Mónica
Han pasado dos semanas, dos semanas en las que he tenido que fingir que todo está bien, sinceramente nada está bien, las clases se me hacen eternas, veo a diana mirándome confundía, en cuanto acaba la primera clase salgo del aula.
—A ti te pasa algo y me lo vas a decir por las buenas o por las malas — me dice Kevin mientras toma mi brazo.
Nos adentramos al cuarto de limpieza, cierra la puerta y me mira con los brazos cruzados, últimamente mi humor es pésimo, para no pagarla con el decido empujarlo y salir.
—Te he dado dos semanas — habla antes de que salga del cuarto — tienes unas ojeras espantosas, estas de mal humor y pareciera que no comes.
Salgo del cuarto y me marcho.
—Bien vete, hazlo, pero luego no quiero que vengas a mi tumba y me llores, diana es la única que ha estado en estos últimos días de mi enfermedad.
Paro en seco, me giro preocupada, camino hasta el, lo inspecciono, el suelta una carcajada que hace que lo mire confundida.
—Que es tan gracioso.
—Solo te dije de mi enfermedad y ahora regresas a mí — me da una mirada indignada.
Se da la vuelta y se va, corro hasta el deteniéndolo.
—No…es que yo…he pasado por cosas difíciles, yo los quiero — se me quiebra la voz.
—Lo sé, pequeña — me abraza — tranquila, no estoy enfermo.
Eso ultimo hace que me separe de él.
—Alguien tan bello como yo no merece irse tan pronto — ruedo los ojos.
—No debes jugar con algo tan delicado — comento, Kevin me abraza impidiendo que avance.
—Eres fuerte, pero para eso estoy para que puedas llorar en un hombro — sus palabras me hicieron un nudo en la garganta.
No supe que estaba llorando hasta que note una mano deslizarse por mi mejilla, levante la vista topándome con diana.
—Yo también quiero un abrazo grupal — extendió sus brazos, ambos la recibimos.
La tarde se pasó bastante rápido, me llevaron a comer un helado, supuestamente las penas se arreglan con helado o alcohol.
—Dentro de una semana será nuestro viaje — comenta entusiasmada diana.
La miro confundida.
—Claro, estas semanas estuviste tan distraída, el viernes haremos una excursión al hospital de Querétaro, nos quedaremos ahí hasta el lunes que regresemos.
—Nada de que no quieres ir, es muy importante para la carrera.
Asentí, no me apetecía salir, pero si era por la carrera y para aprender más, tendría que hacer un sacrificio. Cuando acabamos el helado nos dirigimos a la parada cada uno se bajó en sus respectivas casas, aun me daba miedo caminar sola a casa, pero sería ridículo pedirles a los chicos que me acompañen, no quería que me vieran como una asustadiza.
“Eres una chica valiente y si no es así, haz que tu mente imagine algo bonito”
Recordar lo que me decía mi madre cada vez que tenía miedo de algo, ella decía que la mente era poderosa, si tenía miedo de algo era ser valiente o utilizar mi mente para que ese miedo se convierta en algo bonito.
—Hola — saludo a mi padre.
—Mi pequeña — me recibe con un abrazo.
—Deberías irte acostar, he notado que has tenido días pesados — trago saliva — tienes unas ojeras.
—Los chicos me lo han dicho, hasta diana me recomendó una mascarilla para las ojeras — bromeo.
—Yo cierro la tienda, cariño.
—Puedo quedarme otro rato —mi padre me miro mal.
—Anda vete, me enojare si sigues trayendo esas horribles ojeras en tu preciosa cara.
Sonrió, finalmente accedo, me despido dándole un abrazo, cuando llego a mi cuarto, pongo un poco de música y hago tarea, veo la hora ya son las once, unos videos antes de dormir, cuando veo la hora ya son las tres de la mañana, apago el teléfono, cierro los ojos, mañana será un nuevo día.
***
Nota de la autora: Ya esta por empezar el despapaye y los dias de sanacion, estoy tan emocionada, espero y te este gustando la lectura, no olvides dejar tu estrellita.
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Editado: 09.11.2024