ᴍᴇ ᴅᴜᴇʟᴇs

ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 12 ɴᴏ ᴍᴇ ᴅᴇᴊᴇs sᴏʟᴀ

La enfermera, una mujer sería, de unos cincuenta años, apoyó la bandeja con varios frascos pequeños y jeringas en la mesa movible a los pies de mi cama. Tomó un suero y me dijo:

—Bueno Clara, vamos a comenzar. Colocaré una vía en tu brazo y por ahí voy a inyectarte las medicinas del tratamiento. Son dos oncológicos y un medicamento para contrarrestar las náuseas y vómitos que puedan ocasionarte. Son medicinas fuertes.— la escuchábamos atentos, miré a Valentino, quien estaba demasiado serio, al notar mi mirada asustada sonrió de inmediato y me tiró un beso al aire. Pero mis nervios eran muy fuertes, no pude devolverle la sonrisa.

Miré todo el proceso, pasó la primera droga, la segunda se notó más, era como pesada, ardió un poco al ingresar en mis venas. No me sentí mal, estaba igual. Atenta al procedimiento de la enfermera.

—¿Te sientes bien?

—Si, estoy bien. No noto nada raro.

—Bien, voy a colocar el remedio para las náuseas y te dejo descansar. La combinación de éstos fármacos te darán sueño, es probable que duermas todo el día. Nosotros estaremos pendientes de tí y lo que necesites, no dudes un instante en avisarnos. Al costado de tu cama tienes el botón directo a la enfermería.

—Muchas gracias Leonora, eres muy atenta.

De esa manera, ella pasó la última jeringa, revisó el gotero del suero y se retiró. Inmediatamente me sentí mareada, sentía rara mi cabeza, no podía mirar un punto fijo, todo giraba. Miré a Val, lo veía desplazado, como si tuviera sombra de colores a su alrededor.

—Amor éste último no entendí bien si era para prevenir náuseas o para ocasionarlas.

—¿Qué pasa Clari? ¿Quieres vomitar?

—No, no. Me siento mareada y mi cabeza aturdida, calculo que será normal.

—Yo estoy aquí a tu lado y no me moveré. Descansa bonita.— besó mi frente, acomodó mis sábanas, sonrió y se sentó a mi lado.

—Gracias. Eres todo lo que está bien. Estoy segura contigo.— dije eso y cerré mis ojos, quería dejar de sentirme así, quería que pasen las horas, quería irme de ahí, quería no ser yo en ese momento, quería dejar de pensar todo lo que pasaba por mi cerebro, quería que Valentino nunca se fuera de mi lado...

Abrí mis ojos, no podía moverme. Mi cuerpo parecía pegado a la cama. Miré a mi alrededor y estaba sola. Valentino se había ido. Mis ojos miraron en las cortinas la evidente sombra de que había alguien detrás. Se movió. Traté de mover mis manos para alcanzar el botón, llamar a las enfermeras, pero mi cuerpo está inmóvil, no puedo hacerlo. Y él salió, lo pude ver. Sus ojos emanaban violencia y odio, se acercaba, comencé a llorar. Se paró a mi lado. Temblaba de miedo, de sentirme aturdida y vulnerable.

—Lo que hiciste no estuvo bien Clara, lo sabes y ahora estás pagando las consecuencias...— lo decía pasando sus sucios dedos por mi brazo hacia un lado y hacia el otro.

—Tú eres un monstruo, asesinaste a mi amiga, me asesinaste en vida, tienes lo que mereces.

—Y tú eres demasiado hermosa ¿lo sabes? Ese novio que conseguiste no volverás a verlo, porque me encargué de él.— al escucharlo decir eso me desesperé, me agité, sudaba frío y mi voz sonó fuerte, grité como nunca en mi vida.

—¡Te odio! ¡Eres un monstruo! ¡Valentino! ¡Valentino! ¡Ayuda! ¡Sáquenlo de aquí!

Cerré mis ojos con fuerza para no verlo más y sentí unas manos en mi rostro, un beso cálido en mi frente. Cuando los abrí, Valentino me miraba muy asustado. A su lado había una enfermera, no era Leonora. Miré aturdida alrededor y estaba oscuro, era de noche.

—Amor, tranquila, tuviste una pesadilla.

—¿Por qué te fuiste? Prometiste no dejarme.

—Nunca me fuí. Estuve todo el tiempo a tu lado.— ahí entendí. Todo fue una cruel pesadilla. Pero fue demasiado real, lo sentí a mi lado, escuché su voz. 
No importa ahora, mi niño bello está junto a mí, todo va a estar bien.

La mañana siguiente me sentía mejor. El doctor Rojas entró en mi habitación.

—Buen día chicos. Clara ¿cómo te sientes?

—Me siento rara, un poco mareada, pero después todo normal.

—Perfecto. Es común en el comienzo del tratamiento. Me dijeron que tuviste una pesadilla.
Lamentablemente la combinación de algunos fármacos las producen. Es muy probable que las sigas manifestando. Por favor, de ser así, me lo comunicas enseguida. Te dejaré los medicamentos que debes ingerir de manera oral ésta semana hasta que vuelvas el lunes que viene para la siguiente sesión.

—¿Qué medicamentos son doctor?

—Corticoides en alta dosis. Te dejaré las indicaciones y lo que voy a pedirte es que ingieras alimentos sin sodio. Vas a seguir un plan alimenticio que armamos junto al departamento de nutrición del hospital. Valentino aquí voy a necesitar tu ayuda y acompañamiento.

—Quédese tranquilo doctor. Así será.

—Por cierto Clara, éste muchacho realmente no se ha movido de tu lado. Debe quererte mucho. Es muy importante para tu recuperación.-sonrió, palmeó mi mano y nos regaló una linda sonrisa a los dos. Dejó mi alta médica y se retiró.

Val se acercó, me dió un beso tierno y me dijo despacio:

—Te ayudo. Vámonos y descansemos en casa bonita.— me ayudó a vestirme, como si yo fuera una niña pequeña a punto de romperme. Lo miraba, mejor dicho, lo admiraba. Porque no lograba comprenderlo. Me conoce relativamente hace poco, es profesional, adinerado, apuesto, con muchas posibilidades, podría tener chicas hermosas a su lado, pero no, ahí estaba, poniendo mis medias y dándome la sonrisa más hermosa. A mí, una chica con un pasado difícil y un presente aún peor. ¿Acaso Valentino es un ángel? Porque de no serlo, realmente no lo comprendo.

Llegamos a mi departamento. El trayecto en auto desde el hospital fue una tortura. Miraba por la ventana y la gente parecía tener expresiones raras en sus rostros, la calle no era recta, tenía movimiento, el cielo parecía venirse abajo. Dios ¿cómo lidiar con todas éstas raras sensaciones? ¿Cuánto durarán?



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En el texto hay: basada en hechos reales

Editado: 16.04.2022

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