Mónica
—Es bonita tu casa, no sabía que tenías una tienda — dice diana.
Hoy no hubo clases por lo que decidieron venir a mi hogar.
—Pues bueno de algún lugar tengo que sacar los ingresos para la universidad — hablo mientras acomodo lo productos que llegaron hoy.
—Uy, ya se me hizo tarde, nos vemos mañana chicas —se despide Kevin.
Miro con el ceño fruncido a diana.
—Creo que tiene una cita — se encoge de hombros.
Pasa un buen rato en el que nos dedicamos acomodar productos, comer, hablar sobre nuestra vida, una mañana bastante tranquila, diana se pone a barrer y yo me dispongo a ponerle precio a lo último que falta.
—Buenas tardes.
Me tenso al escuchar la voz que tanto odio.
—Buenas tardes, que va a querer — le habla diana.
—Una cerveza y cinco cigarros — siento sus ojos a mi espalda.
Cierro los ojos tratando de controlarme, lo último que quiero es que vea cuanto me afecta.
—Me puedes decir los precios, moni.
Me obligo a girarme, mis ojos chocan con los suyos, me mira tal cual depredador mira a su presa, me acerco a diana, le digo los precios, cuando paga y se archa me da una última mirada que me da escalofríos, trato de mantener la compostura ya que diana parece fascinada.
—Está hecho todo un…esta guapísimo — chilla emocionada.
Asiento algo incomoda.
—Debo venir más seguido, aunque tal parece que mueve la cola por alguien más — me mira y alza sus cejas.
Carraspeo — Ya es algo tarde, le diré a mi padre para ir calentando la comida.
Me voy a la cocina a ayudarle a mi padre, los tacos dorados son complejos, pero me gusta ayudarle, la cena es diferente a otras, siempre que viene Kevin o diana hay pláticas o hasta juegos, risas. Hasta que llega el punto en el que diana se debe ir.
—La voy a dejar y vuelvo — le informo a mi padre.
—Tu padre es muy agradable — habla diana.
—Antes de que mamá falleciera, era muy…digamos que el ambiente en casa era muy tenso, cuando ella se fue, él se volvió…es como si solo viviera por vivir.
Diana me miraba con lastima, aunque no puede reaccionar ya que un escalofrió me recorrió, mire a mi alrededor, todo estaba oscuro.
—Deberías acercarte a tu padre, tal vez solo está reprimiendo sus sentimientos para no verse vulnerable — rueda los ojos — lo hombres piensan que todo el tiempo deben ser fuerte.
Tenía razón, llegamos a la parada, le agradecí por el consejo, esperamos hasta que llego un taxi, me despedí de ella, espere hasta que el taxi desapareció de mi campo de visión, me abrace a mí misma y regrese por la misma dirección por la que había venido, entre más avanzaba sentía que me seguían, me sentía observada, un sentimiento de miedo me invadió.
Sin mirar atrás me fui corriendo, corrí lo más rápido que puedo, me maldije a mí misma por no ver el pequeño caño que había, tantos años viviendo en el mismo lugar y ahora mismo me venía a olvidar de todo.
—No debiste correr — recargue mi cabeza sobre el pasto.
Trate que las lágrimas no salieran, tenía miedo, miedo por la mirada que me había dado en la tarde.
— Hoy fue un día de mierda, solo relájate y yo me encargo.
—Andrés…Andrés por favor no — los sollozos no me dejaban hablar.
Forcejee, patalee, pero era inútil, llego el momento en que colme su paciencia y me soltó una cachetada que me aturdió.
—Maldita zorra, estate quieta — escuche su voz furiosa.
Empecé a llorar cuando arranco mi camisa, un sonido fuerte se escuchó de repente, el cuerpo de Andrés cayó sobre mí, mis ojos estaban clavados en el cielo, algo caliente está mojando mi hombro, la silueta de un hombre apareció frente a mí, era el joven que vimos en el rancho abandonado, lagrimas volvieron a salir de mis ojos.
El me miro entre molesto y con tristeza, me quito el cuerpo de Andrés ya muerto, reprimí un grito, el joven me tomo del brazo e hizo que me parara, cuando me pare el me envolvió en un abrazo.
—Ya está todo bien — empecé a temblar.
—Yo…el…el murió — hable entre sollozos.
—Se lo merecía — hablo secamente — te llevare a casa.
Me puso su abrigo sobre mis hombros, cumplió su palabra me dejo en la puerta de mi casa, cuando me dispuse a entrar el me tomo del brazo asiéndome girar.
—Trata de llevar algo hiriente, si vuelve a pasar una situación similar no dudes en atacar.
No me dio tiempo de responder, se marchó y no miro atrás, me fui a mi cuarto y llore, por alivio porque Andrés ya no me atormentaría, por culpa, alguien había muerto y yo me sentía culpable, llore hasta quedarme dormida.
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Editado: 09.11.2024