Sacrificio [yo soy fuego]

Capítulo 36

Justicia por mi mano 

Shadow

La conversación que Darleen y Aubery sostienen es bastante comprometedora, pero verlos besarse con tanto odio provoco que sintiera celosos, verdaderos celos de lo que aun siente por él. Sus sentimientos de ella son reales hacía él, pero su odio es más cegador que cualquier rastro de amor, sentir celos de un cadáver es algo ya bastante repugnante hasta para mí.

Ella ya rompió nuestro lazo amoroso una vez, ya rompió cualquier método en el que no podemos hacernos daño cuando decidió apuñalarme, pero nunca hubo una regla en donde no podamos dejarnos de proteger como ahora mismo lo estamos haciendo ella me protege cuando cree que estoy en peligro y yo la protejo a ella por qué sé que el cualquier momento él la lastimara. Podremos odiarnos, pero jamás dejar de luchar junto a él otro. Nunca y aunque a veces nos cuesta demasiado trabajo coordinarnos terminamos siempre ejecutando los mismos movimientos inconscientemente.

No queda mucho que hacer teniendo en cuenta de que no soy el único que quiere protegerla.

La expresión facial de Aubery es autentica, pero al mismo tiempo siniestra y perversa. Darleen y Cassian se han puesto de pie con ayuda de Azriel mientras que Rhysand lo sigue desafiando con la mirada hasta que su mirada de Aubery cae de nuestro sobre mí. Una magia oscura comenzó a hacerme avanzar hasta quedar de rodillas frente a él doblegar a sus presas es lo mejor que sabe hacer.

—Nunca creí que sería tú quien la terminara por enamorar —mascullo con odio.

—Yo no la termine de enamorar, al contrario, hice lo mismo que tú lo hiciste.

—¿Le rompiste el corazón de nuevo? —pregunto sin dejar de sonreír—. Ah, no, espera, pero si es verdad que aquí nuestra princesa se arrancó el corazón en un acto de desesperación y dolor puro. Que mal que no pueda sentir lo que otros si lo hacemos, pobrecilla de Darleen, cuanto daño le hemos hecho.

No le observe sin ninguna pisca de emociones, pero escuche su gruñido de advertencia.

—Es básicamente lo mismo a lo que tú la orillaste a hacer —volví a hablar con sinceridad.

—Todos creen que el monstruo soy yo, pero en realidad, el verdadero monstruo vive dentro de ella y lo sabes mejor que nadie.

—¿El monstruo que ambos crearon? —le pregunto Darleen acercándose a nosotros.

Sentí mi garganta comenzarme a arder, como si una presión se comenzar a ejercer alrededor de mi cuello cortándome la respiración. No emití ningún sonido por algunos segundos hasta que sentí como mi cuerpo salió volando de donde estaba para terminar del otro lado de una viga que comenzó a caerse junto a una gran parte del piso que solía ser de las habitaciones. Odio su maldito poder, pero no puedo hacer nada yo tengo que ocultar el mío sobre todas las cosas.

Una nube de polvo se levantó, pero cuando intente ponerme de pie vi la mano de Darleen ejerciendo presión a la distancia para que me quedara en mi lugar al igual que lo hace con los demás me ha dejado comer polvo como muchas veces antes lo había hecho con demasiada facilidad.

A penas y fue capaz de levantar mi cabeza para observarla de nuevo. Es como ver a la muerte directamente a los ojos, caminar con ella en un principio fue demasiado difícil, pero verla en acción es completamente diferente.

Ahora está mucho pero mucho, más cercas de él y Aubery no parece en lo absoluto sorprendido.

Mis ojos no dejan de detallar como a su alrededor comienza a sonar una canción y sus cuerpos se comienzan a mover de un lado a otro como si levitaran. Esa canción todo el mundo la conoce, es la canción que en algún punto ayudo a Darleen a no darse por vencida, pero nunca se llegó a saber quién había sido quien la había liberado de ese hechizo.

—No tienes derecho —le gruño Darleen—. No tienes derecho a tomar posesión de algo que no es tuyo.

—Tienes razón —le respondió Aubery sin dejarla de mover de un lado a otro, solo si sus pasaos fueran como el aire, ligeros y simples—. No tengo derecho, pero entonces tú tampoco tenías derecho de dejarme en primer lugar, de desterrarme y de humillarme.

Todos creo que ahora mismo sabemos o al menos tenemos una gran idea de que ella le está teniendo misericordia de no matarlo y solo hacerlo perder la cabeza hablando.

Me levante lentamente de entre los escombros antes de limpiarme y quedar como nuevo. Mi mirada se cruzó con la de Adalyn a lo lejos, tan lejos que solo creo que yo fui él único en darse cuenta de hacia dónde se dirige, la comencé a seguir sin llamar tanto la atención de los demás que no dejan de observar como la energía se comienza a concentrar alrededor de Aubery y de Darleen.

Tome mi oportunidad de poderle servir de ayuda, pero he olvidado por completo que el castillo está en ruinar y a donde quiera que mires le hacen falta pedazos. El poder de Darleen es capaz de hacer desaparecer un reino completo.

Entre sus miradas se pueden leer líneas, las palabras e incluso lo que piensan, pero no es hasta que la voz ronca se Aubery disipa de nuevo el silencio que nos abraza a todos.

—Volvería a caminar entre la oscuridad sólo para estar junto a ti de nuevo, con el corazón abierto y desangrando, dime que no estoy loco no te estoy pidiendo mucho sólo que seas sincera conmigo mi orgullo es lo único que tengo —hablo en voz baja y en ese tono grave y bastante agudo para algunos.

—No tendré piedad de ti como tú tampoco tendrás piedad de ninguno de nosotros —embono una sonrisa sin dejar desprender seguridad.

Los pasos de Adalyn sin silenciosos, pero no invisibles como los de Darleen. Nadie es como ella por lo que sentí cuando dio la orden, cuando hizo que las sombras saltaran y lo atacaran como si le otorgaran un minuto de ventaja que no dude en ocupar e ir detrás de ella, la tome por la cintura haciéndola girar y quedamos en cuclillas mientras Aubery disipa las sombras golpeando mi espalda con ellas. Son como pequeñas cuchilladas profundas.




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