Sacrificio [yo soy fuego]

Capítulo 44

Decisiones y consecuencias 

Darleen

El miedo corre por mis venas al igual que el duro viento que arrastran las montañas desde lejos.

Hemos terminado con todos los lycans que se nos fueron encomendados a terminar. Abaddon y Wrath han terminado con el resto de ellos cortándoles la cabeza de un corte limpio, a mí el dolor me cala los huesos como nunca antes me había doblegado hacia el dolor.

Caminé solo cinco pasos antes de quedar parada frente a lo que antes solía ser una gran ventada del reino que destruí tiempo atrás.

La niebla es demasiado blanca y fría para ser parte de un invierno sembrado y conjurado para hacerme ganar tiempo, el tiempo suficiente para hacerme dar cuenta que el único veneno capaz de causarme tanto dolor sería la del dragón que una vez me salvo la vida dándome el poder del conocimiento de mis propios actos.

El reino está hecho ruinas al completo. Esté fue un lugar hermoso en el pasado fue y perteneció a un rey justo y bastante noble para mi gusto, pero ahora mismo yace ante mis ojos como un reino de cenizas que se hundirá más en ruinas que antes. El viento se lleva hacia una dirección contrario el olor de la muerte, a lo lejos puedo sentir la mirada de la muerte llamándome a su lado para que viaje al mundo de los sueños en donde permanece agonizante del dolor de ver arder un mundo similar al que piso ahora mismo.

Hacia demasiado tiempo que no sentí que el mundo corría en la dirección contraria a mis acciones. Ahora, en este preciso momento en el que he conocido mi presente es poco factible que no pueda sentir una paz gobernando a mis propios miedos.

El mundo es demasiado cruel como para no darme cuenta de lo que pasa a mi alrededor.

Cerrar mis ojos es poder ver el mundo con mucha más claridad al igual que Rhysand lo puedo sentir y compartir el mismo gusto de admiración por el trabajo que logro llevar a cabo Aubery después de tanto tiempo lejos dentro de las sombras. Puedo sentir el agobio de un padre esperando no ver entre todos los cuerpos el de su propio hijo al igual que ver muertos a sus soldados que no han dejado de llevar en alto mi nombre hasta su último suspiro de vida. Puedo escucharlos hablar.

El rey de los elfos llama al resto de sus hombres para llevárselo lejos de la guerra.

Puedo sentir el miedo del rey, pero también las ansias de un solado queriendo advertirme sobre lo que pasara. Dimitri es un buen soldado y debo de admitir que su mensaje ha llegado hasta mis oídos. Es difícil no sonreír ante la arrogancia de un rey que no quiere seguir derramando sangre en la tierra de una princesa maldita.

Correr entre los lienzos de la oscuridad es poder sentir la libertad de no buscar esperanza.

La libertad de las fuerzas que le da la esperanza que tiene Anastasia me enferma un más.

Existen fuerzas que no se pueden controlar desde el interior de la magia. No existe magia tan fuerte que pueda proteger a tus seres queridos para que no sea un sacrificio que nivele la naturaleza de la tierra. Abrí de nuevo mis ojos con la esperanza de encontrar la respuesta que busco pero que parece que se alejan de mi cabeza vez que intento acercarme más.

—¿Dónde está ese horrible vampiro? —gruñí entre dientes.

Di en gran respingón al escuchar mi nombre salir de entre la garganta de Dean.

—¡Darleen!

—¡Dean!

—Tienen que irse ahora —nos advierte a los cuatro—. Aubery tiene a otro ejército, atacando desde el norte. Está parte del castillo estará rodeada. No tendrán ninguna salida.

—Están tan cercas y ese maldito vampiro está ahí —se hizo presente Abaddon enojado—. Hay que ir por él.

—No —le advertí colocando una de mis manos sobre su pecho—. Eso es lo que él quiere. Quiere atraernos hacía él. Es una maldita trampa.

Ambos volteamos hacía la torre de nuevo. Una fuerte punzada de dolor me ataco el pecho de nuevo, envíe a Mason y a Elijah a ese lugar. Conscientemente sé que si los mata regresaran al infierno para recuperarse y volver al mundo de los mortales.

—Busca a Mason y a Elijah y diles que regresen —le pedí.

—¿Darleen están segura de esto?

—Solo hazlo. Viviremos para luchar otro día.

Todos nos dimos un pequeño saludo con la cabeza. Wrath y Mikeila iban a comenzar a caminar a mi lado al igual que Dean cuando se escucharon pasos demasiado grandes que llamaron nuestra atención de golpe, quizás no eran pasos quizás son golpes de pelea y eso estruendo mi pecho.

Luces se ven desde los estrechos pasillos de la torre que aún sigue de pie.

Centre toda mi atención en ese punto ciego, el aire pesa hasta para mí.

Desde la parte superior de la torre visualice las figurar de varios orcos al igual que la de Marcus arrastrando por el piso a Mason.

—Oh no —murmuro Mikeila.

Marcus laza al aire el cuerpo de Mason al aire tirando de su cabello.

—¡Este moría primero! —Me advierte—. Luego morirá Elijah. Luego tú y tú asqueroso ejército. Pero dejare el final para la princesa de la muerte.

—No —dice con firmeza Mason.

Mis ojos me pican anuncian mis lágrimas mientras yo intento contenerme y no caer sobre mis propias manos al suelo. No puedo creer que él quiera destruirme pieza por pieza, pero era más que evidente que no lo haría sin provocarme un dolor agonizante que arrasé con el que ya había provocado ante. No puedo creerme que caiga dentro de sus malditos juegos a estas alturas del partido.

—¡Corran! —Grito. El brazo de Abaddon me rodeo por la cintura evitando que corre hacia enfrente mientras observo como la espada de Marcus atraviesa por la mitad el cuerpo de Mason.

—Aquí es en donde termina tu reinado —dijo Marcus al mismo tiempo que tirada el cuerpo sin vida de Mason. La caída es demasiado alta por lo que sentí que el dolor me encendía la piel. Mi cabeza no deja de repetir la misma imagen una y otra y otra vez. Su mirada no demostraba miedo al contrario demostraba placer de morir otra vez por mí. Eso me hizo sentir mal conmigo misma una vez más.




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