Saga King's

INTERMEDIO

@SOBRE EL PASADO...

Frank King se movió inquieto en el interior de la limusina. Miró a sus dos hijos mayores y al más rebelde de los King. Los tres estaban ausentes como si no estuvieran ahí. Intentó ocultar su preocupación por ellos. Estaba consiente de que sus hijos no tenían un gran afecto hacia él, los amaba porque eran de su sangre y de la sangre de las mujeres que a pesar de la situación que había vivido con cada una de ellas les tenia un espacio en su corazón y su vida.

Todavía tenia contacto con alguna de ellas, pero era muy esporádico y sólo para hablar acerca de sus hijos aunque ellos ya eran mayores de edad. Aún sentía admiración por ellas y estaba consiente de que fueron algo importante en cada una de las etapas que le había tocado vivir. Ellas lo sabían y al momento de separarse no hubo rencores entre ellos. Sus hijos eran otra historia, quizá porque ellos eran la consecuencia de algunos errores que tuvieron consecuencias extraordinarias.

Sabia que él no era su persona favorita, pero intentaba acercarse a ellos, involucrarse en sus vidas a pesar de que ellos no querían hacerlo en la suya. Empero buscó la manera de que ellos aceptaran verse cada vez que tenia la oportunidad de viajar Houston. Como esa noche que había una recaudación para su fundación favorita y de la que pedía al menos una oportunidad para estar con ellos.

Miró a Ryder que miraba por la ventanilla con ese aire melancólico. Era la primera vez que veía ese gesto en su hijo mayor, ¿La causa seria una mujer?

La mayor parte de la causa de esa expresión ausente se debía a una mujer, esperaba que no fuera por alguna de aquellas que salían como un trofeo a su lado en las revistas basura que odiaba. Ellas podrían ser la perdición de un hombre como él. Ryder buscaba la manera de igualarlo, pero había demasiado rencor para que pudiera mostrarle que el león no era como lo pintaban.

Miró con más atención lo sombrío de su expresión y suspiró en silencio. Él podía considerarse un experto en ese tipo de expresiones, quizá porque podía verse en el rostro de sus hijos, sobre todo en el color inconfundible del azul que era la marca de los King. Era como mirarse al espejo.

No era fácil de engañar, no cuando era un hombre de casi cincuenta años. Unas semanas más y tendría ese cumpleaños al que pretendía convencer a sus hijos a estar presentes.

Sus ojos se pasaron ahora en Panther. Él era diferente y no sólo por tener sangre afroamericana, Panther era distante, no era tan fácil para cualquiera o para él acercarse y descubrir quien era. Estaba seguro que estaba cubierto de una coraza del más fuerte metal impidiendo que alguien se acercara lo suficiente para hacerlo sentir vulnerable.

Frank sabia que él ni siquiera tendría la oportunidad de acercarse a unos metros antes de que su segundo hijo se cerrara dejándole fuera. Aquello le preocupaba, porque el paso de los años lo harían un hombre solo y amargado dejando fuera la felicidad que cada uno de sus hijos se merecía.

Al final estaba Dallas perdido en la música que salia de los audífonos que lo evadían de la realidad. Su cabello cayendo lacio y algo largo mostrando a un chico de veintiún años con un futuro lleno de éxitos. Rodeado de mujeres, amigos, de mucha gente pero siempre solo.

Soltó un suspiro y miró sus manos grandes y esbeltas, maltratadas por el trabajo manual en el rancho y de sus días como director de Construcciones King. No quería que la vida de sus hijos fuera así, no quería que se perdieran de un futuro feliz con una familia.

No como él lo había hecho. Toda la mierda que habían sido su vida le llevó a una terrible estocada y ahora estaba solo recluido en esa enorme casa vacía anhelando a la única mujer que se robó su corazón después de que se cerrara por la muerte de Diana, su primera esposa.

Estaba ideando un plan para hacerla volver a su vida junto con su corroída alma a la que seguía sin saber si ella tendría el poder y el deseo de reparar.

Abigail King, su última mujer y aún esposa a pesar de no estar juntos los últimos tres años. No había hecho nada por hacer que volviera a su vida, al principio por sentir que ella merecía ser feliz sin él, pero después para darle la oportunidad de resarcirse de lo que alguna vez fue su vida.

La limusina aparcó delante de las instalaciones de la fundación. Las puertas se abrieron permitiéndoles salir. Ahí no había más fotógrafos que algunos de las paginas de sociales que buscaban tomar instantáneas de los más importantes hombres adinerados que, en sus mejores galas presumían ser generosos con su dinero al aportar fuertes cantidades a la fundación.

Los cuatro hombres bien vestidos salieron de la limusina y fueron con pasos seguros hasta la puerta en donde un guardia cuidaba la entrada bajo la luz fluorescente.

- Bienvenidos señores King - saludó el guardia haciéndose a un lado para dejarlos pasar.

Frank miró algunas caras conocidas saludando con cortesía a algunos de ellos. Sus ojos azules viajaron por todos los rincones de la habitación en busca de la persona que requería esa noche toda su atención y a quien necesitaba para soportar esa jodida noche de mierda.

Se quedó un rato con sus hijos tomando una larga copa de champaña, apenas charlaron de lo que esperaban de esa velada. Escuchó divertido lo molesto que era para ellos sin decir nada; le dio un sorbo al liquido espumoso y guardó una mano en el bolsillo de sus pantalones oscuros.

Miró a uno de los altos ejecutivos de la fundación y se disculpó con sus hijo para ir hacían el hombre.

- ¡Señor King! - Exclamó al verlo.

- Buenas noches - saludó Frank inclinando la cabeza -, estoy buscando a la directora, pensé que esta noche la vería por aquí.

- ¿La señora Hernandez? - Inquirió con una leve sonrisa -, ella esta terminando algunos asuntos; me ha pedido que sea yo el anfitrión de la noche ya que una de nuestras empleadas de relaciones públicas esta de vacaciones, así que si necesita algo yo puedo ayudarle.




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