Fernando
Llego al pueblo donde mi madre creció, ocupo la casa que era de ella y de sus padres en paz descansen, procuro descansar lo máximo posible, aunque la idea de quedarme a vivir aquí suena tentadora tengo muchos asuntos que resolver. Miro el sol ponerse, la sensación de ausencia me invade como cada vez que paso por algo malo, me deshago de ideas mientras me dispongo a ordena un poco, tocan la puerta.
—Sabía que alguien estaba en la casa de los Guevara — una señora me enfrenta.
—Y usted es…
—Que haces en la casa de mis compadres, largo o llamo a la policía — empieza gritar.
Me llevo la mano masajeando el tabique de mi nariz, no estoy para soportar viejas chismosas.
—Soy el hijo de Elena Guevara, quería conocer el pueblo donde creció mi madre.
No miento, madre siempre me hablo sobre mis abuelos, ella quería que los conociera, cuando murió me pidió como última voluntad visitar a mis abuelos, sin embargo, no se dio, a los tres años de la muerte de mi madre me entere que fallecieron, le falle a mi madre.
La señora se tapa la boca, me examina casi con lupa.
—Eres el vivo retrato de tu padre — tenso la mandíbula — aunque tienes esos ojos coquetos de tu madre.
Sonrió, por primera vez alguien me dice que herede algo de mi madre.
—Disculpa joven, cuando murieron mis compadres me encargaron su casa.
Después de una charla extensa con la señora me adentro a la casa, ya es de noche, veo cajas en el cuarto se supone era de mi madre, abro una de ellas encontrándome con una foto suya, me han arrebatado todo ¿Puedo tener al menos una foto tuya?
Al día siguiente doy un pequeño recorrido por el pueblo, es muy pequeño así que no tiene nada comparado a otros pueblos que he ido, un señor barbón me mira con los ojos entrecerrado, Dios en este pueblo todos son unos chismosos, e siento como una celebridad dándole entrevistas a cada uno.
—Tu — me señala — eres hijo de Elena.
Pregunta, enarco una ceja, miro a los lados, vuelvo mi mirada al viejo y asiento.
—Veo que mi madre era muy famosa por aquí.
—Era mi mejor amiga — habla el señor con un signo de tristeza — cuando me entere que el maldito de su marido la mato quería ir y partirle su madre.
Me mira furioso, que señor mas bipolar.
—Eres el vivo retrato de ese monstro — tenso la mandíbula — pero tu aura se siente como el de tu madre, tranquilo.
—Sabe dónde hay una tienda por aquí — cambio de tema.
—Me imagino que debe ser difícil hablar de tu madre, era un alma libre, desprendía paz — sonríe ignorando mi pregunta — donde está el infeliz ese.
—Murió a los dos años de la muerte de mamá — murmuro, el señor me mira con lastima.
Carraspea, me indica donde se encuentra la tienda, me doy la vuelta para irme, antes de que pueda dar un paso su voz me detiene.
—Cómo te llamas — lo miro.
—Fernando — digo orgulloso, pues así se llamaba el padre de mi madre.
Sigo mi camino, prefiero este lugar antes que irme a casa de los Castañeda, ellos siguen vivos, saben que fui yo el responsable de la muerte de mi padre, me echaron a la calle como perro, se encargaron que nadie me ayudara, casi muero si no fuera por el jefe.
Llego a la tienda, hay una chica atendiendo, me atiende con amabilidad, su curiosidad se transparenta en sus ojos, se nota que en este pueblo son chismosos de nacimiento, miro a la chica, no estaría mal sacar a cierta castaña de mi mente, además Edna moda no está mal. Decido molestarla un poco.
—Somos vecinos, no me gustaría llevarme mal con mi nueva vecina.
—Un gusto — me mira a la defensiva, Dios siento que me va a soltar un golpe en cualquier momento— ¿Qué?
—Tu nombre…
—Me llamo Mónica y tú.
—Así que el chango rabioso tiene nombre — me rio.
Decido irme, temo que si la sigo molestando en cualquier momento me va a lanzar una lata y pues buen debo decir que de mi cara vivo, llego a casa y me preparo de comer, la soledad se palapa en el ambiente, un aire de nostalgia me avasalla, me llegan recuerdos de cuando mi madre me hacía de comer mientras esperábamos a que papá llegara, la casa se sentía tan mal vibrosa.
Terminó de comer, me voy a la sala y me hago un espacio en el que ahora será mi mini sala de entrenamiento, los García no se quedaran quietos esperándome, atacaran en cualquier momento, sin contar que los monteros desaparecieron, habrá guerra por las tierras, debo actuar no puedo perder algo que le costó al jefe, no puedo perder algo con lo que luche de sangre.
Hago pequeños calentamientos, pues mi herida aún está fresca, no puedo ser bruco o se abrirá, debo estar resistente para cuando la guerra llegue a mi casa, después veré que hago con alma…alma, maldita me jodiste y aun así sigo creyendo que tienes una razón, quiero creer que tienes un plan después de tanta muerte, no te puedo odiar.
***
Nota de la autora: Pues bueno fernando esta igual o peor que yo cuando me aferraba a mi ex, aunqueeee aqui hay una historia detras, ya saben nunca juzguemos si no sabemos.
¿Creen que Jorge sea un verdadero problema?
nos vemos en el proximo cap, cuidense, tomen awita, los quiero :)
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Editado: 09.11.2024