Los Elegidos
Hazel
Apoyo los brazos en la enorme barra de metal, mientras observo con desinterés el enorme grupo de aprendices que se encuentran reunidos en el pabellón del instituto.
Adolescentes desesperados por ser escogidos por los agentes estrellas del momento.
Ruedo los ojos sin poder evitarlo. Menuda estupidez.
El chico que me enseñó las instalaciones, Eddy, estuvo horas parloteando de lo nervioso que estaba, del honor que sería ser escogido y de las ganas de conocer a sus ídolos. No ha dicho ni una sola palabra mala contra los agentes, solo hablaba de ellos como si fueran unos dioses que habían bajado para salvarlos a todos y pronto muchos de ellos se unirían a su ejército.
Según lo que me ha contado Eddy los agentes que escogerán a su equipo tienen el rango de teniente coronel, mientras que los aprendices que escogen son simples soldados de primera que tienen potencial para llegar a ser cabos, al menos en el caso de aquellos que se han preparado en el equipo de los espías.
Los ingenieros o científicos no tienen apenas formación militar, los escogen para que sepan a lo que pueden enfrentarse y aprendan cuál es su función vital dentro de la CIE, pero la mayor parte de su vida se la pasaran en las bases de la organización ayudando a distancia.
En cuanto las puertas del pabellón son abiertas un enorme y tenso silencio se crea en la planta de abajo y no puedo evitar soltar un pequeño bufido cuando veo a todos ponerse firmes mirando a la tarima.
Bárbara es la que comanda la fila de soldados que le sigue pasando por delante de los aspirantes.
Mientras ella sube a la tarima siendo acompañada de una mujer que no tardo en reconocer, los ocho tenientes se colocan al pie de la tarima, manteniendo la distancia y a diferencia de los aspirantes ellos tienen una postura relajada.
En cuanto Bárbara toco el micrófono para comprobar que funcionaba todos dirigieron la atención a ella, incluyéndome a mí. Prefería escucharla que prestarle más atención de la estrictamente necesaria a su compañera.
—Muy buenas a todos – saluda con una sonrisa, pero una voz firme y seria – Como cada año hoy es el día en el que treinta y dos de ustedes seréis recompensados por vuestro trabajo y esfuerzo teniendo la oportunidad de ser entrenados por ocho grandes agentes que os enseñarán os evaluarán y decidirán si estáis preparados para formar parte del cuerpo de la organización.
Tengo entendido que solo son escogidos los estudiantes de último y penúltimo año y se puede decir que está es la mejor oportunidad para entrar en la organización. La otra que es a la que se presentarán los de último curso si no son escogidos, es un examen que pocos logran pasar. En resumen, tienen tres oportunidades para entrar en la organización, y a los de último año solo les queda esta o el examen.
—Como ya sabéis aquellos alumnos que no hayan sido escogidos no deben preocuparse, tendrán otra oportunidad – les dedica a todos una sonrisa tranquilizadora que no logra su objetivo ya que todos están más tensos que las cuerdas de un violín. –. Ahora sí, la general Walsh irá diciendo quiénes han sido los elegidos.
Bárbara se hace a un lado y la general toma su puesto transmitiendo la misma autoridad y quietud que su querida capitana.
Siempre tuve la duda de saber cómo era, si era divertida y bromista o todo lo contrario. Para mi desgracia en la información que había de ella no se describía su personalidad, simplemente sus habilidades y rango, aparte de los datos poco interesantes como su edad.
De todas formas, supongo que tengo la respuesta ante mis ojos.
—Antes de empezar, quiero recordar a los que hayan sido elegidos que el ser nombrado implica una gran responsabilidad – habla la persona más “responsable” del mundo –. Es ahora cuando debéis demostrarnos que no nos hemos confundido al escogeros y que realmente merecéis estar aquí hoy. Además, debéis saber que aquel que no aproveche esta oportunidad, desobedezca a sus superiores y se dedique a dar problemas puede volver al instituto a terminar su formación o en el peor de los casos ser expulsado definitivamente del programa.
Supongo que todo eso tiene sentido, aunque no negaré que me causa cierta gracia que la persona más irresponsable del mundo exija que sean lo que ella misma no es capaz de ser.
Menuda hipócrita.
—Una vez aclarado todo, aquel que sea nombrado deberá posicionarse al lado del teniente que le haya escogido.
Ahora empezaba lo aburrido.
Hasta la misa con las hermanas me resultaban más interesante, aunque siempre seguían el mimo patrón al menos cantaban canciones.
Un sentimiento de añoranza me golpeó al recordarlas, pero decidí ignorarlo porque no es momento de ponerse con el sentimentalismo y miré a mi alrededor queriendo buscar una silla o algo para sentarme, aunque no lo encontré.
Joder, menudo día de mierda.
Llevo despierta desde muy temprano, aguantando a Bárbara durante horas y después soportando a un chico demasiado intenso y ahora tengo que ver este momento sin poder sentarme.
Puse una mueca mientras desde arriba veía a los elegidos posicionarse al lado de sus tenientes.
Si tan solo tuviesen algo donde pueda apoyar mi querido trase….
<< Te vas a matar >> asegura mi conciencia, pero tengo una pequeña esperanza, ya que, si he logrado sobrevivir un viaje con mi supuesta tía, podré lograr mi objetivo.
Me agarré con mis manos a la barra y pasé primero una de mis piernas quedándome sentada como si estuviese encima de un caballo.
Miré a mi lado derecho donde teniendo en cuenta que veo a todos a unos seis metros de altura… sin duda puedo palmarla.
Quién tenga miedo a morir que no nazca ¿no?
Solté mi mano derecha y la posé justo al lado diestro de mi cuerpo agarrándome con fuerza para liberar mi otra mano y con cuidado pasar mi otra pierna sobre la barra quedándome sentada sobre esta con las piernas colgando al vacío.
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Editado: 08.11.2024