y disfruta.— tomó mi mano y la besó. Sentí mariposas volando por mi estómago, Val me cuida tanto, siempre pendiente de que me sienta bien, el amor es hermoso, cuando la persona con la que lo compartimos es la indicada.
Tomamos la carretera y al cabo de media hora estábamos en la ciudad vecina, que es un poco más grande de la que vivimos. Es una ciudad moderna, con varios edificios grandes, costa y playa.
Valentino aparcó frente a un hotel costero, muy lujoso y con una vista increíble. Bajó del auto, abrió mi puerta y me dió su mano para ayudarme a bajar. Lo miré sorprendida, porque parecía una escena de una película romántica.
Ingresamos al hotel, nos recibió un portero vestido de lujo, nos abrió las grandes puertas y nos dirigimos al salón comedor. Ohh era imponente. Las mesas, la vajilla, las lujosas arañas colgantes, todo parecía irreal.
Val me guío hacia una mesa y al acercarnos leí en un cartel: Lorentte.
—Tenias todo ésto planeadísimo ¿verdad?
—Oh si. Ésta será una noche difícil de olvidar para tí.— corrió la silla, me acomodé, se sentó frente mío y observamos la vista de la playa, las luces, era preciosa.
—Val, ésto es demasiado para mí...
—¡Nada lo es! Tú mereces todo lo hermoso que la vida pueda ofrecerte. Ésto es solo algo que quise compartir juntos para que te relajes y no pienses en mañana. Vamos a compartir una cena deliciosa y luego tengo reservada una habitación en el penthouse del hotel que te encantará...—sus ojos brillaban cuando lo decía, se acercó a mi rostro y rozando mis labios susurró.—Vas a ser mía Clari, voy a hacerte el amor toda la noche...
Me estremecí al escucharlo, hasta me ruboricé. Le sonreí tímidamente y asentí.
—No hay nada que desee más amor.
Y cenamos tranquilos, hablando de muchas cosas, compartimos viejas vivencias, nos besamos mucho también, reímos, por momentos a carcajadas, él lograba sacar lo mejor de mí, hasta que lo conocí no sabía que se podía amar así.