Los Highmore
Un mes más tarde
20 de febrero de 2024
Hazel
Deje caer mi rostro en mis manos tragándome un gruñido de pura frustración. Ni los entrenamientos con Ava eran tan irritantes como la justicia.
Ya hace un mes que abandoné el convento y acabé en un pueblo cumpliendo una "misión" de la CIE, aunque parece más una fase de prueba.
En estas semanas entrenaba por las mañanas con Ava, después con mis pocas energías, pues, siempre me dejaba echa polvo, me daba un paseo por la ciudad e iba a desayunar a una pequeña cafetería donde pensaba qué haría el resto del día.
Hoy mi rutina se fue a la mierda cuando recibí la llamada de mi padre, ya que, su abogado había logrado que pudiese hablar conmigo.
—Hazel, ¿estás escuchando?
—¿Si he escuchado lo jodido que estás? Sí, papá.
Se mantuvo en silencio ante mi tono cortante y nada agradable.
—Sé que las cosas están complicadas y que esta vez ni el dinero podrá librarme, pero Hazel...
—Lo mataste por accidente.
—Sabes que no me juzgan por eso – aprieto la mandíbula con frustración –. He sido un prófugo de la justicia, hice muchas cosas mal y soy un traidor.
—Tuviste tus motivos para hacer lo que hiciste.
—Eso da igual, Hazel, tuviese buena o mala voluntad mis actos son los que son.
—¿Y entonces qué? ¿Te matarán y todo arreglado? ¿o te dejarán en prisión de por vida?
—Aún no lo sé.
Eso es mentira.
No habrán dictado sentencia aún, pero logró librarse una vez de la pena de muerte, no permitirán que se escape una segunda.
—Escucha, no voy a rendirme Hazel, te prometí que lucharía por mí y lo haré, cielo, pero... las cosas no pintan bien y necesito que me prometas algo tú.
—¿El qué?
—Prométeme que le darás una oportunidad a tu madre.
Observé al teléfono como si realmente me estuviese gastando una broma pese a la seriedad con la que pronunció cada palabra.
—¿Qué?
—Sé que es complicado, pero debes confiar en ella.
—No puedes pedirme eso, no puedo prometértelo.
—Pues prométeme que lo intentarás, por favor.
¿Antes estaba frustrada? Pues entonces ahora estaba ardiendo por dentro. De todas las cosas que podía pedirme escoge esa.
No lo entiendo, de verdad, que no.
Me mantuve en silencio y respiré hondo queriendo calmar todo lo malo que bullía por mi interior.
—Vale, te prometo que intentaré darle una oportunidad.
—Y que pase lo que pase conmigo no te entrometerás.
—Pero papá, ¿tú estás escucha...?
—Prométemelo Hazel.
—¿Y si quieren matarte? Papá no puedes pedirme que lo deje pasar.
—Pues es lo que quiero que hagas, así que, prométemelo.
Mente fría, Hazel, mente fría.
Puse los dedos en el puente de la nariz y volví a respirar varias veces.
—Bien, te lo prometo.
Escuché el suspiro de alivio que soltó y juro que tenía ganas de estrangularlo en este momento.
Se escuchó el sonido de una puerta cerrarse y a los segundos escuché un claro "Tienes un minuto, Krees". Imaginé que papá asintió, porque no respondió nada en unos segundos.
—Te quiero Hazel.
—Sí, por eso prefieres la muerte a que tu hija te ayudé – murmuré con sarcasmo y dejándolo en completo silencio. Supe que no pensaba decir nada más y el pensamiento de que a lo mejor estas son las últimas palabras que escuche de mi parte hicieron que me ablandase un poco –. Yo también te quiero papá.
Ninguno dijimos nada más. La conversación había terminado, ya no había nada más que decir.
Papá había dejado claro lo que quería. Si le sentenciaban a muerte, solo debía aceptarlo, y si por el contrario solo lo dejaban en cadena perpetua pues a lo mejor algún día volvería a verlo.
Cuando la llamada se cortó sentí ganas de estampar el teléfono.
¿Estaba dolida? Más que eso estaba preocupada. Tenía miedo de perder a mi padre, aunque no haya sido el mejor del mundo. También estaba cabreada con él. ¿Cómo pude pedirme que lo abandone sin más? ¿Cómo puede pedirme que de una oportunidad a la mujer que nos abandonó a ambos?
Me molestó que usara esta llamada para hacer que le prometa eso, además de decirme que lo más probable es que lo maten.
Me pasé las manos por el pelo como si eso me ayudase a deshacerme de la mala sensación que recorría todo mi cuerpo.
—¿Todo bien?
Elevé la vista para ver a Abby con parte de su cuerpo recargado en el marco de la puerta.
—¿Por qué no iba a estarlo?
—Pareces estar de peor humor que de costumbre.
—¿Tu no habías quedado esta tarde?
Enarca una ceja.
—¿Esa es tu forma indirecta de echarme?
—Es mi forma indirecta de preguntarte cuánto has podido escuchar.
Mi relación con los chicos se puede decir que es mejor que hace un mes, aunque supongo que es lo más normal del mundo.
Logan es... bueno, el gracioso, carismático y amable del grupo, aparte de ser el sociable y de ignorar el mal humor de todos. Alex es el más sarcástico de los tres y con el que menos palabras he cruzado, aunque las pocas frases que hemos intercambiado no han ido tan mal.
Y después está Abby, ¿cómo la defino? Al principio apenas cruzábamos palabras, después la tuve que ayudar con un problemilla que tuvo y desde entonces es con la que mejor me llevo de los tres.
En cuanto a mi relación con Ava... eso es mucho más complicado.
—Para tu buena suerte no he escuchado nada, pero aparentas querer matar a alguien.
—Estoy genial, Abby.
Me dedica una mirada que deja claro que no me cree.
—Como tú digas – murmura reacomodándose el bolso –. Voy a salir un rato, ya os avisaré si vengo a cenar o no.
—Tenemos cena con los Cosgrove.
—Mierda, es cierto – murmura con sorpresa colocándose un mechón detrás de su oreja mientras frunce los labios con disgusto –. Bueno, pues nos veremos en unas horas.
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Editado: 17.11.2024