Sacrificio [yo soy fuego]

Capítulo 24

El pasillo secreto

Darleen

Mientras traíamos a Rhysand ante Mérida un par de acontecimientos se nos interpusieron, se me había olvidado que rápido se corre la voz en este lugar.

Intente protegerlo lo más que pude, pero tener que haberle dejado claro a él que no me dejaría de nadie fue bastante agotador y sus golpes aun los puedo sentir. Su fuerza es igual a la de diez mil hombres o incluso hasta de más.

Siento como cada parte de mi interior me arde tanto que en cualquier momento podría estallar.

Rhysand si es fuerte, pero la pérdida de sangre fue demasiada. Le tentación me está comenzando a matar y no sé si podré soportar más. Muro de hambre, pero también muero de miedo de que su herida le haya perforado un órgano vital, el sangrado no se detiene, aunque ejercimos demasiada presión en ella. En cuento Azriel abrió las puertas de golpe mis ojos se desviaron en Bain y Lara.

—¡Lara has que llamen a Mérida! —Le grite, pero ella simplemente se paralizo—. ¡Has lo que te pedí de una maldita vez o será tu maldita sangre la que beberé cuando acabe con Rhysand!

Abaddon le mostro el camino a Cassian para llevarlo al salón en donde Mérida lo sanara. Los dos estamos cubiertos de la sangre de Rhysand. Mis manos me están temblando como nunca antes me hubieran temblado; tal vez sea de la impotencia, de nervios o de cualquier emoción por la cual este pasando en estos momentos. Pude notar que las pupilas de Azriel están tan dilatas que sentí la necesidad de tomarlo de su mano y tirar de está para abrazarlo.

—Te prometo que Mérida, Mikeila y Alexia harán lo que este en sus manos para salvarlo —le susurré con franqueza.

—Lo sé. Y no tengo duda de que harás de todo por qué él se salve —sentí el peso de su voz caer sobre mis hombros. Les tengo demasiado a precio a los tres por igual y está más que claro que jamás dejare que nadie los toque, si Rhysand no sobrevive no me lo perdonare nunca.

Azriel me atrajo más a su cuerpo rodeando mi cintura con sus brazos. Yo recargue mi mejilla en su armadura cubierta de sangre que apesta, pero eso después se podrá solucionar cuando mande a que alguien las limpie. Escuche la respiración de las tres mujeres pasar por un costado de nosotros seguidos de los pasos pesados de Jaden, pero entonces la voz de Bain me sorprendió.

—Jaden —lo llamo Bain—, no es un buen momento.

—¡Pero ella es mí futura esposa y lo único que quiero es asegurarme de que está bien! —espeto con rabia. Tal vez de verme entre los brazos de Azriel, pero en vez de ir y decirle que estoy bien me aferré más al cuerpo de Azriel como si mirar a Jaden me trajera de regreso a la realidad a la que soy pertenezco.

—No me importa si serás el nuevo novio de mi hermana o el último en respirar por ver si está viva o está hecha piedra, pero la puedes ver ahí entre los brazos de un hombre que jamás dejara que nadie le haga daño, un hombre que a pesar de los años sigue siendo solo leal a ella a pesar de que no será la siguiente reina, ahí la tienes de pie con la frente en alto —las palabras de Bain me hicieron saber que sabe por qué razón he regresado hecha una furia, siempre tuvimos una gran conexión a pesar de ser menor que yo, él siempre ha sido la persona que más me conoce en todo el mundo y la última persona en la que jamás se puede confiar sin antes darle algo que valga la pena su silencio.

Escuche lo pasos de Jaden alejarse y entonces la voz de Mérida hizo que Azriel y yo nos alejáramos.

—Necesito hacerle una transfusión de sangre —nos informó a los dos—. Te necesito dentro Azriel, ambos comparten el mismo tipo de sangre al igual que Cassian.

Los términos que utiliza Mérida a veces me provocan torticolis.

Azriel se acercó hasta la puerta dudando si dejarme será una buena opción entonces asentí con mi cabeza para quitarle un maldito peso de encima. Dejarme sola no es tan peligroso como ellos creen, bueno, no cuando estoy enojada y quiero respuesta, pero ahora mismo la paciencia es mi peor enemiga solo busco y entre más busco solo obtengo una respuesta que no me gusta en lo absoluto.

Detrás de mí escuche los pasos de Bain discretos y bastante silencioso postrándose junto a mí mientras yo escucho los gritos de dolor de Rhysand, estar ahí dentro me terminara de matar o de matar la poca humanidad que queda dentro de mí y me doblegaría del dolor de solo verlo sufrir tanto como ahora mismo lo hace.

—Se cual es el pasillo hasta la habitación de Shadow sin que nadie nos veo o nos escuche —comento sabiamente mi hermano después de un minuto de silencio.

—Muéstramelo —le exigí.

—Pero…

—Sí piensas sobornarme con sus peticiones estúpidas entonces ahórrate todo tu maldito show, Bain no estoy de humor para tus juegos de niño caprichoso y por primera vez en tú maldita vida actúa como un maldito Kane y ponte bien los pantalones y has lo que tú hermana mayor de exige.

—Yo solo iba a decirte que Abigail está con él —dijo en un todo bajo como si mis palabras lo hubieran lastimado.

—No importa quien esté con él. Lo que me importa es que esté —dije con la mirada perdida en las sombras que piensan igual que yo y eso hizo que una pequeña sonrisa a labios cerrados se formara en mi rostro con malicia.

—Por alguna razón quiero suponer que tendremos un verdadero momento de hermanos.

—Si no sales corriendo como niña, probablemente diga que sí. Tendremos un momento de hermanos.

Sentí la sonrisa sombría que oscureció el rostro de Bain antes de que comenzáramos a caminar hacia el otro lado del pasillo. Conozco cada rincón, pero no tanto como él los conoce.

Cuando éramos únicamente dos viviendo en un gran castillo el aburrimiento era demasiado grande, tan grande como para descubrir cualquier secreto dentro de los muros en los que vivimos. Llegamos hasta un pasillo en donde está el cuadro de Charlie, Mera, Aleska y Jakov. El pecho se me comprimió de solo ver la imagen de Aleska ahí tan sería y hermosa como siempre. Bain desprendió un costado de la pintura dejando a la vista un círculo oscuro por el cual se metió y después me hizo una seña con su mano para que lo siguiera y sin pensarlo dos veces lo hice cerrando la pintura detrás de mí.




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