Sade

Part. Two

Golden Room

Sade Jones.

Una gran tormenta estaba a punto de desatarse, las grandes nubes grises cubrían el cielo por completo, lo que hace un par de horas era un hermoso cielo azul cubierto por nubes blancas, ahora, se había convertido en un cielo gris y oscuro.

A los pocos minutos las pequeñas gotas comenzaron a caer sobre el suelo terregoso, dando la bienvenida al lodo. Sade tomo una gran respiración, llevando consigo el olor a tierra mojada y el olor de los árboles y, sobre todo el olor del que alguna vez, fue su hogar. A lo lejos se podía ver una pequeña casa totalmente en ruinas, sucio, descuidado.

__Tendré que empezar de nuevo.

Llevo su cabeza hacia atrás y, dejo caer el paraguas que llevaba consigo, dejando que la lluvia empapara su rostro. Cerro sus ojos y se dejo llevar por el sonido que emergía del lugar.

Una tranquilidad absoluta. Eso era lo que había para ella de nueva cuenta en aquel lugar. Un lugar al cual, se negaba regresar. Sin embargo, ahí se encontraba ella, de nueva cuenta en el mismo lugar en el cual, fue humillada y abandonada a su suerte, siendo solamente una adolescente.

Una simple muchacha, una simple trabajadora, una simple quinceañera con quien la vida se había ensañado.

Abrió sus ojos y sus labios formaron una línea, el dolor y la humillación se hacían presentes, la opresión en su pecho, llegaba así como la misma tormenta.

Camino bajo la tormenta, dejando que la lluvia empapara su cuerpo, dejando que se esta se llevara todas sus penas, o por lo menos aminoraran un poco.

Tardo un par de horas en llegar a su destino y, para cuando lo hizo, ya casi el sol se ocultaba, dando la bienvenida al único lugar del pueblo el cual cobraba vida.

Cantina " El Barril "

Al entrar dentro de la cantina absolutamente todo el ruido, las platicas, risas, se esfumaron como si hubieran visto a un fantasma llegar.

Sade ignoro las miradas inquisitivas y depredadoras hacia ella y se encamino hasta llegar a la barra. Sus ropas empapadas por la lluvia y su maquillaje corrido, no ayudaban en absoluto.

El cantinero le paso una pequeña toalla blanca y Sade la tomo y agradeció con un movimiento de cabeza. Paso la toalla por su rostro, limpiando de inmediato todo el rimel corrido. Tomo asiento en un banquillo y espero al cantinero. No hubo necesidad de pedir nada, el cantinero sabia a la perfección lo que a ella le gustaba.

Sade miro el vaso con el líquido transparente y le dio una mirada al cantinero, este, al ver la mirada calculadora de ella, trago varias veces saliva y desvió la mirada hacia el vaso que sostenía en sus manos.

_Lo siento señorita Jones.

Susurro para que solo ella lo escuchara. Sade, al escuchar su apellido alejo el vaso de un empujón y examino al cantinero frente a ella. No había mucho que decir. Es un hombre que anda en sus cuarentas, de estatura media, hombros atléticos un tanto caídos por la postura pero se miran fuertes, lo suficiente como para dar un buen golpe. Su piel tostada y su cabello un tanto cobrizo lo hacen ver un tanto follable. Tiene una pequeña herida en el labio superior, es un tanto reciente por el color rojizo. En pocas palabras, es bastante guapo y llamativo..... para ella.

__¿Nos hemos visto antes?

El hombre opto por una pose recta y se acerco un poco a ella.

_Soy Daniel, el hijo de Sofia la lavandera.

Sade dejo salir una pequeña sonrisa y acerco su rostro hasta él, lo tomo del rostro con sus manos frías y húmedas.

__El gordito country ya no existe ¿Te lo comiste?

Le beso ambas mejillas y para cuando le miro el rostro, este, se encontraba totalmente rojo. Sade, dejo salir una pequeña risa y, se acomodo de nuevo en el banquillo.

__No creí que alguien pudiera reconocerme. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez.

_Tú aspecto cambio pero, hay algo que nunca podrá cambiar..... tus ojos. Esa misma mirada que hace años atrás ese hombre te hizo conocer.

Sade tomo la botella de licor y bebió de ella, iba a sacar un par de billetes cuando este le hizo saber que no era necesario con tan solo un movimiento de cabeza.

El barril cobro vida una vez Sade abandono el lugar. Se lleno de risas y platicas y gritos. Era como si todo se hubiera puesto en pausa con tan solo entrar en el lugar, y todo volviera a cobrar vida en su ausencia.

Hace años había desaparecido de ese lugar y, ahora había regresado para recuperar lo que era suyo.

Camino con la botella en mano hasta llegar al pequeño hotel en el cual se estaba quedando. Entro en su habitación y se fue directo a la regadera. A los poco minutos ya estaba totalmente lista y con un nuevo cambio de ropa. Tomo sus cosas y abandono el hotel en medio de la noche.

Ya había dado el primer paso, ahora solo faltaba acomodar ciertos detalles.

Tomo su teléfono móvil e hizo una marcación rápida. Al otro lado de línea, contestaron de inmediato.

_Café Diana.. ¿En que puedo ayudarle?

__Golden Room.

_¿Para cuando la necesita?

__dentro de dos horas.

Hubo un silencio al otro lado de la línea, solo se escuchaba el sonido de las teclas del computador.

_Estaremos esperando ¿Algo especial?

__Lo de siempre.

_Tenemos algo, que puede interesarle.

Colgó la llamada y encendió la radio. Durante todo el camino, la voz de Sevdaliza, la acompaño durante todo su trayecto, hasta llegar a su próximo destino.




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