Parte 1.
El espejismo de dos mundos.
Tú eres fuerte.
Darleen.
Puedo sentir como la sangre de mi interior sigue saliendo por la herida. Soy incapaz de mirar directamente a los ojos a Jaden, pero puedo sentir su miedo, puedo oler como su pánico que lo comienza a consumir sin querer hacerlo tan notorio, sé que él siente saber la razón del por qué mi herida no sana y yo sigo perdiendo sangre, pero soy tan incapaz de poderlo mirar a los ojos sin sentir que lo he traicionado, ¿qué carajo debe de estar pasando por la cabeza Jaden? Por sus pensamientos sé que tiene más miedo del que puedo olor, pero yo también lo tendría, que la mente de alguien más llamé y sin decir nada más solo ver como el cuerpo de una joven se desploma al suelo con su propia espada a travesada por su abdomen y sin que esa herida se curarse por sí sola.
—¿Cómo puedo ayudarte? —pregunto nervioso.
Intente formular algo, pero lo único que salió de mi garganta fue una tos con sangre.
El pecho me comienzo arder como si me estuvieran comenzando a quemar de nuevo, pero ahora por dentro, el aire es mucho más pesado de lo que recordaba, un gran escalofrió me está comenzando a recorrer por todo mi cuerpo. Mis ojos quieren ganar la batalla y cerrarse, aunque mi cerebro quiere ser quien gane y que no se cierren. No fui capaz de mirar a los ojos a mi futuro esposo. Ni siquiera soy tan capaz de mantenerme consiente.
Sentí como levanto mi cuerpo colocándome sobre sus brazos, no recordaba lo fuertes y firmes que son loa músculos que componen sus brazos. Recargo mi cabeza sobre su pecho sin tocar la espada, pero puedo sentir como cada una de mis extremidades se estremece por el dolor. Su sangre corriendo por mis venas es como un veneno tan letal y mortífero que podría dejarme llevar en cualquier momento por lo que provoca dentro de mi piel. Mis ojos se podrían cerrar y nunca volverse a abrir por una gran eternidad. Los metales serán preciosos pero una parte de está espada que siempre me ha acompañado también contiene fragmentos de roble blanco el único tipo de árbol que puede hacer dormir a un original.
—Que date conmigo —susurra Jaden con miedo.
Mi mente juega conmigo al momento de mirarlo a los ojos. Puedo notar que el azul de su mirada no es tan claro como él de Shadow, como quisiera jamás haberme fijado en cada detalle de su rostro, la forma de sus ojos, el color de ellos y todo lo que pueden reflejar cuando te miraban directamente a mis ojos, la respiración se me comienza a corta y lo único que deseo es que ese segundo nunca termine y se comience a ser eterno. Quiero que todos esos recuerdos queden dentro de lo más oscuro de mis recuerdos. No los quiero ahora.
—Cariño, por favor, quédate conmigo. —Le escucho decir mientras mi mente me lleva a ese día, a ese recuerdo en dónde él tampoco me quería perder.
«—Oye —escuche como me llamada, intento no dejar a la vista lo rota que se le comenzaba a escuchar su voz—, vas a estar bien, pero necesito que me sigas viendo a los ojos, ¿sí?
Lo último podría jurar que fue más una súplica que nada. Shadow Cullen, suplicándome que no lo deje de mirarlo, ¿a mí? Debe de estar de lo más perdido para pedirme tal cosa que claramente quiero seguir haciendo. No quiero dejarlo de mirar. Deseo que él suplique por mí y no por alguien más que no sea yo.
—Tienes los peores ojos que haya visto en mi vida —balbucee. No sabía por qué en ese preciso momento sus ojos eran aún más brillantes llenos de temor, de odio hacia él mismo por no saber cómo protegerme, por haber dejado que me tocaran y lastimaran de esta forma.
—Son los mismo que son capaces de comenzar una tormenta si no te quedas conmigo, Leen —esa es la mejor suplica que podré escuchar salir de entre sus labios. Un gran maestro de la redención y de la ambición suplicando por la vida de su propia destrucción.
¿Qué clase de vampiro eres, Shadow Cullen?»
El sonido de un golpe sorbo me hizo abrir los ojos de nuevo de golpe, todo a mi alrededor es extraño y desconocido. El cabello de Jaden le cae sobre su frente, su mirada está clavada hacía al frente, puedo sentir como el frio me comienza a consumir desde dentro, ¿quién dijo que ser parte demonio no me hacía igual de débil que un mundano? Para ser la única cuatri hibrida debería de tener más cuidado en donde meto mi nariz de licántropa y no dejarme llevar por mis malditas emociones que se supone deberían de estar muertas igual que mi corazón.
—¡Alana pide que alguien la traiga de inmediato! —Jaden le ordeno a su hermana menor con autoridad en su voz.
Oh, Alana, la dulce y tiernas Alana.
—Yo... yo quiero quedarme —le respondió Alana entre líneas.
—¡Te he dado una maldita orden Alana, se está muriendo! —Se cuento odia levantarle la voz a su hermana menor cuando se pone necia—. ¡Solo has lo que te he pedido y después podrás estar con ella, por favor! —A minoro su tono de voz.
Tres segundos más tarde Jaden, me estaba colocando sobre su cama, pude reconocer desde la entrada su espaciosa y pálida habitación. Sigo sin entender por qué las habitaciones reales deben ser coloridas, pálidas e incluso con toques especiales como si fueran parte de su esencia. Si mi habitación tuviera la luz necesaria estoy segura que aún se podrían notar las manchas de sangre en las paredes, las marcas de garras por todos lados como si fuera una bestia encerrada dentro de su habitación exigiendo querer salir. Todo a mi alrededor, dentro de mi habitación siempre será un gran caos igual que yo.
—Jaden —lo llame a penas con un hilo de voz.
—¡Shhh! —Pidió—. No hables.
Negue con la cabeza.
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Editado: 02.09.2022