Salvaré este Matrimonio

CAPÍTULO 12

Mi mundo interno colapsaba, como si formara parte de una película apocalíptica. Estaba perdida, sin saber qué hacer ni hacia dónde ir para protegerme de los monstruos que me acechaban, esos monstruos que devoraban cada parte de mí.

—¿Embarazada?

—Sí, Danielle, estás embarazada —la confirmación de mi padre me abrumó tanto que mi mente se negó a aceptar la realidad.

—Eso es imposible. ¡No puedo estar embarazada de ese violador! —lo miré con desesperación—. Dime que no es verdad, por favor. Papá, dime que es mentira —imploré, aferrándome a una última esperanza.

—El médico de la familia lo confirmó...

—¡No! —grité con fuerza—. ¡No! —rompí en un llanto desesperado—. ¡¡No!!

—¡Danielle, cálmate! —pidió Agustina, pero no la escuché.

Con el cuerpo tembloroso, me levanté de la cama. A pesar de lo frágil que me sentía, corrí hacia mi padre.

—Llévame a una clínica —le exigí—. Tengo que abortar... —Mis palabras fueron interrumpidas por el sonido seco de una bofetada.

Lentamente, sin poder creer lo que acababa de ocurrir, miré a mi padre. Mi mejilla ardía, pero el dolor en mi corazón me abrasaba mucho más.

—¿Cómo te atreves siquiera a pensar en eso? ¡Es una vida! Lo que estás proponiendo es un asesinato.

—¿Quieres que tenga a esta criatura, producto de una violación? ¿Quieres obligarme a ser madre de un ser que siempre me recordará que fui ultrajada? ¡¿De verdad deseas eso para tu hija?!

No entendía cómo se atrevía a cuestionar mi decisión.

—No voy a permitir que cometas tal pecado. No vas a manchar con sangre el honor de esta familia.

—¿Honor? ¿Un concepto vale más que mis sentimientos? ¡Respóndeme, papá!

—No voy a traicionar mis valores y principios. ¡Estoy en contra del aborto!

—¡No puedes decidir sobre mi cuerpo!

—Si te atreves a hacer semejante barbaridad, olvidaré que tengo una hija.

Sonreí, devastada.

—Es mejor no tener un padre que ser hija de un hombre negligente, sin empatía, que no duda en destruir la confianza y el bienestar emocional de su hija por el "qué dirán". —Limpié mis lágrimas y lo miré fijamente—. Me aseguraré de que nunca vuelvas a saber de mí.

Obstinada en mi decisión, me dirigí hacia la salida.

—Ten cuidado con lo que dices y haces —advirtió.

Ignorando sus palabras, salí de la habitación. Casi de inmediato, caí en la cuenta de que debía hablar con Logan, contarle la situación y mi decisión, esperando que eso pudiera salvar nuestra relación. Sin embargo, esa esperanza se desmoronó cuando vi su mirada cargada de resentimiento.

—Voy a abortar... —fue lo único que pude decir.

—¿Eso cambia algo? —sus manos se cerraron en puños.

—Cambia mucho... Logan, me voy a ir de esta casa. —Ante mi declaración, la dureza en su rostro se desvaneció.

—¿Crees que tu padre te dejará salir de aquí? Es capaz de encerrarte como una prisionera. Danielle, solo conoces el lado dulce de tu padre.

Su rostro, lleno de preocupación, encendió una chispa de esperanza en mí.

—¿Aún te preocupas por mí? —Me acerqué con miedo a ser rechazada y tomé sus manos entre las mías—. Logan, siento que me amas tanto como yo a ti. Por ese amor que me tienes, créeme. Ese hombre abusó de mí. Yo nunca te engañaría. Te amo demasiado.

—¿Qué acabas de decir? —esa pregunta por parte de mi padre lo hizo apartarse bruscamente—. ¡¿Qué dijiste, Danielle?!

—¡Que lo amo! —me giré hacia él, y mientras Logan bajaba la mirada, yo lo enfrenté con valentía—. ¡Logan es el hombre al que amo!

La ira llenó sus ojos, fulminando a su cuñado.

—¿Cómo te atreviste a enamorar a mi hija? ¿Con qué derecho lo hiciste? —gritó y se lanzó a golpearlo, pero yo me interpuse—. ¡Aparta, Danielle!

—Si vas a golpear a alguien, hazlo conmigo. Después de todo lo que has hecho, tus golpes no me dolerán ni me matarán. ¡Adelante!

—¿Qué sucede aquí? —preguntó Agustina, entrando en la habitación.

—¡Tu hermano sedujo a Danielle! —anunció, y Agustina miró a su hermano sin poder creerlo.

—¿Eso es cierto, Logan?

—No es verdad —lo miré estupefacta—. Nunca le he dado motivos a Danielle para que me ame. Ella apareció ante mí confesándome que lo hacía.

Aunque tenía mucho que aclarar, la intensidad del momento me dejó sin palabras.

—¿Te atreves a mentirme?

—No te estoy mintiendo, cuñado... Entre Danielle y yo jamás ha existido esa relación que imaginas. Nunca la miraría con otros ojos.

—Yo le creo a mi hermano. Mi amor, no deberías desconfiar de la lealtad de tu cuñado. Él sabe perfectamente que Danielle es una mujer prohibida para él.

—Eso espero. Esta vez le daré el beneficio de la duda.

—Gracias, mi amor... Logan jamás haría algo que te decepcionara —aseguró Agustina, fijando su mirada en mí.




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