Reencuentro con el pasado
Omnisciente
Darleen suele ocultarse detrás de una cortina de humo oscura y evadir sus responsabilidades fácilmente, sobre todo si siente que no le corresponde a ella hacerlas.
Ella mejor que nadie conoce cuál es el lugar que le corresponde ocupar dentro de la gran sociedad que la rodea y aunque muchas veces siente que la asfixian por tantas responsabilidades de las que se debe de hacer cargar como primogénita del rey que gano limpiamente la corona y el respeto de los demás reyes que componen el resto de su mundo.
Siempre ha intentado olvidar una gran parte su pasado.
Darleen no suele demostrar sus sentimientos desde mucho antes de tomar la vida de Lucían entre sus manos, no, ella perdió la facilidad de demostrar ante el público abierto una sonrisa noble y llena de felicidad pura; ahora sus sonrisas son falsas y llenas de arrogancia para demostrarle al mundo que gira a su alrededor que ella sigue manteniendo su chispa que antes los conquisto pero que ahora solo está por algún lugar dentro de su cabeza que intenta siempre mantener lejos de sus pensamientos.
Suele ponerse a prueba ella misma en diversas circunstancias fuera de lo normales.
Le gusta ponerse a pensar cuando está completamente sola y si por alguna razón existe un ruido que perturbe su concentración de lo que habría sido si no hubiera causado esa discusión con Bain que lo hizo caer tan bajo como para ofrecerle a Aubery a su hermana y que su madre aceptara el trato con tal de hacerla entender que su lugar era junto a una corona y a un rey que le otorgara todo lo que sus padres siempre le habían dado pero así como Bain, Darleen también tenía sus ambiciones y ella se había convertida en una adicta del néctar de dragón, un veneno tan letal en los inmortales como para causarles una fuerte adicción y dejar de alimentarse de sangre y únicamente consumirlo para saciar la sed de sangre.
Darleen era aún más peligrosa bajo el estado venenoso del néctar que por sí sola. Bain únicamente lo que quería era poder ayudar a su hermana mayor de la única forma que conocía y era alejándola del sustento, de quien la hacía adicta, pero el fracaso en su plan llevo cuando Tamlin un descendiente del dragón rojo se enamoró de la princesa con tan solo 150 años que en números mortales se denominaría como 15 años. Él fue quien le dijo que su néctar la podría ayudar a controlar más su sed, pero algo en lo que se equivocó Tamlin era en que el néctar cuando sale del sistema del vampiro provoco un hambre tan voraz que es capaz de acabar con toda una población y en Darleen el efecto es dos veces mayor que en el de uno normal.
Bain había escuchado sobre el príncipe de las sombras, el príncipe que sabía demasiadas cosas, pero sobre todo que sabía mucho sobre los efectos secundarios del néctar de dragón; un tema al cual a Darleen le gusta dejaron en el pasado y no mencionarlo y no por vergüenza, sino por qué le hace recordar que Aubery lo decapito frente a ella y después él se devolvió hacia ella intentando tranquilizarla, pero sus gritos eran tan desconcertadores y hacían que la gravedad jugara con él y sus aliados.
Bain muchas veces intento luchar contra el impulso de ver a su hermana demasiado delgada y casi en los huesos como si estuviera a punto de morir.
Aubery se suponía que únicamente se haría cargo de ayudarla más no de atarla a cuatro años de injusticias, de tomarla por la fuerza bajo el efecto de la belladona y el néctar de una plata venenosa que únicamente en sus jardines se daban.
Las intenciones de Aubery no eran hacerle daño ni mucho menos humillarla como lo hacía, pero Darleen a esa edad era un verdadero problema. Darleen siempre ha sido de un carácter bastante fuerte y siempre había demostrado ser más de lo que aparentada pero esa noche Bain y Aubery le habían tenido una trampa para hacerla recapacitar dejándola sola. Bain sabía que a Darleen no le gustaba estar sola y menos en noches de tormenta. Y por desgracia esa noche había una tormenta.
Aubery había tenido la grandiosa idea de enseñarle una enseñanza esencial para ser la siguiente reina y es aprender a estar sola, él como todos los demás que forman aun parte del consejo tenían bastante claro que esa idea la haría odiarlos, posiblemente la convertiría en un ser frío y sin miedo a nada y Jakov no se había equivocado él sabía mejor que nadie cual era el efecto de hacerla enfrentar ese miedo sola, en un castillo en donde el sonido de los truenos era espeluznante pero ese era el método que Aubery conocía y a él le había funcionado en el pasado algo con lo que ninguno contaba es que a ella la atormentaría por el resto de su vida.
—Por favor no —sollozo Darleen intentando alcanzar a su hermano y a Aubery, pero no logro.
Ninguno de los dos se dignó a voltear a verla. Ella estaba demasiado débil como para poder salir antes que ellos, en el último escalón la punta de su zapato de atoro como una grieta haciéndola caer sobre sus palmas. Sus lágrimas seguían cayendo sobre sus mejillas haciéndola sentir patética.
—¡No me dejes! —Le pidió a su hermano, pero ambos hombres la acribillaron con la mirada.
Darleen levanto la cabeza levemente para poder observar la frialdad dentro de las pupilas carmesí del vampiro que decía quererla ayudar le hizo darse cuenta de esas no eran sus verdaderas intenciones, pero la iba hacer pasar una noche de tormenta sola.
La tormenta había sido provocada por un enfrentamiento entre Shadow y Rhysand, nada fuera de lo normal, ambos querían respuestas sobre la salud de Darleen, pero a ninguno de los dos les importaban hacer que el cielo retumbara haciéndola pasar miedo. El miedo dentro del pecho de Darleen la hacía sentirse demasiado mal consigo misma, pero Aubery era demasiado cruel para tocarse el corazón y ayudarla a superar su crisis de una forma menos emocional y más llena de crueldad.
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Editado: 02.09.2022