El Equipo
Hazel
Estiré los brazos hacia arriba con pereza logrando escuchar cómo me crujía la espalda y una corriente placentera me recorrió el cuerpo de arriba abajo, para acto seguido crujirme el cuello y finalmente soltar un bostezo.
Son las ocho de la mañana, supuestamente ya debería estar de camino con Ava a donde sea que fuese a llevarnos, pero teniendo en cuenta el largo viaje en coche de ayer… se podría decir que he decidido darme unas horas más de descanso.
Además de que probablemente le moleste el hecho de hacerla esperar y eso me agrada.
No me sale del alma ser un angelito caído del cielo y una buena chica con las personas que pese a saber de mi existencia me abandonaron y no me buscaron hasta que me necesitaron. Aunque aún no tengo ni la menor idea de qué buscan de mí, porque sí, se hackear, pero hay muchas más personas en esta organización que pueden ser iguales o mejores que yo.
Agarré la maleta y me colgué el saco de viaje en uno de mis hombros. Tuve que dejarle mi otro saco a Bárbara y más le vale que cuando vuelva esté todo. Ese dinero me lo he ganado yo, da igual que haya sido de una forma ilegal, lo uso para buenos fines. Un ejemplo era para pagarle la fianza a mi padre, pero teniendo en cuenta que ha matado a otra persona probablemente haya aumentado y siendo sincera, no sé cómo voy a conseguir tanto dinero.
Es más, ni si quiera sé si le han cambiado la condena y en caso de que lo hayan hecho, papá estaría bien jodido porque o le aplican la cadena perpetua o peor aún, la pena de muerte. Y sí, puede que mi padre no sea el mejor del mundo, pero al menos ha estado ahí.
Sacudí mi cabeza como si eso me fuese ayudar a despejar aquel mal pensamiento en mi mente y prendí camino.
El instituto no estaba mal, aunque en mi opinión debería llamarse internado ya que todos los alumnos estudian y viven aquí. Caminé con tranquilidad por los pasillos donde esta vez sí que había más alumnos y algunos me miraron con curiosidad, pero los ignoré y seguí mi camino hasta llegar al campus.
Localicé a Ava quién miró la pantalla del móvil y soltó un suspiro mirando al cielo mientras sentados en uno de los bancos estaban los elegidos por ella, ayer, con caras de aburrimiento, cansancio y exasperación.
—Buenos días – saludo y mi sonrisa se ensancha por la mirada de Ava.
—Te dije que salíamos a las seis.
—Lo sé, pero necesitaba unas horas más de descanso.
Lo que es cierto. Puse cinco alarmas, pero fui apagándolas una por una y caí rendida de nuevo hasta hace poco que logré abrir los ojos. Sé que he dicho que quería molestar a Ava y es cierto, pero quedarme dormida y aparecer tarde no lo hice de forma intencional.
—Pues duermes en el coche.
—¿Acaso sabes lo incómodo que es eso?
Ava suelta un enorme suspiro, antes de tomar aire y suavizar su mirada.
—¿Sabes? No pasa nada, te haré la vista gorda esta vez, pero como vuelvas a hacernos esperar, aunque sea media hora…
—Sí, sí, me sé esa frase de memoria – la interrumpo – Como tú digas, teniente.
—Eres irritante cuando te lo propones.
—No te haces una idea de cuánto. – le dedico una de mis mejores falsas sonrisas y ella rueda los ojos antes de mirar a su equipo.
—Venga chicos ya podemos irnos.
Los tres soltaron un suspiro que decía un claro “Menos mal” y agarraron su equipaje para que acto seguido los cuatro siguiésemos a Ava.
Ahora que lo pienso puede que la idea de dormir más y hacerles esperar haya hecho que ahora mismo me tengan cierta tirria o al menos si yo fuera ellos estaría bastante molesta y con ganas de estrangular al que haya llegado tarde y me haya hecho levantarme temprano para nada.
Chasqueo la lengua.
No, no he empezado con buen pie.
En cuanto llegamos al preciado coche de Ava ella nos abrió el maletero de su querido Range Rower. Fue ahí cuando me di cuenta de que era la única de los cuatro que llevaba una maleta y un saco de viaje con mi ropa y propiedades, en cambio, los otros solo llevaban un saco de viaje y en caso de la chica tan solo una maleta.
—¿Tu idea era irte de vacaciones? – me pregunta chico con pelo cobrizo, alto, con pecas y con un rostro bastante lindo.
—Me gusta prevenir, sobre todo cuando no tengo idea ni del sitio al que voy ni del tiempo que estaré allí.
—Buen punto. – admite.
Si mal no recuerdo el nombre de este chico debe ser o Logan o Alex y el de la chica rubia con ojazos y cara de cansancio es Abby.
En el momento que dejé las maletas no perdí el tiempo de abrir la puerta de copiloto. Me negaba a sentarme atrás con desconocidos, no me gusta pasar tiempo con gente que no conozco y prefiero soportar a Ava antes que a ellos.
La teniente me miró de soslayo dedicándome una mirada indescriptible antes mirar por el retrovisor y asegurarse que los otros tres ya se habían montado en el coche.
—¿Por qué vas tu delante? –me pregunta el mismo chico que antes con el ceño fruncido, como si acabase de estropearle su plan.
—He sido más rápida.
—En realidad, has llegado la última. – recuerda la chica dirigiéndome la palabra por primera vez.
—Sí, he sido la última en aparecer, pero la más rápida en sentarme – aclaro y ninguno de los dos me responden solo ruedan los ojos y yo acabo maldiciendo para mis adentros.
Va a resultar que la hermana Cecilia tenía razón y una de las principales razones por las que no he tenido amigos es porque no soy amable con las personas. Le tendré que dar la razón a la hermana Angélica cuando dice que no se me da nada bien socializar y por eso siempre que podía evitaba que pudiese vender algún dulce que ellas hacían para la gente del pueblo.
En cuanto el camino al lugar secreto que tenía planeado llevarnos Ava dio comienzo, nadie, absolutamente nadie dijo una sola palabra y el único sonido que había en el coche era el de la radio.
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Editado: 17.11.2024