Fernando
—Tremendo cabronazo eres — me regaña juan por quinta vez, pongo los ojos en blanco.
—Y tu tremendo idiota por hacerle caso al jefe — me excuso.
—Tú mismo lo has dicho imbécil, es el jefe, no lo hago y me mate eso es lo peor.
Me alejo de él, sinceramente ya me estoy arrepintiendo de venir por él, debí dejarlo por imbécil, desde que me vio me empezó a regañar, la última vez que paso algo similar termino con dos balas en un pueblo desierto, malagradecido.
—Si se dan cuenta quien eres te mataran — susurra a mis espaldas.
—Es que no termino de entender porque a todos les preocupa, soy un don nadie comparado con ellos — camino por los establos.
Como soy nuevo debo encargarme de amansar un caballo en lo que me integran, el pinocho me toma del brazo y me obliga a verlo.
—No eres un don nadie, eres el Diablo — pongo los ojos en blanco — todos te conocen por tus grandes hazañas de asesino, saben que tienen que ser precavidos, aunque no dudaran en matarte.
—Largo, debo trabajar.
Me mira mal antes de marcharse, me encamino al caballo que tengo que amansar, es un caballo negro, se ve que es pura sangre, al principio cuando lo saco se alebresta un poco, después de una hora logro ganarme su confianza, ahora debo montarlo.
—Hazme el trabajo fácil, bonito — le acaricio la melena.
Me mira con sus grandes ojos, le sonrió, le pongo la silla y se la acomodo para mi sorpresa el caballo se deja, lo monto a la espera que me tire o se eche a correr mas no lo hace.
—Que buen muchacho.
Andamos un buen rato por los alrededores, cuando él sol está por ponerse lo llevo al establo, le empiezo acariciar la melena.
—Fuiste más rápido de lo que pensé — me giro para encontrarme con el heredero.
—Tengo experiencia con los caballos rebeldes — me limito a contesta.
El hombre viste un trajo, si no lo conociera pensaria que es un empresario.
—No lo sabía…bueno mi padre reviso tu antecedente y no habla nada de animales — comenta.
—Hay muchas que no sabe de mí, hace mucho me regalaron un caballo demasiado rebelde para mis pulgas, tuve que juntar toda mi paciencia para amansarlo.
—Me imagino que fue un trabajo duro, pero lo lograste.
—Lo logre, aunque ese mismo día lo mataron — el chico me mira con lastima.
Me limito a asentir y seguir mi camino, ruedo los ojos cuando escucho sus pasos detrás de mí. Carraspea supongo que para que note que está detrás de mí, sigo con mi camino, debo ir a recibir un “entrenamiento” para ver si soy “capaz” de estar en esta estúpida organización, tengo entendido que dentro de dos semanas hay una misión en Querétaro.
En resumen, me tienen que capacitar para mandarme como carnada y así los que de “verdad saben” atacar, pues bueno eso sería una gran oportunidad, debo ir a ver a pinocho después de esto para armar un plan de huida.
—Yo creo que ya estas capacitado, no necesitas entrenamiento — me habla supongo al ver mis intenciones de ver a donde voy.
—Fue algo que ordeno Hernán el jefe.
—Hablando de él, quiere verte — me pare en seco y lo mire, asiento.
Me limito a seguirlo.
—No eres muy hablador ¿no? — su intento de querer sacar platica falla.
—Para ser el príncipe de esta organización eres débil, no debes querer ser amigo de nadie, en este negocio no sabes quién te cuida la espalda y quien te la apuñalaría — se gira y sonríe.
—Eso lo tengo claro, tú me das confianza, quisiera tenerte como mano derecha una vez este al mando, sé que eres capaz y leal — le sonrió.
—Me enseñaron a ser leal, mas no ser la sombra de nadie, yo estoy aquí porque quiero, puede ser el jefe si me lo propongo.
No espero respuesta, le paso, por un lado, aunque su cara es de completa sorpresa, está acostumbrado a que le besen los pies, llego a la oficina de don García, para mi sorpresa no debo tocar abren la puerta dejándome el paso.
—Fernando, toma asiento — me sonríe el don, evito poner mi cara de pocos amigos.
—Para que me hablaba — pregunto mientras me siento.
—Como sabrás mi hijo será heredero dentro de poco y te quiere como su mano derecha, el aún es novato así que de mi parte te pondré aprueba, en dos semanas abra una misión, debemos entregar merca en el sur de Querétaro, la cosa es que el cliente es de los montero.
—Intuyo que haremos una jugada chueca en la que los García entreguen esa merca en vez de los montero — termino por él, el don asiente.
—Exacto, aquí tu prueba de fuego es que no solo quiero jugársela chueco a Ignacio, si no que quiero quitarlo del camino, el plan es este, mientras mis hombres entregan el paquete, Joel ubica a Ignacio, escuché que eres muy habilidoso con las armas, así que tú te encargas de matarlo.
Por un momento me paralizo, no está en mis planes matar al jefe, si tenemos nuestras diferencias, pero el jamás me daría la espalda, lo que dijo hace una semana lo hizo para retenerme, me niego completamente a matar a la única persona que vio mi potencial, la única persona que no me dejo morir, que, aunque me pasara al mundo de los malos, me enseñó a no ser la sombre de nadie y mucho menos dejarme intimidar.
—Es raro que yo siendo el nuevo me manden a mí por delante, seguro que tiene a hombres mejor entrenados para matar a Ignacio.
—Yo no veo más que una basura inservible, pero mi hijo no, el vio potencial en ti, así que yo también quiero verlo — odio los retos, sonrió.
—Bien, matare a Ignacio con una condición…
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Editado: 09.11.2024