||ᴅᵃⁿᶜᵉ sᶜʰᵒᵒˡ|| •teghzanh•

•3•

— ¡Rosa, carmín, fucsia, amarillo ocaso, verde musgo, naranja, lila, lima-limón, verde manzana,  morado...! — Euge decía colores de forma alterada, soltando color tras color sin pensar en que sus compañeros se estaban mareando.

 Josefina y Valeria se miraron entre ellas, siendo presidenta y vice presidenta de la clase no tenían ni idea como callar a su amiga.

— ¡¿Quedó claro?! — Euge golpeó la mesa de los maestros con ambas palmas. — ¡Hasta que no decida qué color usaré nadie elija ninguno de los que dije! 

— Euge... ¿Debías decir esto en la hora de consejo de la clase? — Kevin fue el primer valiente en decir la verdad.

Marisela se levantó con fuerza.

— ¡Apoyo a Euge! ¡Sería un desastre el repetir colores!

— Pero... se supone que debíamos organizarnos para donar una decoración al salón del baile. No decir que ropa usaríamos, Eugenia.  — Tsuyu suspiró.

— Oh, perdón... — Murmuró Euge mientras volvía a sentarse.

— Bien. ¿Alguien tiene alguna idea? — Todos guardaron silencio ante la pregunta de Valeria. — Como quieran, esto será rápido. ¡Zanh!

— ¡S-Sí! — Casi tiró por los aires su libreta.

— Da una idea.

Zanh se sintió nerviosa al ver las miradas sobre su persona.

— ¿S-Serpentinas?

— Esas las hará la 2-B, Zanh. — Dijo Josefina.

— En ese caso... ¡Miguel!

— ¡Una hamburguesa gigante!

— ¡¿Eso tiene sentido, idiota?!

— ¡No sé, me puse nervioso! ¡No grites mi nombre así, Valeria! — Exclamó Miguel. — ¡Marcos, viejo, sálvame!

— No sé amigo... mejor rezo por tu alma.

— ¡Que mal amigo eres!

Zanh respiro tranquila, al menos Valeria tuvo piedad de su alma y siguió con la ronda de preguntas sin parar en ella. Se sentía bastante alterada desde lo que le sucedió ayer, porque ahora tenía dos grandes problemas en su cabeza.
El primero, debía seguir insistiendo con Tegh para conseguir su ayuda. Y eso de por sí, sería bastante problemático.
Lo segundo, el limbo existencial donde estaba su mente en el que, nuevamente, Tegh tenía la culpa de enviarle allí.

Así que técnicamente su mente estaba ocupada pensando sólo en una persona.

Aún puede recordar vivamente su imagen tan cercana y el aroma de su perfume.

Dejó caer estrepitosamente su cabeza contra su pupitre, llamando sin querer la atención de todos a su al rededor.

— ¡Zanh, no te duermas! — Valeria le reclamó.

— ¡Perdón!

— Adelante, Santiago.

— ¡Claro, Josefina! Bueno... yo estaba pensando en que podríamos hacer decoración con figuras.

— ¿A qué te refieres?

— ¡Ya sabes, Jos! Como siluetas tamaño completo de gente bailando que puedas poner en pie.  — Explicó el gran chico.

— Creo que eso no está, Valeria. — Josefina la miró.

— No, no está. Podemos hacer eso.

— ¡Hey! ¡¿Cómo se supone que haremos esas figuras?! ¡Es como hacer maniquíes! — Exclamó Miguel poniéndose de pie, se oía como mucho trabajo.

 ¡Son figuras planas, hombre! — Marcos se afirmó el puente de la nariz.

— ¡Si son planas como Valeria la tendremos fácil!

Zanh vio como la vice presidenta paso a toda velocidad y tiró a Miguel al suelo de un puñetazo.

Nadie dijo nada.

— Bien. Zanh ve a la biblioteca y avísale a los encargados sobre lo que hará nuestra clase.

— ¿Yo...? ¿A la biblioteca?

— Orden de tu presidenta Josefina. -Dijo Valeria.

— P-Pero Josefina no ha dicho...

— De tu presidenta Josefina. Ya dije.

Zanh miro a su compañero pervertido en el suelo y prefirió hacerle caso a la chica, apreciaba vivir.

La academia era realmente grande... y extraña. Era un gran edificio pero más bien parecían dos, en cada planta había un pasillo que los unía, pero la mayoría no solía pasar a ver la otra ala de la academia.

Algo tonto y extraño.

Suspiró, debía ir exactamente a la otra ala de la academia, allí estaba la única biblioteca. Sería un largo trayecto.

Y estaba  sola.

Y eso la hacía pensar.

¿Qué más podría hacer? Su mente ahora era su mayor enemigo.

Estaba a sólo un par de semanas de cumplir un año siendo aprendiz de Tegh. Y planeaba tener al menos un par de años más, no podía estar poniéndose nerviosa ante la cercanía o su toque. Esas eran cosas normales que hacía al enseñarle y si su mente estaba en Plutón, fracasara de forma épica.
Aún debían demostrarle juntos a Fernando que podían lograr mucho y que él se había equivocado. No debía defraudar a Tegh.

Sólo debía concentrarse y pensar que todo sería como antes.

— ¡Agh, concéntrate!

Aún se le cruza por la mente cuando le descubrió en su duelo con Roberto. Eso está seguro que jamás podría olvidarlo.

Y lo peor, eso le hace que se sienta aún más fascinado por él. 
¡Un momento! ¡¿Cómo que aún más?! ¡Era increíble, lo aceptaba! ¡Pero esto tomaba un giro extraño!

Se llevó ambas manos a las mejillas, dando dos golpes en ellas.

Sus preguntas y dudas por él se volvían cada vez mayores.

Cruzó la puerta de la biblioteca con la cabeza en las nubes, siendo alertado sólo por el aroma de los libros.

Debía concentrarse.

— Disculpen. — Dijo alzando la voz al no ver a nadie.

No obtuvo respuesta o eso creyó...

Escucho como algunas cosas parecían caer al suelo y un par de golpes aleatorios a la madera de los estantes.

— ¿Hay... hay alguien? — Zanh volvió a alzar la voz, dudando en hacerlo.

Eso podría ser fácilmente una película de terror, de esas dónde un tipo con motosierra saldría de entre los pasillos de la biblioteca y le perseguiría hasta matarle, para después colgar su cabeza en la entrada de la academia como advertencia de su capacidad de asesino.

Sacudió su cabeza, debía dejar se ver películas antes de dormir.

— Ah, eres tú. — Escuchar esa voz le hizo alzar la cabeza de golpe, el susto que sintió fue mucho más grande que ver a un asesino con motosierra. — ¿Que necesitas, Zanh?



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En el texto hay: drama y amor, #teghzanh #raxxi14

Editado: 15.05.2019

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