Noche de Chicas
27 de febrero de 2024
Hazel
Contemplé la despedida de la capitana junto a Abby y los demás. No sé cómo Bárbara sigue teniendo pulmones si cada vez que se marcha recibe unos abrazos tan… intensos.
El que más se compadeció de ella fue su hermano y creo que lo hizo para no mostrarnos su lado sentimental y estropear su fachada de coronel severo. Sin embargo, Ava creo que la abrazó no solo por ella sino también por su tío.
—Como siga así la mata antes de tiempo – murmuro y Abby sacó una sonrisa, pero se tragó la carcajada.
—No lo digas muy alto, es un momento bonito.
—Es el abrazo más largo que he visto en mi vida.
Esta vez Abby no se tragó la pequeña carcajada, pero la soltó por lo bajo para no molestar e interrumpir el efusivo abrazo que tenían madre e hija. Sinceramente, no sé cuánto duró, pero estoy segura de que tardaron más de un minuto en separarse, aunque no mucho porque Bárbara dejó un beso en la cabeza de su hija.
Al menos se despiden como deben y no en la faceta de capitana y teniente.
—Bueno chicos – dice en un suspiro mirando donde estábamos los cuatro parados. –. Os deseo suerte en estos meses.
—Gracias capit…
—Bárbara, no estoy en la faceta de capitana y adoro vuestra educación, pero cuando aterrice en Washington voy a aborrecer mi rango. Concededme unas horas sin escucharlo.
Los tres le dedican una sonrisa tanto de agradecimiento como de apoyo.
—En cuanto a ti pequeño desastre andante – la miré indignada y ni los chicos ni Ava se contuvieron la risa.
—No soy ni pequeña ni un desastre andan….
—Tú y yo hemos hecho un trato – dice ignorando mi queja y recordándome la conversación de esta tarde –, no tendré que repetirte en qué consiste nuestro acuerdo ¿verdad?
—No, mi memoria funciona perfectamente. – ensanchó su sonrisa ante mi respuesta y asintió.
—Eso espero. – dice aun mirándome de una forma muy extraña –. Pórtate bien e intenta no matar a Ava de un infarto.
Solté un pequeño bufido.
—Soy un angelito caído del cielo.
—Durmiendo seguro que sí – dice con sarcasmo, pero parecía esperar una afirmación más clara de mi parte.
—Seré buena.
Chasquea la lengua y se cruza de brazos como si no fuera suficiente y no contuve un suspiro de rendición. Esta mujer era imposible. A veces parece que me lee como un libro abierto y no entiendo cómo puede hacerlo con tanta facilidad.
Las hermanas me han criado, para ellas saber mi forma de pensar y el como soy le resulta más sencillos y aun así no todas me leen a la primera. Mi padre… digamos que no se hace una idea de cómo puedo sentirme nunca porque se me da bien esconderlo. ¿Y Bárbara? Apenas he estado un día con ella y parece que sabe perfectamente lo que pienso, hago… es como si pudiese ver a través de mis ojos.
—Bien, me portaré bien
—Y…
—Intentaré no matar a Ava de un infarto.
Por su sonrisa supuse que se había quedado satisfecha.
—Perfecto, eso es lo que quería escuchar – me dio un leve apretón en el hombro cuando pasó por mi lado y empezó a caminar a la salida sin mirar atrás.
—Bárbara – la llame y se detuvo mirándome por encima del hombro - Aún tienes guardado lo que puede ser mi tesoro más preciado ¿verdad?
—¿Qué parte de que no lo necesitas es la que no has llegado a entender?
—Es mío – rodó los ojos y parecía tragarse un suspiro.
—¿Para qué quieres que responda sino me vas a creer hasta que lo veas tu misma?
—Porque si lo afirmas dos veces y después veo que mentiste, lo recordaré y sabré que nunca más debo confiar en ti.
—¿Y si ves que no te he mentido?
—Pues sumarás puntos a tu favor.
Saca una sonrisa divertida y niega levemente.
—Sí, Hazel, aún tengo tu tesoro más preciado guardado.
Me gustaría decir que estaba dudando de su palabra, pero su mirada férrea, llena de seguridad y determinación me hacían sentir todo lo contrario y eso de cierta forma me irritaba.
Ella hizo lo mismo que la general quien es como su hermana. No debo confiar en ella y debería tratarla de la misma forma cortante que al resto, no decirle que sumará puntos sino me miente. Eso último es como confesarle que ya ha ganado alguno y no debería ser así.
El problema es que esta mujer no parecía enfadarse ni molestarse conmigo. A diferencia de Ava y su familia, ella no mencionaba a la general, no estaba constantemente diciendo que quería tener una mejor relación conmigo. Al contrario, solo aceptaba el trato que le diese, no insistía en nada.
Quizás por eso no me salía ser tan desesperante con ella, puede que sumemos que intimida un poquito. Tal vez por eso estoy dispuesta a creer sus palabras.
—¿Algo más que quieras saber? Porque el avión me espera.
—No, nada más.
Mantuvo su mirada en mí unos segundos antes de marcharse como esperaba que hiciera. Con la cabeza en alto y sin mirar atrás.
La casa se quedó en silencio absoluto unos minutos, estaba claro que los chicos no lo iban a romper, pero por suerte Varick sí que lo hizo dando una palmada para conseguir la atención de todos los presentes.
—¡Que no decaiga el ánimo! – exclama antes de mirarme con una amable sonrisa –. Supongo que habrás cenado con Bárbara.
Me limité a asentir levemente con la cabeza porque sabía que mi tono saldría más cortante de lo normal y eso no iba a ayudar en nada.
Resulta que la charla con la capitana resultó ser más larga de lo normal porque debía hablarme de varios temas, uno de ellos era sobre el caso de mi padre, otro sobre lo que pasó con Ludwing y bueno hicimos algún trato. Así que, la capitana me estuvo mostrando un poco la ciudad y me invitó a cenar con ella.
Por suerte no me llevó a un restaurante caro y al que la gente va arreglada como para ir a una boda.
—Imagino que te ha enseñado un poco Múnich ¿qué te ha parecido?
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Editado: 21.12.2024