Saga Blackdalion

3- El León Blanco

Kalymera corría con toda la fuerza de su cuerpo pero el aire comenzaba a faltarle. Tres hombres furiosos la perseguían y si la alcanzaban estaría perdida. Eran más rápidos que ella, más fuertes y ,definitivamente, muy temibles.

La estaban alcanzando ya no tenía escapatoria. Repentinamente sintió los fuertes brazos de uno de ellos cerrarse en su cintura y atraparla.

Era demasiado tarde. Se enfrentó a ellos, tratando de mantener la compostura.

-¡Diablos Kalym nos has hecho correr! No vas a irte esta vez – gruñó el hombre que la tenía sujeta-

-¡Claro que no , señorita! –agregó otro y el tercero se limitó a gruñir-

La joven esbozó una media sonrisa y se rindió.

-Está bien chicos, ésta vez ganan. Volvamos a casa.

Los tres gigantes, sus tres hermanos, asintieron y la guiaron a casa.

Kalymera era la menor de la familia y no sólo en edad sino que su estructura física era muy diferente a la de sus tres hermanos. Ellos eran muy altos y anchos de espaldas como su padre, de cuerpos fibrosos moldeados por las batallas y el entrenamiento. En cambio , ella era delgada, de apariencia frágil como su madre pero más bajita que ésta. Sin embargo para ser pequeña se las arreglaba muy bien para causarles problemas.

Ellos se desvivían por su hermanita y desde el día de su nacimiento se habían impuesto como deber protegerla con sus vidas. Pero mantenerla a salvo les resultaba más complicado que batirse en una guerra, además sus padres siempre los culpaban por todo lo que le sucedía. Su pequeñez física le servía a la joven para escurrirse de su celoso cuidado

Así fue como a los ocho años Kaly se quebró un brazo al caerse de un árbol mientras estaba bajo la vigilancia de Caleb. A los doce se emborrachó con el vino de su padre confundiéndolo con el jugo de frambuesa, mientras estaba bajo el cuidado de Connor .Y casi se ahoga en el lago por rescatar a una rana, mientras Ennis la vigilaba.

Aquellos hombres que no temían a nada temblaban cuando a ella se le ocurría algo y su última idea había sido asistir al baile del pueblo, aún cuando su padre lo había prohibido. Su intento de saltar la prohibición paterna había ocasionado aquella ridícula persecución.

Cuando la pareja entró a su hogar, agotada por el viaje que había realizado lo primero que vio fue a sus tres hijos parapetados en el salón de estar y a un jovencito acurrucado en un sillón.

Kyrios iba a preguntar quién era el muchachito cuando reconoció a su hija bajo las sencillas ropas masculinas.

Su voz grave resonó por todo el salón.

-¿Qué sucedió esta vez?

-Quiso ir al baile – explicó Ennis bajo la mirada furibunda de su hermana

-Kalymera te prohibimos que fueras...- intervino enérgica su madre.

-Pero...- la joven trató de defenderse pero su padre no la escuchó.

-Hay problemas en el pueblo, han llegado extraños y la situación está complicándose Kalymera, no es seguro que andes por allí por eso te pedí que no fueras...

-Padre...

-Son tiempos difíciles y creí que lo entenderías, es hora de que madures y obedezcas. Con tu actitud no sólo te arriesgas tú, también pones en peligro a tus hermanos.... ¡No quiero escucharte vete a tus aposentos y a ver si aprendes a comportarte de una buena vez!

En realidad Kyrios se había descontrolado por el miedo, si Kalymera no obedecía cómo podría protegerla. En su reciente viaje él y Elady habían recibido inquietantes noticias, un viejo enemigo había regresado del exilio y sabía que éste no dudaría en atacar a sus seres queridos. De ser posible Kyrios hubiese dado su propia vida para evitar que la guerra y el dolor rozaran a su hija

Aún así la dolida mirada de la muchacha le había entristecido, no estaba acostumbrado a discutir con su hija menor.

-¿Kalym?

La joven sintió que alguien entraba en su dormitorio y la llamaba suavemente. Cuando levantó el rostro de la almohada vio a su padre junto a ella.

-¿Podemos hablar? – preguntó él inseguro.

Kalymera se acomodó entre las sedas que la cobijaban y lo invitó a sentarse.

-Lamento haberte gritado hija, pero algo está sucediendo y hasta que no sepa qué es y cuáles son los riesgos no quiero que te alejes de casa. Yo no soportaría que algo te sucediera Kalymera, tú y tus hermanos son lo más valioso que tengo además de tu madre y quiero protegerlos ¿me entiendes? – preguntó el hombre turbado-

-Sí papá, lamento haber desobedecido.- contestó sinceramente Kalym que no estaba acostumbrada a ver a su fuerte padre preocupado.

-Kalymera por un tiempo quiero que no te alejes de casa, si no queda otra opción quiero que vayas acompañada.

-Papá....

-Por favor hija, tengo razones para pedirte esto. Nunca coartaría tu libertad por capricho. Tienes que confiar en mí. ¿Kal?

-Está bien – se rindió ella-

El hombre la abrazó y le dio un beso en la frente antes de retirarse.

Elady estaba sentada en la cama cepillando su larga cabellera. Era madre de cuatro "adultos" pero seguía siendo hermosa. Su cabello rubio caía como una cascada y cuando su esposo entró a la habitación se quedó observándola en silencio.

Se acercó a ella , tomó el cepillo de sus manos y lo pasó por el deslumbrante cabello con una asombrosa suavidad y destreza.

-¿Qué te preocupa amor? – preguntó a su mujer.

Ella se volvió a mirarlo, la conocía demasiado bien .

-Nuestros niños. Caleb sigue con esa tonta idea en la cabeza...

-¿Lo sabías?

-Claro que sí, soy su madre. Además los Blackdalion no sirven para ocultarme cosas – dijo ella altanera.

-Dale tiempo...ya lo pensará mejor.

-¿Y Ennis? .Cada vez está más confundido con ese poder suyo y no puedo ayudarlo ¿Qué sabemos nosotros de magia, Kyrios?

-Bastante, creo que hemos hecho magia criando a esos cuatro.

-¡Kyrios!

-Tranquila amor – dijo serio – encontraremos ayuda para él , si nos deja.




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