Sagradas Mentiras

Capítulo 12

Las Deudas

21 de febrero de 2024

Hazel

Decir que dormí de maravilla sería mentira.

Después de la cena con los Cosgrove y de recoger todo, supuestamente nos fuimos a dormir y sí digo supuestamente porque yo fui una de las que no lo hizo.

Me he llevado gran parte de la noche fuera de casa con mi querido portátil.

En Big Timber hay tres hoteles importantes y si Ludwing viene en mi busca deberá quedarse un tiempo en la ciudad, por ello mi noche ha consistido en colarme en los sistemas de los hoteles.

Un trabajo sencillo, pero que requería de tiempo.

Para mi suerte tuve tiempo de acceder a los archivos de los dos hoteles más importantes y pude saber si había alguna reserva realizada en los últimos días, además, de tener información sobre cada huésped instalado en esta última semana.

Para mi desgracia, el conseguir esa información me llevó más tiempo del que esperaba, pues tuve que encontrar fallos en las redes de los hoteles, y si no quería que Ava sospechase nada debía estar en casa antes de que se despertase por lo que no logré información del tercer hotel.

¿Cuál es el contra de todo esto?

Que ahora estoy contra el suelo, con Ava encima de mí y sintiendo que me va a dislocar el hombro.

—Vale, vale… me rindo.

Ava suelta un suspiro y yo siento que respiro de nuevo cuando me suelta.

—Hoy no estás con todas tus energías – señala con las manos en sus caderas –. No es normal que caigas con tanta facilidad en la misma técnica que te estuve realizando una semana entera.

—¿Te recuerdo que yo no soy el niño de Karate Kid?

—Lo sé de sobra, pero llevas tres semanas esquivando esa técnica de forma… digamos que buena y hoy te he tirado tres veces de la misma manera.

La observo sentada en el suelo con cansancio y ella simplemente me mantiene la mirada esperando una explicación de mi parte que no pienso darle.

—¿Has dormido mal?

—¿Por qué iba a dormir mal?

—Porque me extraña que tu aventura con el niño rico sea lo que tiene echa polvo. Se ve desde lejos que estás agotada.

Pongo los ojos en blanco y apoyo una mano en el suelo para ponerme de pie y estar a su altura.

—He dormido genial – miento regalándole una sonrisa forzada –¿Cuánto tiempo vamos a seguir en esta ciudad?

Enarca una ceja.

—¿Ya quieres marcharte? Vaya y yo que pensaba que ahora que lograste hacer un amigo estarías más feliz.

—¿Vas a seguir sacando el mismo tema siempre que puedas? – me cruzo de brazos –¿Tanto te sorprende que me haya acostado con alguien?

—¿Sinceramente? Sí, me sorprendiste.

Vale finjamos que esa respuesta no ha dañado mi ego.

—Que haya vivido en un convento no quiere decir que obedeciese las mismas reglas que las hermanas.

—Eso lo tengo claro, pero debes saber que no eres la persona más sociable y amable del mundo, sin ofender.

En eso puede tener razón, pero me gusta pensar que mi belleza compensa a mi mal carácter.

—Bueno, ¿piensas responderme mi pregunta?

—No te debo explicaciones. Ya dije que nos quedaríamos el tiempo que considerara suficiente.

—¿Y eso cuánto es? ¿Un año?

—¿Por qué tanta prisa de repente?

Me tragué un gruñido de frustración.

Había descubierto en este mes que Ava tenía un don para hacerme perder la paciencia cuando se lo proponía y lo que más me molestaba es que ella tenía más paciencia que yo y desesperarla era demasiado complicado.

Además de que acabar con su paciencia no me conviene a menos de que quiera pasarme una semana o un mes en la cama sin poder moverme.

—Solo quiero saberlo.

—Y los demás también Hazel, pero igual que a ellos les he dicho que no pienso decirlo a ti te respondo lo mismo. No es justo que tú lo sepas y los demás no.

—No se lo diré.

—No – espeta –. Os trato a todos iguales, porque créeme a un superior le da igual que seas hija, prima o sobrina de alguien con un alto rango, las normas son para todos y en este equipo se os trata a todos por igual.

Saco una sonrisa irónica.

—Eres una hipócrita.

—¿Disculpa?

—Para no dar respuesta recurres al argumento de tratar a todos iguales, pero si eso fuera cierto, yo no estaría aquí ahora mismo.

—No hay ninguna norma que me exija escoger a un alumno de la CIE.

—Puede, pero hay muchos alumnos que pueden hackear igual que yo, es más, han estudiado para ello. ¿Realmente te crees que me voy a tragar que me escogiste por mis capacidades? Y una mierda.

—¿Sabes, Hazel? Puedes pensar lo que quieras, aunque pensaba que te valorabas más.

—¿Cómo dices?

—Lo que escuchas – chasquea la lengua – Y tú eres igual de hipócrita.

La incredulidad me golpea de golpe. No me lo puedo creer.

—¿Qué yo soy hipócrita?

—Tú misma dijiste que yo no era nada para ti solo tú teniente y querías que te tratase como tal, pero para obtener respuestas si soy tu prima y puedo hacer excepciones ¿no?

Suelto un bufido.

—Yo solo te he preguntado cuándo nos vamos.

—Y yo te he dicho que cuando yo crea conveniente.

—Una respuesta inútil que me sigue dejando con la misma duda.

—Y la única respuesta que obtendrás.

Apreté la mandíbula cabreada, pero Ava no iba a dar su brazo a torcer, conocía esa pose perfectamente. Hombros encuadrados, mirada severa y semblante serio.

Pues nada, a esperar que ese tiempo sea corto y no me maten.

……… ₷ ………

Asiento levemente fingiendo que lo estoy escuchando, mientras por dentro solo hago preguntarme cómo me he permitido acabar aquí.

Tras la discusión con Ava y el estrés que me daba saber que Ludwing me encontraría tarde o temprano, decidí que quería salir a despejarme. Mi idea principal hubiese sido llamar a Nick, pero Abby se cruzó en mi camino ofreciéndome, sorprendentemente, ir a tomar algo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.