Sacrificio [yo soy fuego]

Capítulo 27

El misterio detrás de los ojos brillantes 

Darleen

Llevo más de tres días sin pegar un maldito ojo dentro de mi propia habitación.

He intentado dormir en la habitación de Bain sin importarme si a él le parece buena idea o no él simplemente intenta ignorar tanto como yo el maldito llanto de esa mocosa que ahora mismo me ha hecho perderla la maldita paciencia por completo y si no fuera por qué Adalyn que parece un maldito buitre ya la hubiera asesinado para poder traer de nuevo la paz y el silencio a mi castillo.

Mi paciencia ahora mismo depende de la paz que necesito para planear un buen movimiento para evitar que al menos cinco de los siete reinos y los no contados se destruyan, pero con esa mocosa llorando las veinticuatro horas del día arrancarme la cabeza es la mejor opción que ahora veo posible y no tardare tanto en hacerlo o pedir que alguien haga callar a esa niña no por una o por dos horas sino por toda la eternidad.

Tome mi capa del respaldo de mi sillón antes de girar la manija de la puerta de mi habitación y salir cerrando de un fuerte portazo la puerta asegurándome de que el seguro anti Adalyn o ante cualquier otra persona fisgona pueda entrar estuviera puesto.

El camisón que utilizo para dormir según en pocas palabras de Cassian es bastante revelador para un ser que tiene el pulso normal y al cual se le puede salir el corazón del pecho sin antes ya haberse imaginado no sé cuántas escenas sexuales dentro de su cabeza.

Al principio lo tome como un maldito insulto de su parte, pero después Bain también hizo un comentario sobre dejar a la vista todas esas marcas de heridas que me causaron dolor y de las cuales no tocamos más afondo el tema para ahorrarnos una discusión que tal vez lo hubiera mandado al sitio a donde estoy caminando en medio de la noche. Pero es uno de los sitios más tranquilos que conozco y del cual jamás quisiera salir y no por el silencio que existe dentro de la propiedad, pero quizás por las personas que la habitan sí.

Camine por al menos tres horas a peso normal. No siempre se necesita utilizar la super velocidad para llegar a cualquier lado que quieras llegar antes de que el detonador se active y todo a tu alrededor se pierda. Caminar me gusta, siempre me ha gustado, aunque a veces sienta que caminar me hace tan mortal como las personas que caminan a mi alrededor en el submundo, la brecha entre nuestro mundo y el de los mortales.

Me detuve casi al final de la calle observando la grandeza del castillo, la oscuridad que porta y la clase que le brinda los acabados con las torres. Esas clases de torres las he visto en millones de modelos iguales o en mejores castillos a los que me han invitado ya sea para bailes o para conocer a los príncipes, pero ninguno me termino de llamar nunca la atención cuando pudieron y ahora que no tienen ninguna oportunidad lo siguen intentando.

Estuve a punto de llamar a la puerta cuando las ruidosas rejas se abrieron y lo visualicé al otro lado bajando los escalones de la puerta principal con esos trajes de color negro que únicamente él es capaz de utilizar y hacerlo lucir tan perfectamente bien que me muerdo disimuladamente mi labio inferior ocultando lo bien que se mira a lo lejos.

Volví a reanudar mi machar entrando a la propiedad de los Black.

No es muy reconocida su familia después de que Mason Black, el hermano y primogénito de Ian Black y Elena Graham. Una familia excluida de la realiza ya qué el príncipe Ian Black desposo a una de las descendientes de la oscuridad; Mera siempre dijo que posiblemente ella jamás hubiera conocido su origen sino hubiera sido por Adalyn quien dijo ser su amiga y después la vendió al consejo como si su viva no valiera nada y posiblemente así hubiera pasado si Elena no hubiera dado a luz a Mason.

Se que Mason mide mucho más de lo que yo miedo ya que parada frente a él me siento tan pequeña.

Una sonrisa burlona se dibujó en sus labios. Sus facciones le ayudan bastante a la hora de querer conseguir una esposa, pero no tanto como el color claro de su mirada, son azules como los de la mayoría de las personas que conozco, pero algo que diferencia su mirada de los demás es que el azul de sus ojos es tan claro que se pueden confundir con grises, no como los míos, pero si son demasiado claros e hipnotizante como los de ninguno.

—Cuando escuché que la paz dentro del castillo Kane se había acaba creí que posiblemente habías huido al paramo —su voz es ronca y varonil me deja cautivada pero no su comentario ese no es de me agrado.

—Soy tan libre como tú de ir a donde yo quiera, Mason —le respondí tangente.

—Y de eso no me queda ninguna duda, princesa —note dentro de sus ojos esa chispa de diversión.

—Puedes pensar en cualquier cosa, Mason, pero sabes que jamás pasara lo que piensas que crees que pasara —me burle de él rodeándolo.

—Yo nunca dije o pensé algo que no fuera a pasar —estoy segura de que no, pero de igual forma no pasara. Nuestra amistad es como una relación: a veces podemos estar bien y hay otras veces en las que es preferible no estar cercas para evitar matarnos. Los años que él tiene de vivo son los mismo que tiene Aubery entonces debo descartar el poderlo matar—. Escuche que Aubery regreso, ¿es eso verdad?

Me encogí de hombros restándole importancia.

—Puede regresar las veces que él quiera, Mason, pero se le olvida que es él contra un imperio que le dio la espalda cuando lo tuvo entre sus manos. No importa cuantas veces tenga que enfrentarlo siempre terminaremos en el mismo estado que cuando lo iniciamos.

—¿Darleen? —me llamo arrastrando las siete letras de mi nombre, en una palabra.

Me detuve para poderlo mirar sobre mi hombro. Siempre hacemos la misma rutina.

—¿Estás segura de que está vez es solo él? —pregunto con ese tono de preocupación.




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