Sacrificio [yo soy fuego]

Capítulo 35

La única reina

Omnisciente 

Para cuando todos los habitantes del submundo creían que habían conocido el verdadero poder de Darleen se han quedado con la boca abierta de solo ver todo lo que estaba por comenzar a suceder, en dónde hace menos de trescientos años una lucha se desato matando a más de la mitad de la población de cada reino que lo conforman.

Darleen siente por debajo de su piel que lo que se ha vecina, no es únicamente una guerra por poder, no es una guerra en donde ella debe demostrarle al pueblo que es digna de ser la única reina para gobernarlos, no, es todo lo contrario a eso. Es una venganza. Un truco de mal gusto.

Aubery ha estado planeando esto desde el primer instante en que conoció a Darleen, atacarla y quitarle todo lo que buscaba en la vida. Aubery es la gota de sangre que derramo Darleen cuando se le señalo como ella es una verdadera leyenda, un de las inmortales menos memorables, pero de las que después de mil años se seguirá hablando entre susurros temiendo por qué se los lleve y les robe el alma como también el corazón. La concentración que ambos aportan a sus planes es el resultado de la magia pura, pero ninguno de los dos tiene en cuenta que las leyendas como ambos nunca morirán al menos no tan fácil como ambos creen que será. Siempre los mantendrán vivos como cuando la oscuridad se enfrentó a la luz del infierno y perdió para ganar un mejor puesto dentro de la sociedad. Si de escalar sociedad dependiera la guerra entonces Aubery y Darleen ya hubieran ganado desde antes de conocerse.

Algunos le temerán a la oscuridad mientras que otros le comenzarán a temer a las sombras.

El tiempo no estaba corriendo de la misma forma en la que lo estaría haciendo si las horas no se comenzaran a reducir en segundos en donde la muerte comienza a tocar las puertas de algunas personas marcadas. Darleen no le teme a la muerte puesto que ella es la princesa de la muerte no tiene miedo a morir o a que el tiempo comience a marchar en su contra ya que desde luego ella conoce cuáles son sus fortalezas y cuales puedes llegar a ser sus debilidades.

Dentro de su cabeza escucha muchas voces que le dicen que se detenga, no que lo busque y que lo deje terminar lo que ha iniciado. Pero siendo ella la que tendrá que darles el tiempo suficiente a otras personas para llevar a cabo el plan es cuando se remonta hasta hace tres días recordando que un cabo se le quedo suelto y ya es demasiado tarde para atarlo sin dejar rastro.

—¿Estás completamente segura de que quieres eso? —le pregunto Mérida sin estar del todo convencida de lo que acaba de escuchar salir de entre los labios de Darleen.

Alexia tiene la cabeza baja sentada en la orilla de la cama de Darleen mientras que Mikeila le sostiene la mano dándole el consuelo que busca su amiga.

—Sí, estoy demasiado segura de que quiero que lo hagas, Mérida. No me importa si tienes que meterlos dentro de un cofre o de dentro de una cueva, pero no quiero que nadie los encuentre nunca en toda su vida —declaro sin titubeos.

Las ordenes de Darleen eran bastante claras, sacar a Alexia, a Luke y a Zoé del pueblo antes de que Aubery se fuera sobre ellos tomando la ventaja que ella ha conseguido sobre sus vidas, sus destinos ahora dependen de que tan inteligente sea Mérida al tomar una buena decisión sobre ellos.

Mérida al igual que Mikeila no terminan de entender que es lo que está pasando dentro de la cabeza de Darleen pero si algo tienen bastante claro es que lo que sea que vaya a pasar de ahora en adelante tendría que ponerse a prueba, tenía que ser solo un completa locura lo que le pasa por sus pensamientos, no cree que sea tan fácil como levantar su espada para protegerlos del mal, ella ha sido tentada desde que era tan solo un cría qué le da la certeza de que ellos no serán tentados por la misma oscuridad que la tentó a ella cuando aún no conocía su verdadera poder. La oscuridad se aprovechó de un corazón roto para marchitarlo y oscurecerlo tanto que no dejo nada de el cuando alguien más intento amarlo y sanarlo.

—Lo que necesitan saber es lo relevante a lo que no quiero que pase —volvió a hablar ella—, no quiero que cuando la guerra comience Aubery los tome por la espalda y los ponga en contra de sus principios. Pasaran mil años antes de que yo vuelva a abrir los ojos y tenga que dejarlos ir, pasaran mil años o quizás más de mil años antes de que las gotas de sangre de Shadow y la mía sean derramadas y entonces Aubery regresara de donde sea que se haya ido y querrá todo lo que nunca ha tenido. Me buscara, los buscara y también encontrara a alguien más cruzándose por su camino.

—Pero yo no quiero irme sin ti —protesto Alexia dolida por la decisión que toma su amada.

—No te estoy preguntando si quieres o no irte sin mí, Alexia, te estoy dando una maldita orden así que si quieres vivir tendrás que hacerme caso e irte lejos con ellos. No lo hago por egoísmo lo hago por su bien de los tres, merecen oportunidades que quizás nadie más les pueda dar en la vida.

—No deberías de tomar esa decisión antes de tiempo, Darleen —intervino Mérida.

—Tienes razón. Pero ahora lo que importa es que ella este lejos al igual que ellos, no los quiero expuestos a la oscuridad más tiempo, no necesito que las sombras los engañen y les arranque el corazón antes de tiempo, el vínculo fue activado entre todos. Si Bain muerte, mi lado razonable se caerá dentro de mí y no tendré piedad de nadie ni siquiera de ustedes, si yo duermo mil años Mikeila me acompañara y ustedes podrán hacer una vida lejos de todo el mal, pero si cometen un error entonces todo decaerá. Nadie sobreviviera y entonces por todo lo que hemos estado luchando se habrá esfumado debajo de las brasas de una guerra sin fin.

El recuerdo era tan vivido que intento disuadirlo a medida que sentí que su pecho se contraía, no emanada una magia fuerte pero tampoco podía darse el lujo de bajar la guardia ante su más grande enemigo.




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