Sacrificio [yo soy fuego]

Capítulo 32

Las noches son cortas

Darleen 

Derrochar un poco de felicidad internamente por el silencio que ahora mismo reina al castillo no es un delito y mucho menos creo que les moleste pasearme con toda tranquilidad del mundo por mí no-hogar. Adalyn llora de pena, Charlie ni siquiera se ha dignado en regresar al castillo después de enterarse que su nieta fue asesinada mejor dicho le duele que su única nieta esté muerta y se aleja de nosotros para alejarme de sus pensamientos. Y quizás al parecer nadie disfruta más de esto que yo, la causa de su muerta, su propia tía oh vaya que eso su suena demasiado bien.

Me agobia demasiado escuchar cómo se lamenta Abbey todo el santo día, llora y llora como si no pudiera traer al mundo a otro engendro.

Intente ignorar mis deberes como princesa hasta que llego una carta o mejor dicho la invitación de la boda real. Lo primero que hice fue quemarla y no dejar ningún rastro de que eso todavía sigue en pie después de todo es una completa locura ahora mismo, no puedo desposarme así por qué sí, he dejado de ser tan dura, tan severa y temible.

No puedo permitir que todo mi imperio se degrade por mi estúpida proclamación de inmadura.

—Creí que dejarías a un lado tus deberes —comento Bain en cuanto se acercó a mi lado— podrías al menos disimular que estás feliz.

Me limite a mirarlo con desdén.

No me importa lo que un mocoso arrogante y malcriado me tenga que decir, ni siquiera sé por qué es mi hermano quien se el atrevimiento de hablarme de esta forma.

—Hablas como si de verdad me importara lo que tú tengas que opinar, Bain. —Dije con suma tranquilidad y elegancia mientras Alexia y Mikeila abren las puertas de la oficina de nuestro padre—. Cayó quien tenía que caer y sin importar la sangre que se tenga que derramar no dejare que nadie me arruine mi buen humor, Bain, así que toma esto como una lección de sobrevivencia tiéntame y te juro que ahora si te aniquilo.

Mientras me deslizo al interior de la oficina hago un ademan con mi mano para que Dimitri, Cardan y Dean le impidan el paso. Lo miré sobre mi hombro regalándole una sonrisa genuina a mi hermano menor.

—No te metas en donde no te llaman, Bain, ¿acaso no has aprendido de tus propios errores? La niña murió y el luto ya ha durado bastante, pero es cansado después de cierto tiempo, amo el dolor de tus hermanas al igual que el de tu madre, pero ya fue suficiente para mí, solo me alimentan y me hacen más letal quieres saber de lo que soy capaz entonces quédate y te mostrare que puedo hacer para lograr lo que tanto quieren que haga y a quien tanto buscan pero que jamás encuentran —concluí antes de que las puertas se cerraran por detrás de mí.

Escuche como maldijo en voz baja antes de alejarse.

Estudie sus pasos tan ligeros y silenciosos hasta que deje de escucharlo mientras se alejaba más.

En realidad, no tengo nada que hacer, todos los deberes que Charlie tiene que hacer se los han llevado a su casa del campo en donde él como Adalyn en el pasado y presente ocultan sus secretos más grandes y deplorables. Si mi madre fue capaz de engañar constantemente al rey ¿por qué él rey no puede jugar con la misma moneda en contra de la reina?

Me agobio a mí misma pensando en todo lo que tengo que sacrificar para que este reino siga de pie.

Adalyn me pide demasiadas cosas como si no fuera ya suficiente tener todo el poder necesario para invocar al diablo y pedirle un trato. Es simple y sencillo, pero no lamentablemente no tiene más vidas que vender o entregarle como ofrenda.

Charlie hace un par de meses tuvo un amorío del cual nació un varón el segundo por cierto dentro de esta dinastía disfuncional de la familia Kane. No tengo idea de cómo se llama, pero si tengo una idea de lo que Adalyn es capaz de hacer si es que se llegar a enterar lo más seguro es que me mandara a matarlo de forma inmediata.

El verdugo seré yo, pero claro eso ya no me debe de extrañar tanto como antes.

—No creí que la princesa de la muerte se centra tanto en los problemas familiares —dijo una voz masculina sentado en la silla del otro lado del escritorio de mi padre sin darse la vuelta, no me hace falta reconocer de quien se trata. Somos como el humo a donde queramos ir iremos sin llamar tanto la atención de los demás y como humo nos desvaneceremos.

Los chicos desvainaron sus espadas, pero yo les hice una seña para que las bajaran y salieran de la habitación dejándonos a nosotros dos solos. Una muy mala idea, pero no tengo otra opción más que sacarlos de aquí.

—Creí que por segunda vez tendrías el valor de cancelar la boda, odias las bodas, amore mío —volvió a comentar él son dejar de sonreír satisfactoriamente. Hemos estado jugando este juego demasiado tiempo y solo él es capaz de mover las piezas del juego mientras que yo aguardo a que mi siguiente movimiento sea perfecto.

—No necesito que me digas lo que he hecho antes, tal vez cambien —hable con seguridad.

—Mientes, sé que mientes por qué has hecho caer a dos pilares importantes dentro del juego, Darleen, no eres tonta, eres lo bastante lista como para seguir moviendo tus piezas sin pensar bien.

Me encogí de hombros, puede que él tenga razón o que yo esté haciendo las cosas mal.

Nadie sabe lo que puede pasar al final.

—No me importa lo que pienses, solo ten en cuenta que hice arder el mundo una vez y puedo hacerlo arder dos veces.

Él comenzó a reírse antes de girar la silla y recargar sus manos sobre la madera frente a nosotros. Charlie siempre ha tenido un buen gusto por los grabados que pidió en todo su pedazo de madera que utiliza como escritorio en donde escribe y lee las cartas que le envían los soltados, reyes y plebeyos desde las provincias o desde la capital. No importa cuanto más tenga que sostenerle la mirada no dejare que me haga daño de nuevo.




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