La monja
Ayer en la noche, tras cenar con las hermanas, me puse manos a la obra y busqué la información que aquella joven hermana me había pedido sobre Ingrid.
Tal y como predije no tardé más que unas horas en lograr conseguir toda la información sobre ella y, cierto es, que me sorprendió algunas cosas que descubrí. Por lo tanto, se puede decir que he tenido una noche bastante interesante.
Lo único negativo que ha tenido el ponerme a investigar como si fuese Sherlock Holmes ha sido el madrugón que he tenido que dar hoy.
Como todos los domingos me toca asistir a misa. Lo bueno es que hoy el coro le toca a las hermanas de San Bonifacio. Y hablando de las hermanas de cierto convento, no pude evitar buscar con la mirada a la hermana Adela.
La localicé al instante, pero esta hermana debe ser nueva porque el hecho de que estuviese mirando el papel de las letras de las canciones incluso mientras cantaban el conocido Gloria deja claro que hasta la niña que se ha visto obligada a asistir con sus padres se lo sabe mejor que ella.
— Podéis ir en paz – la voz del cura me saca de mis pensamientos.
— Demos gracias al señor – dicen todos los creyentes al unísono.
En cuanto el cura desaparece las personas empiezan a abandonar la iglesia mientras charlan con el resto de las personas.
Ahora que lo pienso, una vez que le entregue la información la hermana Adela, después no tendré nada que hacer en todo el día y técnicamente son vacaciones así que…
— Hermana Gloria – se gira para mirarme con una sonrisa – ¿Crees que si propongo un plan divertido su matriarca lo aprobará? – pregunto por lo bajo para que no se entere la hermana Angélica.
— Depende del plan que vayas a proponer.
La verdad es que hace tiempo que no hacemos algún plan todas juntas. Normalmente porque durante mi etapa escolar debo acostarme temprano y solía tener tareas por las tardes, pero ahora que son vacaciones podríamos hacer algún plan.
— Hermana Angélica se me ha ocurrido una idea. – me mira elevando una ceja ante mis palabras.
— Eso suele significar catástrofe viniendo de ti.
— Que va – hago un gesto con la mano como diciendo que es una estupidez – En realidad es algo muy simple.
— Por favor, ilumínanos.
Sonrío ampliamente mientras el resto de las hermanas se acercan a nosotras esperando a que dijera mi increíble y maravillosa idea.
— Podríamos ver esta noche una película de terror o comedia.
— ¿Cómo cuál? – inquiere saber la hermana Inés.
— Pues hay una de terror que debe estar bien – les informo – Se llama la monja.
Todas me lanzan una mirada de reproche y casi me río de la cara de indignación que tienen puestas algunas.
— Oh venga sería cómico, unas monjas viendo la monja. – la hermana Gloria es la única que acaba negando con una sonrisa y con diversión.
El resto por su parte me lanzan la típica mirada de “No cambias, Hazel”. Aunque pronto cambia esa expresión en sus caras cuando la hermana Angélica vuelve a hablar.
— Bien, como quieras.
Como quieras.
Esas palabras. En el momento en que esas palabras salieron de su boca, creo que todas la miramos como si a quién tuviéramos en frente fuese un alienígena.
La perplejidad estaba clara en cada una de nuestras facciones y la hermana Angélica solo nos miró con su típica mirada altiva e indiferente.
— ¿Cómo quiera? – pronuncio cada palabra aún sin creer lo que acababa de escuchar.
— Me parece buena idea lo de la película – admite y porque tengo la mandíbula pegada a mi cabeza porque si no ya habría tocado el suelo. – Pero deberá ser en la noche, tengo asuntos que atender esta tarde.
Pero…. ¡¿Desde cuándo Angélica está de acuerdo conmigo?! Era Rottenmeir porque siempre ponía alguna pega. Es que, simplemente, no me lo puedo creer.
— ¿Los domingos no eran los días libres porque era cuando descansaba el señor? – pregunto confusa intentado asimilar aún sus palabras anteriores.
— Sí, pero tengo un asunto importante que atender. – asiento levemente mirándola aún muy confusa por su actitud. – ¿Qué?
— ¿Te encuentras bien? ¿Tienes fiebre o estás mala? ¿Algún espíritu ha tomado tu cuerpo? – se cruza de brazos cuando suelto esa última pregunta, pero su reacción vuelve a sorprenderme.
— Estoy perfectamente, gracias por tu preocupación. – me da una sonrisa algo forzada. – Ahora deja de mirarme como si me hubiese salido otra cabeza si no quieres que cambie de idea.
No ha dicho ningún “¡Hazel!” en modo de reproche. No ha dicho nada.
Sin duda creo que algún espíritu ha tenido que tomar su cuerpo porque no encuentro otro motivo para esta muestra de amabilidad y conformidad tan repentina.
……… ₷ ………
Tendí el sobre grande de color marrón en cuanto me llegó la notificación la cual indicaba que el dinero había sido ingresado. Decidí reunirme temprano con la hermana Adela y entregarle la información, porque esta tarde ya hice planes con las hermanas de mi convento. Aún no asimilo la actitud de la hermana Angélica, pero tampoco le doy mucha importancia, tal vez hoy se haya levantado con el chip cambiado.
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Editado: 08.11.2024