Las murallas caídas.
Darleen
Han pasado solamente una semana desde que vi directamente a los ojos a Shadow y sentí que todas nuestras mentiras se arremolinaban a nuestro alrededor.
Tenía que dejarlo ir, aunque es me costara casi mil muertes de asquerosos lycans que se intentaron acercar al castillo de Jaden mientras iba de paso no me costó nada matarlos, pero lo disfrute de cierta manera como nunca antes lo había disfrutado tanto. Tuve que deshacerme de todos los cuerpos antes de que alguien se diera cuenta de que había sido yo quien terminara con sus vidas sin ninguna razón o en realidad, si tenía mis razones, pero no son lo suficientemente justificables.
Tenía que matar algo antes de entrar por esas grandes puertas y armar un escándalo del cual todo el mundo sería capaz de recordarme por la eternidad si no es que ya lo harán y sus pensamientos los atormentaran hasta que se quiten la vida sintiendo miedo. Desde hace una semana e ignorado a Jaden lo más que puedo y lo suficiente como para no arrancarle la garganta. No quiero verlo a la cara por ninguna razón en especial hasta no saber que hacer realmente con mi cabeza y mis intensiones de quererlo asesinar. Matarlo sería un trabajo bastante fácil él no podría mucho rendimiento, pero tal vez desataría una maldita revolución y no estoy en mis facultades para ir a una guerra.
Los preparativos de la boda aún siguen en pie y me estresan más que la voz chillona de Abigail cuando quiere algo que le ha visto a otra princesa de los reinos cercanos.
Ahora, en el presente sigo ignorando a todas esas voces a mi alrededor que me dicen lo que tengo que hacer, lo que debo decir y sobre todo lo que no debo hacer una vez que diga acepto, odio tener que seguir reglas, odio la monarquía en la que caminamos y con la que tendrán que vivir por más de un siglo.
Desde hace tres horas he estado mirando a través de la ventada del gran salón del castillo sin mirar hacia atrás no tengo ganas de ver a nadie a los ojos simplemente quiero mirar hacia el exterior y disfrutar lo que duele aún. Su madre de Jaden y Alexia se han estado encargado de todas las cosas con respecto a la boda, al igual que Mikeila y Mérida de los asuntos más formales, como las invitaciones, los arreglos y todas esas cosas que no me importan en lo más mínimo.
Todos a mi alrededor parecen querer que la ceremonia sea de lo más perfecta, pero para mí, para mí eso no me importa nada de eso en lo absoluto es de mi importancia. Si por mí fuera casaría a Lara con él y después la ejecutaría en público por usurpar el matrimonio de su hermana mayor, pero vaya que su padre la protegería a toda costa de mí y eso solo me enfurecería más.
—¿Darleen me estás escuchando? —La voz dulce de Mikeila me hizo ladear mi cabeza para mirar a la morena que está parada a tres pasos detrás de mí—. ¿Has escuchado lo que te he dicho?
Negué con la cabeza.
—¿Y a ti que te pasa? —me pregunta inconforme a mis actitudes.
—Quiero asesinarlo —respondí con simpleza.
—¿A quién quieres matar? —se interesó, pero no le sorprendió. Creo que después de todo uno si se termina por acostumbrar a mi forma de pensar y hablar.
—Le quiero arrancar cada parte de su cuerpo, hacerlo gritar y suplicar por clemencia. Quiero hacerlo sangrar tanto que en sus ojos poder ver el reflejo del demonio atroz que puedo llegar a hacer —una sonrisa perversa se dibujó en mis labios.
—La venganza no es una opción, pero comprendo por qué lo deseas tanto.
Me está agrandando la forma de pensar de Mikeila, después de todo fue envida a cuidarme como una nana siendo menor que yo, pero entre las brujas nos entendemos.
—Entonces debes de ser la única que lo comprende —regrese mi vista hacía la ventana de nuevo—. ¿Por qué me has dicho antes?
Por primera vez en toda una semana me intereso por algo que tenga que ver con la boda, no tengo ganas de saber nada de algo de lo que ya estoy comenzando a dudar si quiero hacer o no quiero llegar a hacerlo. Jaden puede ser el amor que toda joven busca en estos tiempos, es sobreprotector, cuidados, amable, caballeroso, atendo y demás cosas que toda mujer requiere para sentirse amada, pero yo, ¿qué es lo que quiero?
No quiero amor, no busco unir mi vida a nadie por el resto de mi vida solo para darle el gusto de mi familia de ser la siguiente reina que todo el reino merece. No quiero sentarme en un trono a la espera de que la guerra toque a mi puerta y que mi esposo tenga que ser el que luche en nombre por todos los reinos mencionados y los no mencionados. Que luche por todas esas personas que lo aman y a los que he desterrado por el resto de la eternidad o al menos eso parecer que lo he hecho. Yo no quiero nada de eso, yo quiero ser la cabeza de un ejército, que los soldados griten mi nombre para hacerles saber que la princesa lucha en nombre de su reino sin ocultarse detrás de un rey, detrás de una corona y sobre todo del poder que tiene su palabra junto a su decreto.
—Necesitas escribir tus botos.
—¿En serio? —Ironice—. ¿A caso que no te han gustado los que ya escribí?
Comencé a alejarme de la ventana para acercarme al sillón en donde está sentada Alexia revisando la lista de invitados que le he dado. Me senté junto a ella sin interrumpirla. Tenerla a mí lado es lo único que me reconforta, está lejos de las garras de mi madre, de todos aquellos que sepan sobre los dioses de las montañas ocultas detrás de sol.
—No puedes decirle todo eso a Jaden frente al altar —me contradijo.
—Si lo escribí fue por qué lo sentí, ¿no lo crees?
Mikeila negó con la cabeza antes de sentarse frente a mí.
—Me caso contigo por qué realmente no te amo, me caso contigo por qué de no ser ti quien desafío mi proclamación ahora mismo estaría yendo directo al reino de los demonios infernales a ser la reina que ellos necesitan y podría hacer arder tu maldito mundo por haberme roto el corazón. Eras el único hombre que jamás pensé que me traicionaría y fuiste tú quien me miro a los ojos y me dijo te amo cuando en realidad no estaban llenos de verdad, solo estaban llenos de mentiras por qué has estado fornicando con mi hermana menor mientras yo luchaba por tener un reino limpió —hizo una pausa a mis escritos—. ¿Quieres que siga leyendo?
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Editado: 02.09.2022