Saga Morfus 1: Éter Humano

Capítulo 9: La Prueba del Liderazgo

El aire en el santuario Morfus se volvió denso con la tensión de las auras de Zabatho, Samara, Rhys, Lyra y Orion. La revelación de Samara como Éter humano, pronunciada por el propio líder, había golpeado con la fuerza de una onda de choque. El silencio que seguía era pesado, cargado de la magnitud de lo que significaba esa confesión. Samara, sintiendo el escrutinio de los tres Morfus más poderosos después de Zabatho, se mantuvo cerca de él, su mano buscando la suya en un gesto inconsciente de apoyo mutuo.

Rhys fue el primero en romper el silencio, su voz grave resonando en el santuario. Sus ojos, que antes habían mostrado esa extraña punzada de reconocimiento hacia Samara, ahora estaban fijos en Zabatho, su expresión una máscara de férrea disciplina. "Líder, ¿es esta la verdad? ¿Un Éter humano? Las leyes son claras: el contacto es tabú. El Vínculo... es una abominación para nuestra especie." La palabra "abominación" se sintió como una cuchillada para Samara, pero no se inmutó.

"Las profecías son advertencias, no sentencias", replicó Zabatho, su voz firme, sin titubeos. La mano de Samara en la suya era un recordatorio silencioso de la vitalidad que lo nutría. "Ella es mi Éter. El Vínculo ha elegido. Si la ignoraba, me desvanecería. Y con mi desvanecimiento, la Nación Morfus quedaría sin liderazgo, vulnerable."

Lyra, la estratega, avanzó un paso, sus ojos de amatista evaluando la situación con frialdad calculada. "Entendemos la urgencia de su supervivencia, líder. Darian nos ha explicado la rareza del Éter humano. El riesgo para ambos es inmenso. Su vitalidad consume la suya. Y cuando ella se agote..."

Zabatho la interrumpió, su mirada intensa. "Existe una pequeña posibilidad. Si su vitalidad es lo suficientemente pura y adaptable, el Vínculo podría sostenerse. Y las habilidades que podría obtener la Nación Morfus serían sin precedentes. Una comprensión más profunda de la superficie, una nueva forma de defendernos."

Orión, el guerrero, golpeó el suelo con su puño, haciendo resonar el cristal. "¡No podemos arriesgar la existencia de nuestra especie por una teoría, líder! Thorne ya está sembrando la disidencia. La gente teme la impureza. Temen la extinción. El estandarte de su liderazgo está en juego."

"Lo sé", Zabatho asintió, su mirada recorriendo a los tres. "Sé el precio de esta decisión. Pero no tengo elección. El Vínculo es una fuerza primordial." Su mirada se suavizó al posarse en Samara. "Y ella no es una amenaza. Ha cooperado. Ha aprendido. Su mente es abierta y su espíritu es fuerte."

La tensión era casi insoportable. Rhys, el hombre de principios inquebrantables, sintió el conflicto en su interior. La lógica de la ley Morfus chocaba con la desesperada necesidad de su líder. Y esa inexplicable conexión con la humana... era una molesta anomalía que no podía ignorar. "Líder", dijo Rhys, su voz más baja ahora, "la Nación necesita una prueba. Algo que demuestre que este Vínculo no es nuestra ruina. Que su Éter no es una debilidad".

Zabatho avanza lentamente. "Así será. La probaré. Demostraré que el Éter humano, en este caso, es diferente. Que Samara es diferente." Se volvió hacia Samara, su mirada de repente llena de una resolución férrea. "Samara, nuestro vínculo es poderoso, pero ahora debemos mostrarlo. Debemos demostrar la fortaleza de esta unión. Existe un antiguo desafío Morfus, una prueba de conexión con la tierra y el éter que solo los más fuertes logran. Si puedes superarla, si puedes manipular las vetas de cristal a nuestra voluntad, incluso bajo la presión de la presencia de Rhys y los gemelos... eso demostrará la pureza de tu vitalidad y la fuerza de nuestro vínculo."

Lyra, captando la estrategia, asentando. "Un desafío de Éter. Si ella puede manipular las vetas ante nuestros ojos, sin tocar la tierra, eso sería una prueba contundente. Sería un argumento poderoso contra las acusaciones de Thorne".

"Es un riesgo inmenso", advirtió Orion. "Si falla, el efecto en la moral de la gente será devastador. Y la presión sobre ella será inmensa".

"Precisamente", dijo Zabatho, su mirada de vuelta a Samara, una chispa de desesperación en sus ojos que solo ella podía percibir. Necesitaba demostrar su valía, su fuerza. Necesitaba que Samara fuera esa excepción. "Debemos demostrar que este Vínculo es una fortaleza, no una debilidad. Y lo haremos probando el control de Samara sobre su propio éter. Juntos. "

Samara asintió. Entendía la gravedad de la situación. No era solo su vida o la de Zabatho; era el destino de una civilización entera, oculto por milenios, lo que dependía de esta prueba. El estandarte de Zabatho estaba desquebrajado, y solo la acción, y la fuerza de su inusual Vínculo, podía repararlo. La prueba estaba por comenzar.

El aire en el santuario se electrificó. La declaración de Zabatho había resonado con una autoridad innegable, pero también con una desesperación subyacente que solo Samara y, quizás, Darian, habrían percibido plenamente. Ahora, bajo la atenta y escéptica mirada de Rhys, Lyra y Orion, el destino de Zabatho, de Samara y de toda la Nación Morfus pendía de un hilo.

Zabatho se movió hacia el centro del santuario, señalando una de las formaciones de cristal más grandes, una que se elevaba casi hasta el techo, pulsando con una luz interna opaca. "Samara, concéntrate en esa veta. No la toques. Siente su vibración, su esencia. Conéctate con ella, como te he enseñado. Hazla resonar con tu voluntad." Su voz era tranquila, pero la tensión era palpable en la forma en que sus nudillos se blanqueaban ligeramente.

Samara ascendió, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Esta era su prueba. Su oportunidad de demostrar su valía, no solo a los Morfus, sino a sí misma. Cerró los ojos, respirando profundamente, intentando silenciar el miedo que amenazaba con paralizarla. Se concentró en las enseñanzas de Zabatho, en el fluir de la energía de la tierra, en el pulso de los cristales. La sentí ahora, esa vibración sutil, como una canción de baja frecuencia que recorría el santuario. Se enfocó en la veta que Zabatho había señalado, imaginándola, sintiéndola, enviando su propia energía hacia ella.




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