La canción del norte
Darleen
Tarde un par de minutos en reaccionar y darme cuenta de todo el plan que armo en mi contra.
Él conoce mi maldito vínculo con Bain y lo está ultimando en mi contra.
Empuñe mi espada antes de que sintiera la mano de Rhysand sobre mi muñeca obligándome a bajarla lentamente.
No me opuse a que lo hiciera como tampoco intenté zafarme de su agarre. Me perdí dentro del color tan extraño que tiene su mirada, todo a nuestro alrededor está en calma, como si únicamente tuviéramos este momento para poner las cosas sobre la mesa y no actuar por conveniencias propia; yo sé que esto es lo que él quiere, sé que Aubery siempre ha disfrutado verme mal, pero sobre todo aprovecharse de cada oportunidad que tiene para hacerme daño, por más mínimo que sea siempre ha intentado llegar a mí de todas y cada una de las formas posibles e imposibles para el resto.
—¿Quieres que vayamos contigo? —fue la pregunta que salió de entre los labios de Rhysand haciéndome sonreír como si la pregunta me ofendiera, pero realmente me da igual, nada me importa en estos momentos que no sea la propia vida de mi hermano, seré el ser más egoísta de todas estas tierras que me rodean, pero Bain siempre será primero, o al último dependiendo de mi estado de ánimo.
—Rhysand, con todo respeto no te metas en los asuntos que no te importan —tire de mi muñeca para liberarla, pero me fue imposible ya que su mano se cerró un poco más alrededor de la mía, su piel cálida rosa contra la mía haciéndome sentir muerta.
—Hemos pasado por bastantes cosas en los últimos meses, Darleen, deberías de darnos el poder de tú propia duda si es necesario, pero no puedes luchar tú sola contra todo un ejército —protesto.
—Rhys —intente que mi voz no sonara tan grave, solo mantuve a mi demonio interno arraya— no me conoces como antes salías conocerme cuando de niños ambos éramos fáciles de manipular ahora ambos somos adultos y cuando fue la muerte de tus padres junto a la de tu hermana yo fui quien estuvo estado ahí, pero si mi vínculo con Bain se rompe siempre existirá una grieta que me atara a Aubery sin importar lo que pasé.
—Pero no deberías de hacerlo sola —volvió a insistir.
—No soy la única que lo querrá lo bastante lejos de los reinos.
—No, tal vez no, pero también sabes que él te quiere ¿le darás lo que quiere de ti tan fácil?
Sonreí con amabilidad al notar su preocupación dentro de tu timbre de voz.
—Yo nunca le he dado al pueblo lo que él quiere, pero en esta ocasión el pueblo y yo queremos lo mismo, y sin importar que pase después de hoy no lo dejare tocar la corona nunca.
—Es una completa locura ir ahí detrás de él sabiendo lo que puedes o no perder, pero sin importa que sea lo que te diga harás lo que quieras, iras por tú hermano, pero cabe la posibilidad de que él no esté solo, de que haya más de un orco junto a él intentando matarte, ¿estás dispuesta a luchar contra ellos sin ayuda?
Baje un momento mi mirada de la suya, bajando mi mano sin que él me soltara mi muñeca.
Rhys, tiene razón es como ir a un punto ciego sin tener conocimiento de a que es a lo que verdaderamente me enfrento con él ya que las sorpresas siempre serán su método de defensa.
Conozco como es que me terminara atacando, siempre termina pidiendo y ofreciéndome lo mismo, pero está vez será a cambio de la vida de Mera y Bain, no puedo darme el lujo de debatirme entre ambas vidas ya que ambas son bastante importantes para mí como para otro, pero solo me dará a uno de los dos, la que más me importe o posiblemente solo me torture mentalmente y ninguna de esas dos opciones me agradaran del todo, pero tengo que pensar como él.
¿Qué es lo que harías tú, Aubery?
¿Qué necesita para hacerme caer ante ti?
Cerré mis ojos dejando caer mi frente sobre él pecho de Rhysand, él no tardo demasiado en abrazarme y recargar su barbilla sobre mi cabeza.
La esperanza siempre es la que muere al último, desde que nos Gray entraron en nuestras vidas todo se derrumbó, todo era bastante predecible; matar a sus ojos y oídos de Aubery con Amara, ponerle fin a el romance que podría o no haber sido perfecto ante los ojos de Shadow. ¿Qué más quieres? Matar a la bebé del amor profano de Abigail y de Shadow para obtener su poder. Él... carajo... no puedo darle lo que él quiere por qué yo tampoco lo tengo.
Odio que tenga tantas formas de poder llegar a mí sin importar cuanto me niegue a crearlo, es el rey de la sombras que tiene voz, ojos y oídos, sin embargo, no todas las sombras le son leales, no todos seguimos a nuestros reyes, ya que para ser devoto a alguien debes conocer cuáles son sus verdadera intenciones, él conoce lo que yo llevo encondiendo todo este tiempo, sus ojos nunca han dejado de estar puestos sobre mí y sobre mis movimientos, intentara atacar mientras esté fuera, claro que lo hará, querrá dejarme sin nada pero se le olvida que no somos iguales yo pienso como él y él nunca podrá pensar como yo, esa es mi ventaja sobre él ahora mismo.
—Hacemos exactamente lo que él cree que haremos —comencé a hablar de nuevo—, mientras más lo pienso menos quiero darme cuenta de lo que pasara, pero no puedo ver a través de tus ojos lo que pasara, no quiero ni siquiera imaginarme que será capaz de hacer si tiene un aliado dentro de este reino y si es así es mucho mejor que no lo sepamos y que él tampoco tenga conocimiento de lo que haremos, ¿me entiendes?
Con el simple y sencillo sonido de los latidos de su corazón obtuve la respuesta que buscaba. Qué vida tan difícil es tener que enfrentarte cara a cara a tú propia muerte, pero dejarlo desesperado y sin respuesta es satisfactoriamente la mejor opción que ambos debemos de tomar sin arriesgar la vida de terceras personas que no merecen ser parte de un mal augurio.
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Editado: 02.09.2022