Salió del estudio con su chaqueta puesta, bebiendo de su botella de agua y afirmando la correa de su mochila.
El aire de la noche rozó sus mejillas haciendo contraste con el calor. Era una sensación refrescante.
Zanh miro por sobre su hombro el gran edificio donde se encontraba el estudio, su maestro siempre se quedaba un rato más. Nunca habían ido juntos a la estación ni vuelto juntos a casa, no importaba que tomaran rumbos diferentes. Le gustaría mucho compartir un momento aparte con él.
Ambos tenían la misma edad al fin y al cabo.
Suspiró con pesadez, eso no pasaría y debía acostumbrarse a ello.
Si lo pensaba bien... tampoco era como si conociera mucho a Tegh. Después de lo que paso la semana pasada era lo único en lo que podía pensar. ¿Qué clase de persona era en realidad Tegh Mackr? La única faceta que conocía era como maestro, perfeccionista y genial. No sabía nada más... ¿Qué le gustaba realmente? ¿Qué hace en sus momentos difíciles? ¿Hay algo que le atormenta? ¿En qué academia estudia? ¿Qué le desagrada aparte de su padre?
No, no sabe nada.
Vuelve a soltar un suspiro y se lleva la mano al pecho, esa sensación no le gustaba para nada.
La voz interna le gritó de nuevo, pero quería hacer oídos sordos, porque sabía que haría algo impulsivo.
Aún siente viva la voz de su maestro rondando en su cabeza, con ese tono sutil y masculino, la voz calmada que le caracteriza.
"A veces suelo ir a ese lugar."
Zanh siente que esa voz interior se hace cada vez más fuerte y antes de siquiera poder ignorarla ya se encuentra corriendo en dirección a la calle en que se reúnen las personas del club de baile callejero.
Si visitaba constantemente ese lugar, tal vez... esa persona sabía más de esa faceta que desconocía.
Los minutos se le pasan volando con cada paso que da y antes de darse cuenta el sonido de la música potente y animada le resuena en los tímpanos.
La cabellera despeinada y azabache le hace gritar antes de tiempo.
— ¡Bert! — Exclama y ve como el chico da un respingo, volteando a verle fastidiado.
Las personas que fueron alertadas por su grito pierden el interés y vuelven a ver a los bailarines con sus pasos rápidos.
Roberto bufa y va en su dirección, Zanh teme por su vida.
— ¡¿Qué te dije de ese nombre tan ñoño, Zanahoria?! — Exclama.
— ¡S-Se me salió! ¡Además tú siempre me dices Zanahoria! — Contrataca con ello, alzando la voz por sobre la música a todo volumen.
Roberto frunce el ceño al apenas escuchar la voz de la chica. Ella luce bastante cansada y sabe que debió venir corriendo por el sudor en su frente, por su ropa puede notar que debió salir de su clase de danza. Si estaba allí debía ser por algo importante.
Toma a la castaña por la capucha de su sudadera deportiva y la hace caminar hasta la otra esquina, alejándose cada vez más de la música hasta llegar a las escaleras de la biblioteca cerrada por la hora.
Le da un empujón y deja a la chica sentada.
— ¿Qué demonios te pasa? — Pregunto directamente mientras se dejaba caer a su lado. — Si vienes a ser una molestia a esta hora debe ser por algo.
Zanh está concentrada en recuperar el oxígeno, aún se siente algo desorientada por su actuar impulsivo. Más sabe que debe darle una respuesta a Roberto, porque le conoce desde hace un tiempo y se ha vuelto su amigo hace bastantes meses y sabe cómo puede reaccionar
— N-Necesito hablar contigo...
— Eso es obvio. Más te vale que no digas algo estúpido como que te enseñe pasos porque te rompo la cara. — Amenazó aunque realmente no pensaba hacerlo.
— ¡N-No, ya no es eso! — Exclamó alzando la cabeza. — La verdad es algo sencillo...
Roberto frunció el ceño.
— ¿No pudiste esperar hasta mañana? Vamos a la misma estúpida y aburrida academia.
Negó con la cabeza.
— E-Es importante para mí... — Murmuró jugando con sus dedos. — La verdad no sé cómo decirlo...
— Apresúrate.
— E-Es sobre el chico con quién perdiste la semana pasada.
Roberto chasqueo la lengua y se cruzó de brazos.
— ¿Qué mierda quieres saber sobre el bastardo fósforo?
Izuku se sintió congelado ante la forma que el azabache llamó a su maestro.
— ¿Te quedaste pegado o qué?
— ¡L-Lo siento...!
— Dime que quieres saber, nerd.
— ¿Por qué no lo vi antes?
— Es un sujeto complicado. Aparece de la nada y nos manda a todos a la mierda. — Murmura enfadado. — Hace lo que se le pega en gana y nadie sabe cuándo va a dar la cara.
Zanh volvió a sentirse congelada, Roberto hablaba de Tegh como si fuese una especie de rebelde sin reglas. Tragó con fuerza, si quería saber más no debía decir que ya le conocía.
— ¿U-Ustedes saben cómo se llama? — Cuestionó, si Roberto hablaba así de él, quería decir que no sabían de quién era hijo y mucho menos a que se dedicaba.
— ¿Te enamoraste de él o que mierda?
— ¡P-P-Para nada! ¡¿C-Como puedes decir eso?! ¡É-Él es mi... — Se cubrió la boca pero era demasiado tarde, ya tenía la mirada gris encima.
— ¿Tu qué?
— M-Mi... nuevo ejemplo. — Murmuró avergonzada, aquello no era mentira pero sus mejillas seguían ardiendo.
Roberto sabía que mentía, más decidió pasarlo por alto, acabaría descubriéndolo de todas formas.
— Ni puta idea de su apellido, sólo dijo que se llamaba Tegh. Para mí, el bastardo fósforo.
Zanh bajo los hombros.
— ¿Lo puedes definir...?
— En una palabra: bastardo. Si me dejas con dos: bastardo fósforo.
— Bert, es en serio...
Roberto rodó los ojos, él también hablaba en serio.
— Parece que viene cuando le sucede algo y necesita destresarse.
— ¿Y...?
— ... Y es un bastardo. Mierda, Zanahoria, yo no voy a interesarme por ese imbécil.
Zanh no sabía si llorar o golpear su cabeza contra las escaleras.