Fernando
—Supongo que no habrá nada que te detenga ¿cierto?
Asiento, el jefe suspira y recarga su cabeza en el respaldo de la silla.
—Es cierto que envié a pinocho a la boca del lobo para que dejara de ser un estorbo, aunque en mis planes no estaba el que tu fueras por él, sabes…empiezo a creer lo que me dice el tuerto ¿Son pareja?
Volteo los ojos, recargo mi codo sobre el brazo de la silla, me llevo la mano a la cien masajeándola, ya es casi medianoche y quiero ir a ver a alma antes de marcharme.
—Respeto tus gustos — toma un trago de tequila — haremos esto, no te puedo dejar ir, así como así, así que mientras estés ahí sacaremos provecho, necesito que te diga la ubicación de la bodega y puerto donde reciben su merca, el lugar donde lavan dinero, les robaremos.
—Es suicidio seguro.
—Yo estaré en esa misión, Armando será mi “proveedor”, cuando ellos estén en el punto en el que deberíamos estar nosotros, ahí atacaremos, no sé cómo harás, pero tienen que ir la gallina con su pollito, ellos creerán que nos están tomando por sorpresa.
…
—Bien, matare a Ignacio con una condición…
Sonrió, debo sacar provecho de la situación, hacer que la gallina y su pollito crean que tienen el control es parte del plan.
—Habla.
—Lléveme a recibir la merca, desde que vivía en las calles tuve el sueño de hacer cosas grandes, siempre me pusieron de jardinero, solo veía como los de “confianza” lo hacían.
Me mira con recelo, trato de mantenerme impasible, el ruido de la puerta abriéndose hace que ambos pongamos nuestra atención en quien entro.
—Condición aceptada — dice el heredero.
—¡No! — se levanta de golpe el don — yo soy el que decide.
—El será parte de mi futuro en el mandato, yo decido — dictamino el heredero, el don solo apretó los labios, pero no alego más.
Salí de la oficina dándoles privacidad, aunque no hay tanta ya que escucho sus gritos desde aquí, “como vas enseñarle nuestros puertos a un inútil” “será mi mano derecha, te demostrare cuan equivocado estas”.
Pobre idiota, aunque me conviene tenerlo de mi lado.
—Porque esa cara de satisfacción — me dice juan con una sonrisa.
Me encogí de hombros.
—Las cosas van bien.
—Ya me dirás que planeas.
—Voy a ver a alma esta noche, ven conmigo y te diré.
Nos despedimos después de acordar la hora, me dirijo al área de entrenamiento, un hombre que me dobla la estatura y está demasiado grande de volumen me recibe.
—Espero no romperte, princesita — me dice con una asquerosa sonrisa.
Sonrió de medio lado.
—Solo no mallugues mi rostro, hasta en mi muerte debo verme hermoso — este suelta una carcajada.
—Debo admitir que tienes rostro de princesa — le guiño el ojo.
Me ataca, pero soy rápido tomándolo del brazo, le doy un rodillazo en el estómago, giro su brazo poniendo su espalda contra mí, lo aviento y ahora soy yo quien ataca dándole una patada en la rodilla haciendo que se doble, aprovecho para darle un puñetazo en la mandíbula, cae, me mira y empieza a reír.
—Dime… ¿Qué se supone que debo enseñarte?
Decidimos irnos a tomar un refresco, prometió guardar mi secreto de saber pelear, me dirijo a las caballerizas, cuando veo al caballo negro me acerco a acariciarlo.
—Ya parecen uno mismo — hablan a mis espaldas.
—Me agrada y parece que yo le agrado — comento.
—Vamos a ir juntos a la misión, voy enserio cuando digo que quiero que pertenezcas a mi equipo — elevo una ceja, él me sonríe.
—Como ya le dije, no quiero ser la sombra de nadie.
—No lo serás…déjame demostrarte que juntos seremos un equipo indestructible.
…
—Me estoy empezando a poner celoso — se queja juan.
Cuando nos dirigimos al club, le comenté todo.
—Tranquilo, espero pronto podamos salir de ahí.
—Sigo sin entender por qué a nadie le gusta trabajar con los García.
—En mi opinión porque son los demonios de la tierra, el jefe es un criminal, pero los García lucran con el sufrimiento de la gente, secuestran para su conveniencia, serán amables, pero solo con los de su misma calaña.
Pinocho asiente dándome la razón, él fue un chico que sufrió, pero no vio la verdadera crueldad del mundo, en cambio yo desde el primer momento en que tome conciencia de mí mismo, cuando me di cuenta que mi propia abuela intento asesinarme, de la única que recibí un poco de cariño fue de mi madre, si no fuera por el inútil de mi padre que se la pasaba drogándola estoy seguro que yo ni siquiera estaría aquí.
—¡Chicos!
Delia corre a nuestra dirección, nos da un abrazo rápido antes de comerle la boca a pinocho, volteo los ojos y me limito a preguntar por alma.
—Hace un rato que un tipo vino a verla.
Su comentario me hace fruncir el ceño, le pregunto quién es o al menos como es.
—Es un tipo barbudo, ya grande, impone poder, aunque igual se ve que es uno de esos viejos pervertidos, es alto y se nota que derrama billetes.
No dejo que, de más detalles, me encamino a la habitación de alma, abro la puerta sin siquiera molestarme en tocar, me encuentro a alma quien parece nerviosa.
—F-Fernando ¿Qué haces aquí?
—Vine a verte — menciono, elevo una ceja al ver que luce tan nerviosa.
—Necesito privacidad, en unos minutos debo salir a trabajar — trata de empujarme.
—¿Privacidad? — inquiero.
Ella suspira, nunca la había visto así, desde que nos conocemos la palabra privacidad es algo que no está en nuestro diccionario.
—Por favor — lo dice casi en suplica.
Puedo notar como sus ojos se humedecen, cierro los ojos un momento para después salir de la habitación y darle su “Privacidad”
—Creí que nunca llegaría el día en el que alma te corriera de su habitación.
Volteo a ver a los dos chismosos que me miran con una sonrisa, volteo los ojos, me dirijo a la barra, quiero hablar con alma antes de irme a la misión, no sé qué puede pasar, pero necesito que ella este a salvo, mis intenciones se hallan interrumpidas cuando veo a alma salir con un hombre desconocido, ella viene enganchada de su brazo y muy sonriente, veo un brillo en ella, uno que yo nunca pude recuperar.
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Editado: 09.11.2024