Sálvame

23. Inicio de guerras

Narrador omnisciente

Un hermoso azul claro se tiño en el cielo, un amarillento sol lo acompaña, soldados de la mafia García llevan mujeres para el negocio, cargan enormes cajas donde se encuentra la mercancía, una mañana muy ajetreada.

—Aun no encontramos nada, mi señor.

Informa Brandon la mano derecha de Jorge, el nuevo jefe al mando exhala el humo de su boca suelta una sonrisa ladina, mira a su soldado, un hombre quien le ha servido por más de veinte años a la familia García, es hábil, no puede ser que ni siquiera su cuerpo aparezca, piensa el jefe.

—No creo que los gusanos lo hayan devorado en dos meses — murmura.

—Mi señor, hay un lugar en el que no hemos revisado.

Mira a Brandon en busca de una respuesta lógica ante su incoherente comentario.

—Es territorio de los, Montero.

—El viejo ya no está, su poder ya no está, busquen y tráiganmelo y si es necesario matar, háganlo.

El hombre tatuado lo mira con desdén, sabe que aún no ha enfrentado nada, es fácil ir por un muchachito de 19 años y aún mejor si este está herido, lo malo es ir a un territorio enemigo donde ahora el nuevo al mando es un viejo tuerto que lo único que sabe hacer es matar a sangre fría y peor aún, el muchachito de tan solo 19 años es el mismo demonio.

—No, el viejo ya no está, pero está el asesino del tuerto — murmura Brandon.

Jorge se altera, estar al mando de una organización no es fácil y peor aún si tienes sed de venganza.

—Acaso le tienes miedo a un viejo que ya ni siquiera mira bien — Jorge enarca una ceja retando a Brandon.

Sin más Brandon sale del despacho, tiene que tener un plan bien echo que, aunque el jefe ya no esté su mano derecha aún vive y en viejo tuerto, aunque fue un simple ayudante en sus tiempos fue el hombre más despiadado y siniestro que hubo, es por eso que los, montero no se han desintegrado porque un viejo sin un ojo volvió a ser ese hombre de hace unos años.

—Es que ni siquiera sabemos si el sigue vivo — se exaspera alma.

—Si la princesita se hubiera muerto, los García ya hubieran hecho un festín y por lo que veo están en su búsqueda — Habla Carlos.

—Natalia, te necesito en la misión de esta noche, asaltaremos los camiones que conducen la mercancía del noroeste de los García, Braulio, te quiero a ti en las furgonetas, te llevas a tus hombres quiero que sean rápidos.

El hombre de edad mediana prepara la nueva misión que tienen contra los García, pues siempre ha pensado que vengar a alguien querido no es matando si no destruyendo, se goza mucho mejor la venganza.

—Que pasara con el diablo — alega alma.

—De él, ya se están encargando, ahora mismo tengo otras prioridades — habla antes de irse.

Se planta frente a la gran mansión donde esperan más de cincuenta hombres, todos entrenados para obedecer.

—Esta noche atacaremos cada rincón que diga “García”, quiero que capturen a sus putas y las dejen libres, quiero que aquí este la policía involucrada que en todos los noticieros salgan sus prostíbulos siendo descubiertos, los hombres de blanco atacaran los camiones del sureste, la mercancía la quiero en las bodegas del este, los hombres de negro…a ellos los quiero en entrenamiento intensivo, que la verdadera guerra apenas viene.

Dicho esto, todos los hombres se fueron a preparar, excepto Armando, el hacker de la familia, armando se acercó al tuerto con paso cauteloso.

—S-señor…

—Habla que no tengo todo el día.

—E-encontré al joven Fernando — hablo acomodándose los lentes cuadrados.

El tuerto se quedó estático mirando al frente, esperando una respuesta.

—Se encuentra en valle verde, por lo que se ahí creció su difunta madre.

El tuerto sonrió dándole una señal al hacker de que se fuera, Fernando solía ser muy rencoroso por lo que descarto el que fuera a un lugar en el que había estado su madre, sabía que tal vez hasta había ido con sus abuelos paternos, después de dejar todo arreglado, dejo a cargo a uno de sus hombres mientras él iba por la princesita que tenía que tomar el trono.

—Largo.

—Tan lindo como siempre — hablo el tuerto adentrándose a la casa.

Era una casa humilde de dos pisos, sus muebles ya viejos dándole el toque hogareño, miro a la pared donde se encontraban fotos del matrimonio y de una chica joven muy hermosa, miro a la princesita quien saco la belleza de aquella mujer.

—Tu padre fue un cabron — se rio.

—Viniste hasta aquí para decir eso — pregunto de malhumor Fernando.

—No era feo, pero fue muy ambicioso con tu madre, ella merecía dejar una descendencia más bonita.

Fernando se cruzó de brazos ya molesto con la presencia de aquel hombre.

—Me alegro que estés vivo, princesita — sonrió y Fernando asintió.

—Supongo que hay un, pero.

—Así es…el jefe ya no está, por lo que te corresponde tomar el mando.

—No.

—No te estoy preguntando, los García se están metiendo donde no deberían así que debemos echarles un poco de insecticida.

—Aun no, la guerra que se avecina dejara mucha sangre por lo que necesito pensar.

—¿Pensar?

—La única cabeza que necesito es la de Jorge, por lo que necesito dos meses más, quiero hacerle creer que ante el estoy vulnerable me imagino que la traidora está contigo.

El tuerto asintió, quiso explicarle que no es una traidora, quiso decirle cuales fueron sus motivos, sin embargo, Fernando no se lo permitió.

—Ella será una de mis carnadas.

El tuerto estuvo expectante a la espera de más, sin embargo, Fernando no hablo, esa fue una de las cosas por las cuales el jefe lo eligió, hay soldados con mayor experiencia y con una mente de tiburón, sin embargo, nadie creería en un líder de tan solo 19 años, nadie creería que un niño al que nunca se le ha visto ningún entrenamiento, al que nunca ha actuado con inteligencia, al que solo lo han visto ser un matón más.

—Bien, escuche que los hombres de Jorge ya están más cerca de lo que crees, así que si no te molesta tendrás unos vecinos cuidándote la espalda mientras tú sigues en tu faceta de galán.




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